Gloria Guerrero: la confianza y la verdad. Obras, Iorio, Cerati, Spinetta y Luca (y el caso Bulacio).

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La periodista en la que Charly García, Pappo, León Gieco y los Redondos confiaban para contarle sus novedades en “Las páginas de Gloria” de la revista Humor (R), recordó a Ricardo Iorio, Luca Prodan, Gustavo Cerati y Luis A. Spinetta. Guerrero también habló de su libro dedicado al Estadio Obras, repasó sus orígenes radiales familiares y su seguimiento del caso Bulacio. En diálogo exclusivo con VIVE -grabador mediante- Gloria se explayó sin filtros en un encuentro matinal en un café del porteño barrio de Boedo. El reportaje inició pidiéndole a la cronista que se autodefina:

¿Quién creés que sos, Gloria Guerrero?

Si yo a esta edad (67) supiera quién soy, podría morirme mañana, pero la verdad no; tengo una idea aproximada, pero… el día que te definís palmaste. Lo que sí tengo, un montón de laburo encima y un montón de cosas muy lindas que viví, y un agradecimiento enorme por haber podido conocer gente que era fuente de luz y de maravilla, un privilegio, siento que soy parte de eso.

Tu padre trabajó en Maipú 555, edificio en el que funcionaban radio El Mundo, Mitre y Antártida.

Sí, claro. Papá era el subgerente técnico. En esa época no existían las FM; la FM de Mitre que después fue la FM 100, la hizo mi papá. Y hay mucha gente que todavía se acuerda del “flaco” Guerrero. Mi viejo era un loco, tenía unos grabadores Revox, unos parlantes alemanes, o sea, un diletante del sonido; uno de los primeros cuadrafónicos estuvo en casa. Y ponía la música al palo para horror de mi vieja, en el living y el tipo era un loco del sonido.

¿incidió en tu vocación acompañarlo a tu papá a las radios?

A mi papá no le gustaba, yo era la primera mujer que hacía esto en América Latina, aunque él prefería que yo hiciera esto y que fuera a las 10 de la mañana de un domingo a cambiar discos al Parque Rivadavia, de día, a lo que hacían todas mis amiguitas, que era salir de noche; entonces parecía más sano. Me cuidaba de a dónde iba yo, todos estos tipos con pelo largo, en fin, plena dictadura, también. Pero lo que me dijo es: “Por favor te pido una cosa: no hagas radio, nunca.” (se ríe).

Gloria no le hizo caso a su papá e inició su extenso recorrido radial en Del Plata, (cree que en 1981), escribiendo para el programa “9 pm”, de Lalo Mir; la locutora de aquel espacio era la recién egresada del COSAL Elizabeth “Negra” Vernaci.

“Pero no había otra opción”, explicó la entrevistada, “enseguida era necesaria la radio en esa época. Había mucha música para poner, mucha música para difundir, Lalo hacía un laburo maravilloso, los musicalizadores también. Y ahí conocí a todo el grupete que todavía nos seguimos juntando, de aquella época: operadores, coordinadores, y demás, hicimos una amistad muy linda”.

Nadie gana plata escribiendo libros.

Alrededor de 1976, Guerrero comenzó a escribir en la revista contracultural Expreso Imaginario, desde 1981 hasta 1994 informó con sus páginas en la publicación de humor político satírico en la que también era secretaria de redacción. En los 90s y los 2000 fue editora en Rolling Stone y reportera para La Mano, entre otros medios con los que colaboró. Y tiene tres libros editados: La Historia del Palo (Diario del Rock Argentino 1981-1994), de 1995, Indio Solari, El hombre ilustrado (2005) y Estadio Obras. El templo del rock (Elogio de la sed), de 2010.

¿Qué representa tener parte de tus trabajos periodísticos publicados en libros?

La historia del palo no lo pude reeditar. Es un libro escrito por mí, pero con la idea de (el director de Humor, Andrés) Cascioli de juntar todas las notas y publicarlas; yo tomé un par de decisiones: una era que fueran solo notas argentinas, ahí estaba, por ejemplo, Bruce Dickinson, también, yo hacía notas a gente internacional, brasileños… Solo nacional. Sin índice, para que se pudiera ir leyendo, porque hay varias notas a la misma persona que vos ves si evolucionó o involucionó – bah, de acuerdo a cada uno. Y el segundo requisito fue no tocar nada: tal cual fue publicado en su momento, así está. Lo que se hizo quedó, con el lenguaje de la época, por ahí en algún lado, no sé, te invento, puede decir “salió con fritas”, ¿y qué es eso?, o “sos un mocasín”, tal cual fue. Si son cosas que se publicaron yo no las puedo andar maquillando. Después Cascioli falleció, pero los derechos eran de Ediciones de la Urraca, a mí me tiraban un huesito… En un punto me jodieron también, hubo una reedición importante de la que yo no me enteré, se entera gente (que) iba a Musimundo y me dice “tu libro está la segunda edición”, y digo “Uaaah, ¿por qué no me avisan?”

Para no pagarte.

Exactamente, y pasó muchísimo tiempo, pensá que esto fue ‘95. Algún día será de dominio público, no sé cuántos años pasan, pero yo no me preocupo por eso.

Alguien lo escaneará y lo subirá.

Ah, ja ja ja. Después, el segundo libro, el del Indio, lo hice por encargo de Sudamericana. Con todo el tiempo que pasó todavía me siguen llegando las rendiciones de Sudamericana que ahora se llama Random House Burumbumbum Mondadori Sarasa, porque lo venden como Ebook.

¿Hiciste plata?

(risueña) No, no, no, pero, por ejemplo, dice, a guita de hoy: 600 pesos, ¿no? Me cago de risa, pero siguen llegando todavía, siempre hay un pibe que está comprándolo, que lo ve y que no lo tenía. 600, 300 pesos, nada, entendés, ni este café, pero no, no pasa por la plata. Y la respuesta a lo que dijiste es: nadie-gana-plata… editando-libros.

En cuanto a “Indio Solari. El hombre ilustrado”, Gloria prefirió no ahondar sobre el libro dedicado al cantante de Patricio Rey y sus Redonditos de ricota: por respeto al artista, prefirió no compartir su sentir respecto de la reacción del vocalista cuando ese volumen se publicó. En cambio, se dispuso con excelente ánimo para hablar sobre su último trabajo editado, en el que reconstruyó la vida del estadio Obras Sanitarias, también conocido como “El templo del rock”.

“Estoy totalmente orgullosa, se puede enseñar en colegios. Cuando yo hacía toda la cronología decía «Uy, esto me aburre, me aburre…», entonces en el medio, con otra tipografía y a dos columnas voy a hacer las notas, entonces, cuando te empezás a enhhh (gesto de aburrimiento) te sale Charly, o esto o lo otro hablando, además totalmente coloquial, aunque el libro no es coloquial. Y cada una de las charlas a los tipos les encantaba, todos: Juanse, o Andrés (Calamaro) lo hizo por email; y la de Charly es la única que no fue presencial, porque el primer Obras yo lo había puesto en la revista Humor, entonces copié eso y ya está. Y todos los demás, desde Adrián Otero, (Juan Carlos) Baglietto, o Pil, Pericos, estaban re chochos de decirlo porque en ese momento, hacer el primer Obras siempre fue, como decía el “Negro” Tordó, de La Mississippi: era ponerse los pantalones laaargos. Y después pude acceder a los… eh, estas cosas que hay en letritas chicas.”

Sí, la lista de espectáculos del estadio.

La lista de cosas que se hacían, donde vos tenés a Pimpinela y el campeonato de karate, y después dice Spinetta, ¿entendés? Eso fue gracias a Alicia Díaz, que laburaba en Obras, y también tuve el privilegio de hablar -que falleció poquito después- con el encargado de Obras, un señor mayor, que contaba todo, todo, todo, porque Obras primero fue Obras Sanitarias, el agua. (Héctor “Chiche”) Roselló. Me lo acuerdo con mucho cariño, que era un tipo super amable, y desde los jefes de seguridad, está todo, ¿viste?

Y con el tema de las fotos arreglé con Eduardo Grossman, nada menos, que son la mayoría de blanco y negro, y quién le siguió los pasos, y hace las más modernas: Lucía Grossman, su hija, que era una de los tres fotógrafos estrella de la Rolling Stone, donde yo laburaba, entonces hice un arreglo, padre e hija. Y lo otro, muy divertido, lindo, fue encontrar los afiches de la época, que para eso hice un laburo en las revistas Pelo y Expreso Imaginario de la época: escanear, qué sé yo. Los diagramadores del libro (se ríe) se querían matar porque, había que ir intercalando estos afichitos y fotitos y estaban chifladitos, pero bueno. ¿Y qué hacer en la tapa? Nadie me quiso decir bien, yo creo que son La Vela Puerca o No te va a gustar, pero sin decirlo para que sea una imagen que sí…

Porque lo importante es Obras y no las bandas.

Claro, y no poner a Luis (Spinetta) en la tapa o a Charly (García), o a quien sea, que no se note quién es.

Esos testimonios tienen la magia de la gente que estuvo desde el comienzo.

Y además hay una mística extraña: ¡los baños de obras!, los baños de obras necesitan un libro aparte.

No los recuerdo.

(Enfática) ¿No te los acordas? No tenían puertas, en los gabinetes, por lo menos el baño de mujeres, una cosa que no sé, no podías eentraar al baño de Obras, o sea, vos entrabas y estaba el inodoro y estaban las chicas ahí pintándose, y vos estabas ahí, ¿viste?

Iorio y la Incredible String Band.

Como el reportaje se realizó 14 días después del fallecimiento de Ricardo lorio (24/10/2023), fue oportuno pedirle a Guerrero que recuerde a quien reporteó cuando integraba el grupo V8.

“Uhh, nos conocemos hace mil años, sí. Yo tengo una que es alucinante porque, a ver, te tengo que situar: (The) Incredible String Band es una banda escocesa, folk, hippie, del año 66, 67, que yo soy fan, acá es muy poco conocida y, soy fan desde chica. Varios cantantes que conocemos: Robert Plant, Bob Dylan, mejoraron o se inspiraron en su manera de cantar escuchando a uno de estos chabones, porque cantaban dos. Es una música psicodélica, folk, ¡escocesa!, o sea: no se puede creer. Cantaba en cuartas de tono Robin Williamson. Bueno, ¿qué pasa? Yo ya lo conocía a Ricardo, por laburo: él sabía quién era yo, estábamos en el B.A. Rock del 80 ¿y…?

¿En el que tocó V8? Se realizó el 6 de noviembre de 1982.

Y yo estaba de este lado del alambrado, del lado de producción, y se me acerca al alambrado y (imposta la voz): – ¿Qué hacés, Gloria, qué hacés Gloria, qué hacés?”, – ¿Qué hacés Ricardo, todo bien?

¿Ya hablaba así?

Sí, hablaba así, y me acerco el alambrado y me mira y me dice: “Patos en una charca: “Ducks on a Pond”, es uno de los temas de Incredible String Band. Le digo: – ¡Vos no podés saber eso!, vos no podés saber eso. – ¿Cómo que no puedo?, sí puedo, yo escucho a la Incredible String Band. Me mató, amé, adoré, porque digo: este pibe sube: ¡Ah rarua, bebebebe! Y, el tipo me dice “Patos en una charca”, que es como un código, casi, y de esto te estoy hablando hace 40 años. El tipo escuchaba la Incredible String Band, una cosa imposible de creer; porque él sabía que yo escuchaba eso, o sea, lo podíamos entender él y yo nada más. Tenía una amplitud de cerebro, o por lo menos de curiosidad en aquella época, que lo hacía escuchar de todo un poco, no era un tipo cerrado, y esta anécdota no me la olvidó porque era impensable, ¿entendés?, que él te dijera eso. Y después, la última vez que lo vi, creo, fue cuando sacó el disco con Flavio (Cianciarulo).

Peso argento.

Sí, lindo disco, ahí nos vimos. Y después, bueno, la vida nos fue separando, y yo ya no lo reconocía mucho, cambió mucho, pero me acuerdo de las buenas cosas.

Un tipo muy culto

Muy culto. Muy cerrado, después, culturalmente. Bueno, claro, después derrapó un montón, porque una cosa es el nacionalismo, bien entendido, otra cosa es el nacionalismo, mal entendido, otra cosa es el anti semitismo, y otra cosa, la famosa frase que Lerner no puede cantar el himno, que salió en Rolling Stone, de un destacado, cuando yo estaba en Rolling Stone. Ahora yo, me gusta más recordarlo como los cortes que hacen en edición en Bendita, con Beto Casella, ¿entendés?

Un tipo divertido, amoroso, tierno.

Sí. Era muy lector, y qué sé yo, pero después bueno… mucho alcohol, mucha falopa también, eso te quema, te termina quemando, o sea, hay un tiempo en el que vos podés hacer algunas cosas y después no las podés hacer más. Te convertís en otra cosa, no sé, no sé si él “padeció” eso. No lo tenía de vecino como para ir viendoló.

¿Y recordas algo de las entrevistas? Si era el personaje de metal pesado o…

No, conmigo normal, muy atento, muy muy muuy atento, muy gentil, muy… todos nuestros encuentros eran gentiles, divertidos. Recuerdo toda esa parte buena, pero fue hace muchísimo tiempo, porque después ya no, lo perdí un poco de vista. Tampoco podés ver a todos, además yo nunca cultivé una…, yo tengo gente muy querida que la veo, que la he visto por laburo muy seguido: Pedro (Aznar), Fito (Páez), en su momento Luis (Spinetta), gente con la que te volvías a ver y te dabas un abrazo sincero, de cariño, pues yo nunca fui a los cumpleaños de nadie, nunca, ¿entendés?, nunca estaba en grupetes.

No eras amiga de los músicos.

Pero no por nada, bueno, León (Gieco): con León casi nos matamos juntos; chateamos ahora por WhatsApp, está todo bien, pero no, nunca. A Pedro le llegué a decir un día: «Dame las llaves de abajo, boludo», porque yo hice una nota para un disco de él, después que empezó a tocar con David, había que hacer otra nota, y el muchacho que es su secretario bajaba a abrirme, le digo, (se ríe) «dame la llave, ya estoy entrando más a la casa que»… pero nunca una amistad de levanto el teléfono y hablamos porque no, pero no por nada, simplemente no se dio, yo tenía siempre mi vida, mis cosas, ¿viste?

El Flaco vueltero y el Cerati mentiroso.

Al momento de consultarle a Gloria por el líder de Soda Stéreo, en el café sonaba la canción “Adios”.

¿Cómo era Cerati para entrevistarlo?

(Con voz tierna) Ah, sí, mi amor, muy muy inteligente, muy buena persona, lo único que la última nota que le hice antes de su accidente, me dejó un gusto amargo porque hicimos la nota de tapa para La Mano, que estaba este asunto de que Soda se iba a juntar, bueno, tuvimos una nota divina, con algunas infidencias que me decía él, que no las voy a narrar, pero a nivel infidencias y cosas que – Esto no lo pongas, – Ok, y le pregunto por la reunión. La Mano era una revista mensual, vos tenés que cerrar hoy, te faltan como dos semanas para que salga, o una semana para que salga, y me jura que no, no se junta Soda, y entonces yo hago un recuadrito, está toda la nota y hay un recuadrito que dice: “Soda no se junta por esto, por esto, por esto, por esto”, palabra de él, ¿no?, la revista estaba en la imprenta cuando sale que sí: lo llamo, me dice: – Pero a mí me dijeron que no dijera. – Escucháme una cosa, la c….. de tu madre, a mí me dejaste de garpe mal, me incineraste para siempre, porque yo confié en vos, no me podés hacer una cosa así.

¿Con esos vocablos?

Más o menos, no así, pero yo estaba… Además, porque no era necesario, yo le dije:Me podrías haber dicho no se me permite hablar de esto, yo pongo no se me permite, pero me lo estás negando y a los dos días, y yo quedo en un offside.No, pero bueno, disculpáme, yo… Bueno, entonces yo me quedé caliente. No soy de calentarme, tampoco, me quedé dolida, jodida, porque nunca me había pasado una cosa así, que te mientan, y además sale mi nota, en ¡tapa!, yo quedé muy mal, al cuete, porque podría no haber sido así, y él no tenía ninguna necesidad y tampoco tenía nada en contra de mí, al contrario, nos conocíamos también hace 1000 años, y… y fue la última nota que le hice y la última sensación que tengo después no lo… después se murió, entonces te queda un gusto amargo, triste, bah.

En las entrevistas a Soda incluidas en “La historia del palo” se lo lee muy franco.

Sí, siempre, sí, muy… por lo menos conmigo. Tiene que ver también la situación, cómo le estás dando cabida a la persona, desde qué lugar, él conmigo no se sentía amenazado, podía contar montones de cosas, sabía que si me decía -él y todos-, “esto no lo pongas”, era no lo pongas.

Una vez con Luis (Spinetta) me enojé: 12000 veces me dice “esto no lo pongas”, pero la concha de tu ma…, “yo no puedo hacer, no puedo laburar así, Luis, te lo pido por favor”, entonces en un momento, te lo digo esto para demostrar que si a mí me decían esto no lo pongas yo no lo ponía, estaba grabado; encima era un problema: yo no podía darle a nadie de desgrabar los casets. “Y ésto no lo pongas, esto no”, agarré la bolsa, me fui, ¡chau!

¿Una entrevista para Rolling Stone?

Sí, la del gordo Spinetta (NdP: julio de 2001). Tres días fueron, en el estudio casa, y me fui; le digo: “Loco, no me dejas laburar, ¿viste?, no, no se puede así”, y me dice “Vení, vení”: pela la criolla y se me pone, dice: – Hice una canción estos días, te la voy a mostrar, y digo – Está bien, ok, listo, nos quedamos, no me hagas esto también, no toqués donde duele. Así que así me calmaba, pero quiero decir que cuando el entrevistado sabe que vos no lo vas a correr, cuando sabe que no vas a tirar barro, cuando sabe que no vas a enchastrar, tampoco vas a laburar para el otro lado, es decir, “Qué maravilloso toodo”, ¿viste? Pero sos sincero, lo que sale sale, entonces se aflojan un poco. Y creo que esa nota (a Soda Stéreo) fue por la inauguración de la MTV, que el primer video argentino era el de Soda, primero que se pudo ver, porque en esa época no existían los videos. La de Soda, 1988, era la primera vez que Soda estaba, que estaba “Cuando pasa el temblor”, y la noticia era ésta, más que nada, de que por primera vez salía un -lo que hoy es tan normal- un videoclip, no existía la internet; esto era impensable, no existía la internet, empecemos por ahí, esto era una locura, prender MTV Internacional y ver a Soda era una marca en el almanaque forever.

Battiato y Luca Prodan.

El cantante Luca Prodan (1953-1987) admiraba al cantautor y músico italiano que la entrevistada tiene entre sus preferidos: Franco Battiato, y esa coincidencia generó la siguiente pregunta.

Sé que amás la música de Franco Battiato.

Sí, mi locura.

¿Llegaste a hablar con Luca Prodan sobre Battiato?

No, con Luca no, con Franco sí, pude hablar, varias veces, pero yo nunca hablé con Luca de eso, yo lo agarré por mi lado y después Luca murió en el ’87, y yo para entonces estaba recién entrando, yo entré en el ‘82 a Battiato, entonces tenemos poca ventana de tiempo.

No sé si sería algo que él hablara, porque su discurso en las entrevistas era más confrontativo.

Muy irónico, Luca, un encanto de persona. Cuando me enteré que había muerto me fusiló la cabeza, sí, una persona en-can-tadora. Un tipo culto, gente culta, otro culto era Pil Trafa, Enrique, un nivel de que podés hablar, no sé, no te digo de Yaites o de Kant, pero sí, también, era una cosa extraordinaria. Y Luca tenía eso: era un placer hablar con él. El músico, como yo con vos, te estoy hablando de una manera, pero si vos no me caes bien o, no me caes bien no, miento, no es mi manera de ser: te tengo desconfianza o algo, y yo me voy a cortar, ¿entendés? En cambio con Luca era un placer hablar, y con (su hermano) Andrea también. En Rolling sacamos un suplemento a los quince años de la muerte de Luca, hicimos un laburo que es increíble, al punto que lo tengo firmado no solo por Andrea sino por Michela, la hermana. Y con Andrea -nunca me olvido- desgrabando casets en la redacción, y él diciéndome “Esto así, esto es así”, cosas en italiano, ¿no?, sentados juntitos a las doce de la noche, desgrabando y armando el especial, ayudándome él a mí. Una persona… divina. Es un suplemento que se hizo en 2002.

A Bulacio no lo mató la policía.

La noche del 19 de abril de 1991, Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota se presentaron en vivo en Obras Sanitarias (CABA), y la Policía Federal Argentina desplegó un operativo en las inmediaciones del estadio en el que detuvo a más de 60 personas sin motivo alguno; entre ellos se encontraba Walter Bulacio, de 17 años. El joven fue golpeado por agentes policiales mientras se encontraba detenido en la Comisaría 35° (Nuñez); a las seis de la mañana del día siguiente, 20 de abril, vomitó y, cerca del mediodía fue trasladado al Hospital Pirovano sin que sus padres o el Juez de Menores fueran notificados de ello. El médico que lo atendió en el hospital determinó que el joven presentaba lesiones y diagnosticó “traumatismo craneano”. El 21 de abril fue trasladado al Sanatorio Mitre, desde donde se hizo la denuncia por las lesiones que padecía el menor, que falleció el 26 de abril de 1991, después de una semana en coma.

En los libros “La historia del palo…” y “Estadio Obras…” hay un espacio importante dedicado al caso Bulacio, y al leer esas páginas, este cronista se enteró que, más allá de los apremios ilegales y las detenciones que no correspondían, en realidad Walter Bulacio murió por un “aneurisma no traumático posiblemente congénito”, y no a causa de los golpes de la policía. Guerrero habló al respecto:

“Yo era demasiado chica como para tener toda la información, pero en la revista Humor trabajaba gente, colegas míos que escribían, que tenían muchos más años que yo y que sabían, y aparece en el medio María del Carmen Verdú, la abogada: yo la llegué a conocer, una mina muy bien plantada, con una cabeza maravillosa”, explicó Gloria.

“Y querían hacerle, si me acuerdo bien, el juicio al comisario por apremios ilegales, por la muerte de Walter, y la mina lo que decía es algo así -acordate que pasó mucho tiempo- pero lo que se planteó en ese momento era: «Si vamos a ir por este lado vamos a perder», porque en realidad parece que el pibe sí, murió por un aneurisma congénito, ahora, lo que no tendría es que haber muerto en cana, o sea, lo que está mal es cómo se lo llevaron, alguna patada que le pueden haber dado, pero podría haber muerto en un hospital, en brazos de su madre, en otras condiciones. Y después cuando sacamos esta nota que hice con Héctor Ruiz Núñez, que era un periodista político muy importante, porque él sabía de estas cosas más que yo, nos dijimos: «Se nos van a venir todos en contra porque, el discurso fácil es: ¡Eh! A Walter lo mató la policía, ¿nos vamos a arriesgar a hacer esto?»

Hay un cantito.

Sí: “Lo sabía, lo sabía, a Walter lo mató la policía”. ¿Nos vamos a arriesgar a hacer esto?, ¿por qué no seguimos con la corriente? Y, porque no, porque somos periodistas y porque además estaba la abogada de él de acuerdo. Después yo no sé ella si…, perdí de vista el caso, pero a lo que voy es que a Walter no se lo tendrían que haber llevado, no lo tendrían que haber encerrado, tendrían que haberle dado asistencia, le pegaron un par de patadas: ok, pero no es que le pegaron en la cabeza con un bate de béisbol y se murió, era otro el problema, podría haber muerto, pero debería haber muerto no ahí, solo, tirado, meado y golpeado con un par de patadas; tendría que haber muerto, si es que moría -porque por ahí no se sabe si esto lo aceleró o no, pero no lo podés probar- en brazos de su mamá, con su familia o en un hospital con un doctor que lo cuide. Entonces eso, y en ese momento era «Eh, ¿de qué lado estás vos?». Yo estoy del lado de que me parece, porque además…

Del lado de la verdad.

Porque, además, me acuerdo que me decía Héctor -y creo que también la abogada: «Si vamos por ese lado perdemos, porque no se puede demostrar que lo mataron a golpes, porque la autopsia dijo otra cosa», entonces querían meter preso al comisario Espósito. Y está bien: es mucho más simpático y quedamos mucho mejor si vamos por ese lado, quedamos bárbaro con la gente, pero vamos a perder y, además, no es la verdad. Ahora, pasó tanto tiempo, yo no sé qué pasó, pero fue también arriesgado jugarse a ir en contra de lo fácil, que es el “Ehhh. Vamos, vamos, vamos”, ¿viste?, en un punto hay que parar y decir: “Bueno, veamos cómo es”. Y a mí me pareció que, tanto Ruiz Núñez, un tipo muy respetado, periodismo de investigación puro hacía, ni emitía opinión, el tipo investigaba, más la abogada, bueno, yo me juego por este lado, no por revolear la remera. Pero, lo que le hicieron a Walter, como a tantos otros pibes: estaban los colectivos en la puerta de Obras, todo el tiempo, yo no sé cómo zafé, yo zafaba no sé, por rubia, no sé por qué, ¿entendes? Pero arreaban a los tipos adentro, cómo los metían, la brutalidad era una cosa, tremenda. Esas son las épocas que no son lindas para recordar.

Editora en período sabático.

Guerrero tiene un recorrido con intensa actividad periodística: fue columnista y protagonista de espacios radiales -como “¿Cuál es?”, con Mario Pergolini, por FM Rock & Pop-, y artículos con su firma aparecieron en publicaciones argentinas y del extranjero (revistas “Rock & Pop”, “Mix”, “El Péndulo”, “Sexhumor”, la ya mencionada La Mano, entre otras) y en portales web; trabajó en Cuatro Cabezas como productora (“Algo habrán hecho”, “El gen argentino”), actualmente atraviesa lo que ella denomina un año sabático, lo que no significa no estar ocupada .

“Edito libros de amigos, estoy como editora y soy colaboradora externa de Página 12, es decir, que si mi jefe me pide algo, yo lo hago; hace muchísimo que estoy en Página”, contó. “Antes estuve seis años en Clarín, antes estuve en Rolling, ya sabemos todo, y si a mí Eduardo Fabregat, que es el jefe de espectáculos me dice: «¿Me hacés esto?», por supuesto”

Estoy arreglando muchas cosas también mías, ¿viste?, y por suerte puedo, yo me arreglo con poco, no tengo criaturitas, cuido de mi vieja que no está en casa, pero tiene 99, Danute. Boludo, a ver, está impecable y divina, yo hablo con ella dos veces al día pero, tenés que tener los remedios, los pañales, los apósitos, estar encima y mi hermano vive en Estados Unidos entonces yo estoy sola acá, pero… no me quejo, la verdad que estoy muy bien y me arreglo con poco, tengo casa propia, no tengo muchos problemas, soy gasolera.”

Muchas gracias por esta entrevista.

Che, gracias a vos, qué lindo, me encantó.

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Entrevista, edición y producción: Fernando CHatarra Fauszleger | IG: @soyfernandoabel | Imágenes: Andy Cherniavsky (Luca), gentileza GG (retoque digital: Ramiro Galeliano), Flaco Stereo (Cerati), Espacio Memoria (Bulacio) y FF (libros).

Fuentes informativas sobre el caso Bulacio: CORREPI | Sec Gral. de Capacit y Jurisprudencia | Comisión Interamericana de DDHH | Defensoría del Pueblo (CABA)

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