River fue un León
Que valga el juego de palabras, porque una vez River usó en su escudito un León cubriendo el contorno de su Monumental. Lo hizo Caloi (el mismo que inventó “Clemente” para el Mundial del 78). Le pidió la Comisión Directiva del presidente Hugo Santilli (padre del actual político) para sacarse el mote de gallinas. El empresario habría propuesto un águila pero el dibujante le hizo el primer boceto donde apareció el rey de la selva. Lo cierto que River en febrero de 1984 estrenó su logo y pudo salir deportivamente —no por un accesorio, claro está— de las malas campañas del 82 y 83 que lo habían sentado en la última fila en la tabla de promedios. Y colorín colorado, con el escudito del “leoncito” ganó su único título mundial en 1986. Comentaban que la misma gente de Estudiantes les dijo que El León original es el de La Plata. Y un día River volvió al que lucía antiguamente y sigue usando hoy.
Que valga el juego y no de palabras, sino el juego deportivo. Porque perder está en los riesgos del juego y mucho más cuando lo psicológico surte un efecto clave en los muchachos. El 0-5 podría tener una pila de argumentos, pero el número uno es que perdió su conductor, Ricardo Zielinski. Y por más interino tipo “bombero voluntario” que parezca el bueno de Pablo Quatrocchi (tercer interinato que toma por unos días, en marzo de 2019 ganó el clásico, y en diciembre de 2020 le ganó a Vélez y cortó una racha histórica de 15 sin ganar). Mirando las formaciones de los tres partidos, no se repite ni un solo jugador en las tres formaciones de esos interinatos… ¿Estará siendo el mercado voraz con los pibes? ¿Tan poco juegan con la camiseta?
Van 25 minutos, Borja arquea todo su cuerpo y busca el tiro cruzado, pero la pelota toma un “venenoso” efecto que al pibe Pourtau le pega en los guantes y la pelota “viborea” se le mete en su arco. Viene la lluvia de críticas despiadadas. ¿Será que reivindicamos tan fácil el ser argentinos? Estudiantes va perdiendo, sí, por un gol de los “infantiles”, pero la condena parece la de un infractor a alguna ley de la Constitución.
Que valga la memoria, porque a un grande como Poletti tuvo un arranque con críticas por un gol ante Gimnasia en 57, el primer partido que Zubeldía como DT se presentaba “en público”, en un amistoso. Hablando de Alberto José Poletti (el Flaco que llegó de Sacachispas), hace unos días quien suscribe tuvo el gusto de compartir una comida entre numerosos albirrojos, intercambiar un par de impresiones futboleras, que siempre están entrelazadas con la vida. Como al final quedaron entrelazados nuestras manos apretadas (¡qué dedos largos, maestro!), las manos que hace 54 años esperaban el 16 de octubre para ser el campeón intercontinental en el estadio del Manchester United.
Pourtau tiene que dormir tranquilo, y seguir laburando como hizo desde jovencito, y si nadie le contó cómo fue aquel arranque de Poletti.
Tres minutos habían pasado y el mismo Borja sacude furioso arriba, ángulo, 2 a 0. colombiano surgido del Junior de Barranquilla (ahí mismo donde jugaron Juan Ramón Verón y Camilo Aguilar, dos pìnchas de los coperos y que allá en tierra cafetera ganaron el título de 1977). Por supuesto que los rezos del creyente Borja no recibieron ayuda celestial. Dios es Unico, pero las acciones son de cada ser humano por cuenta propia.
La gente del “Millonario” empieza a disfrutar, como Osvaldo Tobes, quien supo coordinar una Filial de Ensenada hace varios años, y hace unas semanas volvió al lugar de sus sueños para ver jugar a su hija en el fútbol femenino, River-Villa San Carlos. “¡Mirá quien me vino a saludar!”, bromeó el fana.
“Olé, olé, ola, lá, Gallardo es de River, de River no se va”, baja el cántico en un templo futbolero donde esta misma noche se alargaba el récord del “octavo Monumental con entradas agotadas”. Ayer se expendieron un total de 72.054 tickets, y la estadística que tira el club dice que “desde el 22 de febrero habrá desfilado 1.657.162 personas”.
Vale escuchar a los colegas y entre tanto show pescar alguna cosa estudiada (“recién en su séptimo partido a Pourtau le pudieron convirtir”). Un relator se involucra en el rol del comentarista (“Ahora con espacios es un partido para Solari”, le dice Raúl Taquini a Buscaglia en una señal televisiva para el exterior, TNT Sports). “Un día de semana, el que viene a la cancha y anda en bondi, llegará a su casa a las 2 de la madrugada, y mañana a las 6 arriba para laburar”. Esta última es una que todos los que estamos afuera del negocio pero no del espectáculo deseamos escuchar. ¿Quién la escucha…?
Punto final de la primera etapa. Si el Monumental ha sido mega difícil en la historia (para los dos clubes platenses), esta experiencia de octubre de 2022 será tomada en adelante como otro claro ejemplo. El rapado y moreno De la Cruz pareciera que está con una camiseta mangas largas, al revés de todos los jugadores de campo. Pero este otro colombiano lleva una térmica color blanca, y demuestra que el clima de Buenos Aires nunca será igual que al de su tierra más cálida. Lo importante es que rinda, y mete el tercero.
River quiere entrar a la próxima Copa Libertadores y “por qué no hoy por hoy ganar el campeonato de la Liga”, se anima desde una cabina radial (La Red 910) el relator Leonardo Gentili. Fue el comentario de muchos cuando en los últimos quince minutos el local clavó tres tantos. El de Solari con pasta de crack (tiene que ser nieto de un ex campeón de Libertadores en Estudiantes); el de Barco, de zurda y al ángulo; y el del cordobés Suárez, Cuyo festejo es una postal de cuando la cosa anda bien en todos los sentidos: nueve jugadores de campo que van a festejarlo con el autor del gol.
“¿Hay liga para River, le alcanza para el título de la Liga? Dame la tabla”, apura Hugo Balassone al compañero encargado de información en estudios; “¡está a seis!”. Un vestuarista intenta pinchar el globo: “Nunca ganó 3 partidos seguidos, la veo difícil”.
Terminó 5 a 0. Para Estudiantes, había una vez otro resultado idéntico, que se dio “en otro fútbol”, el 8 de noviembre de 1959, con anotaciones de Sarnari, Menendez (dos de penal) y Onega por dos. River tenía estrellas muy grandes, pero sin saberlo recién entraba a su más largo período de sequía sin conseguir títulos (1957-1975).
Más adelante, el 18 diciembre de 1985, hubo allá una derrota 1-5 (gol pincharrata Daniel Rodríguez, el recordado y querido “Pata”), metiendo los goles ganadores Amuchastegui, Enzo Francescoli y Claudio Morresi (tres). Era el tiempo en que River usaba como escudito el “leoncito”.