Con las luces de las almas
- El cuerpo cambia, se torna viejo, con menos elasticidad, los músculos van cumpliendo su cometido y empiezan a aflojarse a determinada edad. No hay nada que detenga el envejecimiento de un ser humano, y a la masa muscular como dicen los profesores no hay quien la pueda retener. ¡Ni la mejor proteína ingerida en tiempo y forma! De eso puede hablar con evidencia científica Pablo Blanco, quien fue el Preparador Físico de estos muchachos que hace más de una década jugaban juntos para Estudiantes.
- Pasó la “Noche de Campeones”, formidable evento.
- Y queda una vez más demostrado que el fútbol físico en verdad no es una cosa del cuerpo sino del alma, otra película aparte. Y también es comprobable, con data. De esos temas ha conversado quien suscribe durante unas horas de living con el mismísimo Alejandro Sabella, el hombre que fue guía en lo técnico y casi un gurú de esos mismos con los que terminó en el poster.
- “Pachorra”, que a su manera, en silencio, se fue de “viaje” al más allá en 2020, sabía que es natural el vivir como el morir, que cuando se saca el traje de un cuerpo viejo, el ser da paso a otra nueva realidad. “Seguimos”, coincidíamos con el hombre que por sus canas y sus arrugas era escuchado, pero mucho más por las ganas de saber qué piensa el otro.
El estadio “Jorge Luis Hirschi” tiene un clima leve, no se juega por nada, no hay equipo rentado que salga a defender los intereses, los puntos. La mente se retrotrae a una parte de la cinta de nuestras películas existenciales, de cuando acontecía el 2009 y el 2010. Una figurita especial es el motivo del reencuentro en 1 y 115, de 57 a 54, corazón puro de la historia del Club Estudiantes. Y ese hijo adoptivo que jugaba muy bien, Gastón Fernández, que acepta el regalo de un partido despedida que “no tuvo ni Sebastián Verón”.
Salió primero al campo, su mirada se posa en los cuatro costados, y un poco hacia arriba de donde quisiera sacar las palabras. Ese que bautizaron “La Gata” en los años noventas, en River, desde donde arrancó su meta de ser futbolista. Los ojos son las ventanas del alma. Dicen que en la noche son tremendas las miradas de ciertas gatas y gatos, pero sería hablar de otros seres, con alma de animal, sin poder de raciocinio y vidas puro instinto. “Gata” es la marca que lleva el ídolo y llevó a una multitud este 28 de octubre de 2022.
Freddy Villarreal es el presentador, sí, aquel famoso de la TV, que en sus inicios como periodista cubrió lo que en la jerga se conoce como “zona de vestuarios”. Ese pelado era un joven soñador que se divertía al lado del ya veterano Pablo Zaro, gran relator de los años del Pincha tricampeón de América y del mundo, pero no partidario, aunque por la radio seguía a los equipos de La Plata de visitante.
Aparece Juan Sebastián Verón con la Copa Libertadores, el capitán de la cuarta hazaña americana. En una fila aparece el equipo rojo y blanco a rayas, ¡los del 2009! Andújar, “Colo” Re, “Chavo” Desábato, Rolando Schiavi, Cellay, Enzo Pérez, “Chapu” Braña, “Chino” Benítez, “Bruja” Verón, Juan Manuel Salgueiro, “Mauri” Carrasco, Mauro Dobler, Juan Huerta, Diego Galván, Cristian Sánchez Prette y Agustín Alayes.
Los que visten “de gris” son los campeones de la Argentina en 2010. Damián Albil, Marcos Angeleri, Matías Sarulyte, Leo Jara, “Rana” Iberbia, Matías Sánchez, Gabriel Peñalba, Darío Stefanatto, “Roro” López, Leandro González, Agustín Orión, Facu Roncaglia, Maxi Núñez y el “Flaco” Pereyra.
Sí, verdadera “Noche de Campeones”, donde parece que “la despedida” cabe para muchos, inclusiva, más allá de Fernández.
Están los jugadores, de ayer y de siempre y están los socios, dueños del club y organizadores de la fiesta permanente, campeones cuya sola presencia inspira, creyentes de esta forma de religión que es el deporte de equipo. Ese amigo es Juan Manuel Cancio, señor que peina canas y cumplió este viernes 71, y que a sus 16 acompañó a Estudiantes hasta el “Teatro de los Sueños” de Manchester, viéndolo campeón del mundo. Solamente dos menores de edad estuvieron. Según me dice Juan, el otro era más chico que yo y era el hermano de Edgardo Valente (el ex presidente). Como la organización era distinta y no había tantos controles, aprovechó a hacer un turismo, recorriendo en su cumple los 5 pisos de Palco (Juan va al primer piso desde que en 2019 se inauguró el templo, cerca del de 55, con Pedrito, su cuarto hijo, que hoy ya cumple 21).
El hincha y esa propensión del espíritu a sintonizar con frecuencias emotivas de un pasado que se añora…. Me encuentro con otro que peina canas y lleva el pelo largo atado con una colita, nacido en 1956, Gustavo Panei, “Papelito”, en el dialecto de esa tribuna que sabe crear apodos entre sus personajes. Este porque siempre se las ingenia para llevar varios “tocos” de papel para lanzarlos en cada gol. Eso sí, si meten más de seis ya no tendrá más, porque lleva papeles por cada bolsillo. “Es raro que yo esté acá…” Lo miro, se frena, me engancho y da su remate pasional: “Yo estoy siempre atrás del arco”. Y sus ojos chispeantes se quedan al borde de la emoción cuando dice que “cuando Sabella renunció como técnico, en el barrio atendió a los hinchas, y como me reconoció terminó hablando y una mano del Profesor me acariciaba el hombro”.
El partido tiene tantos chiches y lujos como el propio escenario. De repente, en un ataque, se apagan las luces, el árbitro Héctor Baldassi, el cordobés no lo puede creer, porque los muchachos siguen el juego y no le hacen caso. Ni el estadio mundialista de su Provincia tiene esta tecnología de avanzada. El 100% de alumbrado es de LED, muy diferente a los demás estadios, y pueden prenderse y apagarse en cualquier momento, y por sectores, sin demoras ni problemas eléctricos. Estudiantes es el primer club de la AFA en incorporarla. El Wi-Fi 6 (sexta generación del estándar WiFi), que cuadriplica el ancho de banda y la cantidad de usuarios conectados en forma simultánea. El espectador con celular en mano podía entrar a una Aplicación que le permitía jugar con luces de colores de sus pantallas. La capacidad de conexión de internet llega a 10.000 megas, no hay quejas, salvo el que tiene “alergia” a los dispositivos de la ciencia. Pero lo que es imposible de medir es para todos y todas es el valor de un encuentro con el desconocido, algún ser humano que por la portación de camiseta ya tiene acceso a un afecto.
“Ohh, acá hay una escuela, soy soldado… de Sabella”. Perdimos la cuenta de los goles, pero el segundo tiempo presenta dos “figuritas” en el campo, por la cual se recordará también esta noche. Ingresó el hijo mayor de Gastón Fernández, un insolente que se animó a los grandes, primero los encaraba en todas, hasta que el papá le habrá dicho “pensá y tocá”, y así fue que el hijo convirtió dos goles. También entró el hijo del “Chapu” Braña, más chiquitito y con la misma impronta de metedor y astuto mediocampista.
Reminiscencias de un fútbol infantil que es otra escuela… En el banco de suplentes, con los jugadores del 2010, está Alejo Sabella, aquel pibe de barrio que era acompañado por su papá a los clubes VRADI (Villa Rivera) y Círculo Tolosano. Tanto él como sus hermanos y su mamá Silvana Rossi sentirán una emoción indescriptible cuando —finalizado el partido— se dio paso a un video en la pantalla donde salían fotografías de aquel que tomó una dimensión angélica; su voz, fina y firme a la vez, se esparció por el aire como una caricia contenedora. Después volvió a tomar el micrófono, como al principio, Gastón Fernández, y por si quedaran dudas de cómo era el entrenador como ellos, definió: “Alejandro nos llevó a ser un gran equipo que nunca se rendía. Nos hacía soñar que podíamos entrar en la historia. Hoy debe estar muy feliz en algún lugar, por vernos de vuelta con la camiseta de Estudiantes y jugando en nuestra cancha”.
En el mes de octubre, aniversario 54 de la conquista de la Copa Intercontinental (hoy es el Mundial de Clubes) los recuerdos son infinitos de esta filosofía futbolística. Que en 2009 precisamente le permitió a Estudiantes disputar aquella otra final con Barcelona. La filosofía estudiantil que arrancó siendo cuestionada en 1965 por propios y más tarde envidiada por otros. “¿Cuánto costó ese equipo del campeón del mundo del 68?”, sabe decir, mate de por medio, en su casa de 53 y 10, Miguel Ignomiriello, quien se encargó de las divisiones juveniles en aquel proceso. “Todo es una evolución constante”, sabe bien Juan Sebastián Verón, pergeñando otro futuro luminoso.
Si pudiéramos ver la humanidad como la ve Dios, veríamos guirnaldas de luces sutiles, como constelaciones en el cielo, pero desplazándonos en la tierra con el atuendo de un cuerpo. Las almas, cada única con un papel único, representaron una noche más una obra especial. No se pareció a ninguna otra en particular, fue única, irrepetible, como suele decirse, aunque al levantarme en compañía de mi madre albirroja pensé en que “estos jugadores ya casi todos retirados (salvo Andujar, Enzo Pérez o Rojo) hicieron que renazcan en la mente figuras que siendo campeones de los sesenta jugaban amistosamente en los ochenta, sumándose también aquellos que fueron entrañables ídolos de los ochenta y siguen siendo mimados pasado el tiempo (Gugnali, Camino, Agüero, por citar algunos, de los que primero se cruzan). Y, también un tal Sabella, cuya alma debe estar jugando otro papel especial.