Todos para uno…
Mientras a la familia Regueiro, unida y sencilla allá en Ringuelet, estará a la espera de una verdad con todo el derecho que emana de una ley, el fútbol profesional continúa con los derechos y obligaciones de los que trabajan como jugadores empleados por un club. Verdades mundanas que se mezclan con los colores de una verdad espiritualizada, una sola verdad para la vida, que dice que al vivir nadie es más que nadie, y hay una sola verdad: el amor, de la que emanan valores como es el respeto, la comprensión.
Vivimos otro partido en La Plata, con Estudiantes-Lanús, y una bandera roja y letras blancas llevó el seudónimo con que llamábamos a quienes conocimos a ese buen tipo, muy hincha de Gimnasia, el “Lolo”. Fue la primera vez con fútbol en La Plata —organizado por la AFA— sin su presencia, o su permanencia eterna que va a recordarse cada vez que hay otro “espectáculo” cruzando el Bosque, al otro lado de las pasiones.
Minuto de silencio. Son las 19 horas. Los profesionales se ponen de un lado y de otro, anmte más de 20 mil personas, calladas inmediatamente cuando la voz oficial del estadio pide un momento por César Gustavo Regueiro. El árbitro hace sonar el silbato y el aplauso crece hasta que el lagrimal se afloja. Unos se sientan. Otros saltan, saltan mucho.
Hace 20 años, con la muerte de Edgardo Fabián Pratola, quedamos así, ausentes pese a estar presentes, como si arrastráramos el cuerpo de dolor hasta una cancha. Solo que el mismo día de su partida (que se hizo larga por la enfermedad) el Pincha tuvo que jugar su partido y lo hizo, aunque había consenso con la TV para suspender, pero el “Ruso” quería que jugaran. El amor al fútbol. Se recuerda que al otro día, en La Plata, el Lobo disputaba con Argentinos, y los veintidós futbolistas se apostaban en forma circular, en silencio, y que el estadio rompió sus palmas en un silencio conmovedor. En el alambrado había un trapo pintado con letras azules, de un grupo de hinchas de Gimnasia que daban testimonio de los valores humanos de Prátola, “los pibes de 122 y 528”, la esquina donde se crió Prátola, a unas dos cuadras de donde jugaba el “Lolo” en la vieja cancha de Los Tolosanos. El fútbol, la pasión, es una institución nacional, parte de la personalidad argentina.
Como suele pasar, los primeros minutos se cuelan cosas de afuera, del pasado, mientras los muchachos ya disputan el esférico. Allá por 1997, el “Lolo”, el hincha que había sido jugador amateur y ya dirigía a Círculo Tolosano y estrenaban camisetas ropa que les trajo como obsequio el “Ruso”, el futbolista) quien en ese preciso momento jugaba en el León de México.
No hay caso, el duelo está haciendo su parte, una parte no quiere ver ni analizar el fútbol de Estudiantes-Lanús, como el de Banfield-Gimnasia, y hasta no me hace cosquillas la definición de la Liga Profesional. Ni las apostillas son tan lindas, como aquel primer partido que en 1931 apuraron Estudiantes y Lanús, que terminaron cuando iban 8 a 0, porque a los 23 minutos del segundo tiempo el capitán granate Edmundo Piaggio le pidió al árbitro Lorenzo Martínez que pare el juego. Y así fue.
En el gremio del periodismo hay gente macanuda. Hoy volveré a acudir a muchos de ellos, que me ayuden a escribir esta crónica. “Van 15 minutos Estudiantes es el mismo de siempre” decía el Profe López, a lo que el otro comentarista Sebastián Gatti le suma: “Sí, yo estaba por decir ‘no me gusta’ Estudiantes” (ambos trabajaban en una cabina de La Cielo). “Esta particular versión de Estudiantes hace que cualquier equipito parezca bueno. En menos de veinte minutos el rival pudo haber abierto el marcador dos veces” (Martín Ortíz en el aire de La Redonda).
Después de salvarse, sin que sea asedio, los del interino Quatrocchi llegan a la conquista, a través de Leandro Díaz, y “por más que el VAR lo vaya a revisar, para mí no hay dudas, es 1 a 0 tras un error de Monetti”. El centro de Zapiola iba con veneno… pero ¿con qué habrá sido que le pegó Díaz” (se preguntaba Raúl Ronco, en Nuevos Aires 99.7, con sonrisa de quien es confeso pincharrata y con gusto por la táctica, agregaba: “Ni Godoy ni Mas suben tanto…. ¡Que trabajen los delanteros. Ellos defienden…”.
Llegó el minuto 39, “contra de Castro a toda velocidad y entrada del Loco Díaz, para el segundo gol personal, sacándose toda la mufa de encima” remató en el 2-0 Claudio Cardoso (Keops 90.1). Ah, cuando se gana, siempre todos los gatos son pardos suele decirse. “Pablo es uno de los mejores tipos que he conocido en mi carrera periodística”… “y qué bien está físicamente, mejor que cuando jugaba”, dicen en la emisora. Y cierre del primer tiempo.
Ronco es transparente. “Al Loco no lo pongo de figura porque los goles fueron de chiripa, pero no es el Díaz descontrolado de otras veces”.
Entretiempo. “¿Quien hubiera dicho que se hubiera ido al descanso con un resultado tan holgado?” (Ortíz)
“No seamos incoherentes si criticamos los cuatro amonestados, porque le hemos pedido enjundia a este equipo” (Profe López).
“Comenzó errático y pudo estar cuatro goles arriba” (Gatti).
Y al rodar el esférico, esos cuatro para los de Quatro-cchi anduvieron rondando el pórtico de un rival que ya venía de recibir cuatro… A los 13 minutos Boselli define bien, el hincha lo canta, la tecnología le saca la alegría que duró unos instantes. Quince minutos después Boselli se desquita definiendo “con una palomita… como si fuera un pibe” (alarido de Juan Pablo Weisse por AM 1390).
A los 36 minutos José Sand acorta la diferencia, 1-3. No quedó tiempo para más y la escena de un abrazo deja a Andujar y Sand charlando alguna cosita, como si dijeran qué poco nos queda y es hora empezar a disfrutar el tramo final de nuestras carreras…
El León se reencontró con la victoria después de no verle la cara durante 5 fechas. “Se quedó corto”, remata Feno Tartaglia (Provincia 1270) haciendo alusión a la diferencia, y al buscar figuras sube al podio a Andujar: “Cuando el equipo lo necesitó, apareció en su mejor dimensión, porque defensivamente hoy Estudiantes fue más de lo mismo”.
El torneo va esfumándose lentamente. El viernes seguirá ante un rival durísimo, Huracán, en el Tomás Ducó.
Hace muchos años, en algún momento, por otros descuidos, la muerte estuvo en un Estudiantes-Huracán. La sociedad fue cambiando, los motivos por el que algún grupo de personas perdió la razón habrán sido otros. Continuamos. Como pudimos, la gente siguió andando y cada tanto se mandó a la cancha. Lástima que compró un falso mensaje. El que largó la bola de la enemistad acérrima, esa falacia, cuando la verdad es que uno y otro están combinados, desde el vamos, desde que nacieron…