El Pincha no devaluó y con su peso se trajo oro de Brasil
Un sabio de la filosofía nacida en los tablones, Pepe Salanitro, andaba en Curitiba rogandole a sus dioses por un buen resultado después de sacarle hasta la pelusa a sus bolsillos. Llegó a Brasil habiendo gambeteado tantos aumentos en nuestra República. “Estudiantes nunca te deja a pie”. Mucho sacrificio para cumplir con el Pincha, trabajar sábados y domingos para juntar los billetes tan devaluados de la ArgenPincha”. El fana salió el martes y llegó el jueves para estar en el cumpleaños que se prometía festejar lejos de casa. El cumple del Club, que entonó a las 00.00 en punto del 4 de agosto, junto a su hijo Francisco Salanitro, y otros guerreros albirrojos, Sebastián y Juan Icardi. “Que tanto sacrificio no haya sido en vano”, se iban dando fuerzas.
La previa es linda, en cualquier espectáculo deportivo, muchas veces más linda que la salida. No aguanté y la llamada entró a Berisso, donde vive Lucas Ochandorena, quien jugó desde la Novena en 1999 hasta una “Cuarta que Mata” de 2004 de la mano de “Paolo” Trama; después, saltó a la Tercera cuando y estaba en el club otra vez Carlos Salvador Bilardo. Este “Vasquito” bueno viene de dirigir 7 meses al Santos FC -fue asistente técnico de Fabián Bustos-, y del mítico club de Pelé y de Neymar cuenta algo de su mística: “Un lóker del vestuario está cerrado, es sagrado, porque ahí dicen que dejó algo escrito O Rei cuando se retiró”.
-Lucas, ¿enfrentaron al Paranaense?
-Sí, le empatamos 2 a 2 en esa cancha donde juega Estudiantes.
-¿Cómo le jugarías vos, con qué táctica?
-Es importante contener las bandas de Paranaense porque son muy rápidas. Usan el 4-3-2-1, extremos con mucha velocidad, lo importante es que esos extremos jueguen lo más lejos posible. Esperemos que funcione bien la vieja y querida pelota parada.
Antes de que arrancara el partido me repitió la palabra “control” tres veces, mientras se sentía que ya estaba la cena servida en la ciudad del inmigrante. La odisea en Brasil lo llevaba a jugar 9 cotejos por semana, “remolino” de fútbol entre el torneo Estadual, el Paulista (el Paulistao), Copas (Sudamericana o Libertadores), el Brasileirao y la Copa de Brasil.
Arrancó en el “Caldeirao”, que rima con “Mineirao”, donde en 2009 el “sabelismo” obstruyó a Cruzeiro en una final de América. “Miren que hoy soy el del cumpleaños, eh”, parecían decir en su porte ganador los de La Plata. El arquero Bento voló para sacar una por arriba del caño. El ex Manchester City, Fernandinho, patrón del equipo, buscaba manejar los hilos y pronto se dio cuenta que los de blanco (camiseta alternativa) no eran sencillos. Aunque si anduvo por Manchester, tal vez se haya enterado que el otro club de la ciudad de las fábricas fue vencido hace 54 años por Estudiantes.
Allá arriba están los hinchas, los dirigentes, todos juntos en un estadio, donde parece existir el único espacio para los sueños creíbles. Los que estuvieron allí se llevarán premio de “bonificación” en la cuota societaria durante los próximos tres meses (lo anunció el periodista platense Federico Bueno en la transmisión de señal internacional con los relatos de Closs).
Allá abajo, el sacrificio habrá sido el juramento de vestuario. La raíz de la palabra que en español se lee “sacrificio” viene de “sagrado”. Eso se nota en el campo, una respuesta donde la técnica, el físico y la moral es una sincronización. Pero el fútbol es único, tanto como el brasileño, que de repente, y cuando todo parecía “bajo control”, se encuentra con que el árbitro venezolano sanciona un tiro libre penal. Pero se acude al VAR para que el árbitro pueda verlo mejor. En un minuto el penal no será pateado. La mano de Godoy fue casual, quiso correrla de su cuerpo, ¡no se la podía cortar, muchachos! Para otros, sí fue infracción.
Se despertaba Paranaense, “la triangulación la hacen bárbaro”, apunta Feno Tartaglia por la radio pública. Estudiantes quiere esta vez la “quinta copa Libertadores”, después de sumar la estrella anterior en estas latitudes, contra los azules de Cruzeiro, que aquella vez tenían en el fondo a Thiago Eleno, hoy capitán de los rojinegros. Los pibes están muy absortos, queriendo ir por la gloria, como lo pudieron hacer aquellos hombres (promedio de edad más alto que el plantel del Ruso), con un Salgueiro y La Gata (tenían 26 años), Cellay (28), Desábato (30), Verón (34), Schiavi (35), Re (38), Calderón (39).
Pasó el primer tiempo y el 0 a 0 va marcando que no hay devaluación de la mística. Que el trabajo silencioso “de hace un mes” planificado por el cuerpo técnico hace mella en el juego del anfitrión. Se equipararon los niveles. Confesaba el berissense Ochandorena, que viene de estar inmerso en el “fuchibol” del país más campeón de los Mundiales, que “con los brasileños ya no se puede competir, por el nivel de la liga, por el poderío económico y hasta por los estadios”, se sincera en su análisis.
En la espalda de la camiseta Athletico se estrena un sponsor, una casa de apuestas deportivas y juegos online con mas de 50 años en el negocio. Estudiantes hoy juega con la camiseta y va a romper pronóstico. En el entretiempo siguieron cantando hasta agotar los pulmones.
Como dicen Pregal y Turner cada miércoles a las 20, “Acá hay una escuela” (La Cielo y Youtube del programa partidario); esa escuela trabaja un partido de 180 minutos. Imagino algún pizarrón que recuerde frases y subraye objetivos, como les enseñó Zubeldía. Otro querido ser humano surgido de las canchas polvorientas de las Divisiones Inferiores y de la Liga Amateur, allá por los años ochenta, Marcelo Tedesco, “Catarro” (hizo de 9ª a 6ª en Estudiantes, 5ª y 4ª en Gimnasia, luego Asociación Brandsen, For Ever, Alumni de Roque Pérez y Ferro de Dolores) me advierte del sacrificio de la alta competencia, de futbolistas profesionales a los que en el futuro les costará caminar sin tener problemas por la misma sobreexigencia física. En la semana que pasó (como un señal de la batalla deportiva) lo veo caminar a Carlos Oscar Pachamé con un bastón, por las calles céntricas. Pese a los dolores del cuerpo, de todos modos, va a pasito ligero, pero con las visibles consecuencias del alto rendimiento durante 15 años de futbolista profesional. “Soy bostero -dice Catarro-, pero el pincha está bien y con la fortuna de que no le dieron el penal, para mí no fue”. Entre los guerreros está Fernando Zuqui (30), que con sus piernas chuecas pareciera no sentir el dolor ni el cansancio. Tal vez mañana lo padezca el mendocino.
Zuqui, como zorro, protesta todo, y forma parte de esa estrategia que aletarga al “Furacao”, equipo que lleva 4 jugados en casa por la copa (los 4 triunfos) y 52 partidos en el año (con 25 ganados). Desde su casa en los Monoclock de La Favela, Rocky, profesor del boxeo Pincha, se emociona: “Veo es que están metidos, como enojados, y hasta bichos con jugadas para ganar tiempo, ¿viste? Zuqui o Rogel, dos que no se hicieron en este club, meten terriblemente”.
Están defendiéndose con la pelota, la idea del DT es “laburar” así y por ahora sale. Y otra vez el arquero Bento saca un “bolón” sobre un parante. Parecía que lo podía ganar, aunque también se podría decir que, si se quedaba sin resto por esas ganas, lo podrían “embocar”.
Diego Latorre, comentarista de la TV, sospechaba que “a Paranaense se le reducen los espacios y se la va bajando la persiana”. Faltaban los últimos 25 minutos y faltaba una decisión, un par de decisiones que tomó Felipe Scolari, “Felipao” (campeón del Mundial 2002 y amo y señor de una Libertadores siendo DT de Palmeiras). Dos cambios al unísono que empezarán a ensombrecer el panorama platense. Al ataque los brasileños, a los 72 minutos con un cabezazo defectuoso casi en el área chica, y a los 74 con un misil que dejó haciendo “vista” a Andújar.
Un córner y un cabezazo letal que puso el 1 a 0 en el marcador. “Se presentía”, ahora decía Latorre. Fuera de los límites del campo le daban felces cachetadas a la cabeza calva de Thiago Eleno (aquel que jugó para Cruzeiro la revancha la Gran Final ’09), ahora autor de la conquista (“primer partido de Eleno en Paranense y primer gol”. Pepe allá arriba quizás se haya sentado. Pero volvió a creer en sus dioses y algo le cambió el ánimo, el VAR, que anuló un “orsai” màs que notorio.
Esos arbitrajes que gozaron de mala fama para los visitantes en el historial de esta Copa, por lo visto, estaría cambiando con la ciencia. Los referís localistas (cuando no entreguistas) siempre tendieron a perder prestigio porque hacían “su justicia” y no la de los demás…
“A Paranaense les cuesta marcar, lo hacen en zona, no marcan al hombre” me decia Ochandorena, y algo de eso pudo verse, cuando en el minuto 94 quedó solito Pellegrino, pero su latigazo no fue.
A casa con el empate. Diego Raimundo, jefe de prensa, hace la intro de la conferencia y aparecen las voces del DT y de un jugador para develar sensaciones de vestuario (una concurrida presencia de medios platenses en el vecino país). “Hace muchos años que Estudiantes no estaba jugando en esta instancia”, remite a los libros el Ruso; dijo “16 años”, cuando son “13”, pero s’egual, diría Minguito (aquellos Cuartos de Final fueron con Defensor Sporting de Uruguay en junio de 2009). Pero la esencia del mensaje era ésta: “La historia la escribe uno mismo”, dejando claro que si uno hace las cosas muy bien, no sería tan trascendente preocuparse por lo que hace el vecino.
Este León, suelto en un amplio campo sintético, tuvo en Manuel Castro (26) a otro pibe con la esperanza latente de zarpazo, casi a la misma edad que tenía Boselli en 2009. Manu no se disgustó con ese tipo de superficie, “le agarramos la mano, es rápida y a mí me gusta”.
En Curitiba, la página oficial del club dejó su sentencia: “Terminou com um empate em 0 a 0 amargo para o Athletico. Amargo pelas chances criadas e não aproveitadas, por um gol anulado, por um pênalti marcado e inexplicavelmente abortado”.
En la noche gélida de La Plata no hizo falta tanta calefacción hogareña. Allá en lo alto, Pepe, viejo amigo de las canchas inhóspitas, se abrazaba y cantaba otra vez el feliz cumpleños. En su orgullo de hicha (que fue delegado de fútbol infantil) guarda los mejores recuerdos de Jonathan Silva, que ayer en redes sociales saludaba por los 117 años. Para Pepe, el “Jony” o “El Corre” -como le decían en la escuela- pudo cumplir los sueños y salir de pobre con las piernas.
“Fuimos como puntos, pero teniendo a Rogel y a sus Espartanos, Estudiantes nos devolvió cada peso que gastamos”, me manda un Wathsapp mientras arrancaban los 1.800 kilómetros de vueltas, 36 horas tocando bocina, pero sin hacer alarde. Hasta que los recibió este hermoso viernes soleado en su ciudad de plata, donde la inflación hace estragos, donde el billete se devalúa, a no ser que chapees con que sos de Estudiantes y en Brasil iguales a clubes que son potencias. Por los “porotos”, por la historia, el peso de Estudiantes sacó un resultado que se cotiza como el oro.
Por Gabriel “Colo” López
@Twitter: cololopez74