No podía ser… pero sí, a los ingleses les robaron la copa del mundo

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A casi cien días para el puntapié de la Copa del Mundo de Inglaterra 1966 (fueron 112 días exactos para quienes buscan el dato exacto), desapareció el trofeo, el galardón que iba pasando de mano en mano al país campeón desde que se instauró en 1934. La Copa “Jules Rimet” tenía una altura de 30 centímetros y un peso de 4 kilos. Dejó de tener vigencia en 1974 cuando se puso en juego la actual, ya que la anterior pasó definitivamente a manos brasileñas, por el hecho de ganarla tres veces (1955, 1958, 1970).

Pelé, el 10 símbolo de Brasil, y la Copa “Jules Rimet”,

Lo cierto es que el Mundial 66 empezó pésimo, porque se la habían robado en Londres, en pleno centro, durante una exposición. El presidente de la FIFA, que era inglés, no lo podía creer y se maldecía a sí mismo, porque habían aceptado que la estatuilla estuviera en una exposición “con la condición de que la vigilaran las 24 horas”. Todo sea para que la gente tuviera la oportunidad de ver la “Jules Rimet” de cerca. Esa imagen es una alegoría de Niké, la diosa griega de la victoria. Tenía los brazos levantados y sujeta una copa de forma octogonal. Al preciado trofeo, en una base de mármol, se le fueron incrustando los nombres de los campeones en pequeñas placas.
Sin embargo, no la vería nadie nadie más por un par de semanas.
El operativo de seguridad fue flojito, especialmente un guardia de más de 70 años de edad, cuando se permitió un descanso para su cena. Fue allí, una noche y en plena exhibición que organizaba una empresa de sellos de correos, que empezó la búsqueda…
Vayamos a otros ingredientes. ¿Por qué se llamaba así?

Jules Rimet fue el tercer presidente de la FIFA, al tiempo que era titular de la Federación Francesa

Rimet fue el padre de la Copa del Mundo; era un francés, abogado y árbitro de fútbol, que ejerció la presidencia del ente máximo que organiza el “football” desde 1921 a 1954. Fue él quien pensó en la mecánica actual de rotación de países, el sistema de eliminatorias y que se juegue cada cuatro años. Defendió la participación igualitaria de las selecciones de los diferentes países, ello en detrimento de la tradicional resistencia del Reino Unido, que a causa de su estatus de nación creadora del fútbol, tras la Primera Guerra Mundial se negó a seguir participando en la federación internacional con sus naciones rivales. No fue sino hasta 1946, cuando se reincorporó a la FIFA, decisión que se celebró con “El Partido del Siglo” entre Gran Bretaña y el resto de Europa (10/5/1947).

Lo cierto es que la capital de Inglaterra empezó a estar en boca y en la portada de todos los diarios con este bochorno. Desapareció el 10 de marzo y hubo un rastro el día 23 del mismo mes, cuando apareció un bulto en el Club Chelsea, con un trozo del trofeo. El remitente iba dirigido al presidente de la entidad, Joseph Mears, que al mismo tiempo era titular de la Asociación Inglesa de Fútbol. La nota sin firma reclamaba 15.000 libras a cambio del retorno de la copa.
Empezaron los llamados telefónicos hasta que el malviviente tuvo una cita, con un ayudante de Mears, quien en realidad era un policía. Al encontrarse cara a cara, el caco dijo que en 10 minutos llegaría al lugar donde estaba el trofeo. Pero amenazó con fundirla si no le entregaban el dinero en efectivo.
Edward Betchley fue el ideólogo del robo de la copa, pero no tuvo en cuenta un “contraataque”, porque cuando emprendió el camino de vuelta, al darse cuenta que lo seguía un camión de reparto, trató de escapar hasta que lo capturaron.
En la comisaría, Betchley negó el robo pero ofreció encontrar la copa “si lo soltaban bajo fianza”.
En tanto, un caballero y su perro salieron de paso. La escena transcurría en una vereda, al sur de Londres. El animalito, apenas salió de casa, se fue derecho hacia un auto de un vecino. No dejaba de olfatear y eso despertó sospechas a su amo. “Cuando fui a ponerle la correa, me fijé y vi en el piso un paquete muy cuidadosamente empacado”, contó David Corbett, a sus 26 años. La misma curiosidad lo llevó a recoger el paquete del piso. “Rasgué un pedazo del periódico que lo cubría y vi Brasil… Alemania Occidental…” explicaría después Corbett, fanático del fútbol y muy al tanto de las noticias. “Mi corazón empezó a palpitar más rápido… ¡era la copa del Mundo!”.

Una imagen del perro “Pickles”

El jefe policial apuntó a Corbett como sospechoso. Hasta que recobró la calma cuando ya no lo interrogaron más y pasó a convertirse en un testigo cuando se hizo el procesamiento judicial. Allí volvió a estar la copa a la vista nuevamente, pero en un tribunal, junto a quien estaba sindicado como el autor del hurto. Luego la guardaron en una caja de caudales. Y las historias se multiplicaron, con situaciones hasta de celo, porque aquel presidente del Chelsea, el mismo de la Asociación Inglesa, expresó que “mi esposa y yo habíamos hecho mucho por el retorno de la copa. Trabajamos con la policía desde el miércoles hasta el viernes de la semana última. Toda la información que recibía se la pasaba a la policía, que utilizó mi casa como su cuartel. En vista de toda la ayuda que suministré, pensé que por lo menos me concederían una parte de la recompensa. Pero al menos tenemos nuevamente la Copa Jules Rimes y eso es lo que más importa”, contaba Joe Mears.
Es que al perro, de nombre “Pickles” y su amo David les quedará la recompensa de seis mil libras esterlinas (3.198.000 pesos argentinos). Un tiempo después Pickles se convirtió en una estrella de cine, protagonizando una película de detectives. Y una marca de comidas para perros se patrocinó su imagen.
Beatchley salió libre bajo fianza.

La revista El Gráfico y la nota firmada por Juvenal, enviado especial a Londes. “La Copa, el que la robó (o no) y el que la encontró”, dice la bajada

En abril, en la Argentina, estaba todo listo para salir a ganar la “Jules Rimet”. Se había contratado a Osvaldo Zubeldía en noviembre de 1965, pero al quinto mes de intenso trabajo, surgió un imprevisto encontronazo entre los dirigentes de la AFA y Antonio Faldutti, amigo de Zubeldía y técnico alterno al que bajaron a la categoría de “colaborador”. Faldutti presentó la renuncia, la AFA se la aceptó y el mismo día el DT se fue también. Llegó a pensarse en que así no podíamos presentarnos al Mundial, donde finalmente estuvimos con la batuta de Juan Carlos Lorenzo y caímos en instancia de Cuartos ante los ingleses.

Una tira de humor, en el diario El Día, haciendo alusión a Osvaldo Zubeldía y Antonio Faldutti, entonces cabezas del Cuerpo Técnico de la Selección

El 11 de julio empezó a rodar la pelota, y la mascota del Mundial 66 (la primera vez que aparecía un logotipo) era un león, “Willie”, pero todos hablaban de aquel simpático can como el personaje más colorido… y de carne y hueso.
Los ingleses levantaron el trofeo con la fuerza de su capitán Bobby Moore. Y después del partido ante los alemanes, David y su perro estuvieron saludando a una multitud de fanáticos en el balcón, junto al plantel de futbolistas. Incluso Moore levantó a “Pickles”. “Fue muy emocionante para mí, y pienso que también para todo el país“, le dijo Corbett a la BBC, al tiempo que cambiaba su vida porque la recompensa sirvió para comprar la casa. La misma donde luego enterró los restos de Pickles, en el jardín, donde “en las agradables noches de verano, salgo con una copa de vino, hablo con él y digo: ‘¡Salud, Pickles, y gracias!'”.

La reina Isabel entrega el trofeo en 1966 al seleccionado anfritión. Recibe el rubio Bobby Moore. Fue la única vez que Inglaterra fue campeón del mundo en fútbol

En 1970, al siguiente Mundial, la Jules Rimet quedó en poder de Brasil al obtenerla por tercera vez.
Hasta que en 1983 la volvieron a robar en Brasil, esta vez a mano armada. El líder del golpe era un argentino que se dedicaba a traficar con oro. Juan Carlos Hernández la habría llevado a su taller donde el trofeo fue troceado y fundido. La banda fue procesada y juzgada, pero nunca pudieron comprobar que fue el responsable de la fundición.
El investigador del caso expresó no tener duda sobre Hernández y su culpabilidad: “Era un tipo muy astuto, fingía no saber nada, pero cuando le dije que para los brasileños era una bofetada que un argentino haya convertido la copa en lingotes de oro, me miró con una sonrisa que todavía recuerdo. Para mí fue como una confesión”.

En 1974 cambió el trofeo que otorga la FIFA. La Jules Rimet pasó a ser de Brasil, para siempre, o hasta su nuevo robo

La actual World Cup debutó en Alemania 1974. Tiene una altura de 36 centímetros y pesa 5 kilos. Para su aprobación, habían presentado unos 53 modelos de parte de fabricantes de trofeos deportivos, de siete países, ganando la propuesta del escultor italiano Silvio Gazzaniga. La base permite 17 inscripciones de ganadores y el último espacio útil será ocupado en 2038.

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