Bautista, el tercer Barros Schelotto que llega al fútbol grande

0

Por Gabriel Alejandro López
Twitter: cololopez74

Mano a mano con la soledad del teclado, la memoria de todo lo vivido y el pequeño recuadro donde se disputa la pelota. Jugaba Gimnasia y el relator dice que está Barros Schelotto.
La historia de esta pasión en camiseta blanca y azul podría iniciarse el día 14 de mayo de 1944 cuando nació Hugo Barros Schelotto y el que será su padrino —médico, ginecólogo— se impone con amor propio: “Acá nace un nuevo hincha de Gimnasia y Esgrima La Plata”. Era el tiempo de un movimiento social llamado “Arriba Gimnasia”, de hinchas organizados en cada barrio y un ascenso a Primera.
El niño rubio y de ojos claros, ya a los seis años, está en el anuncio de un periódico local, Hugo Barros Schelotto actuó en el Coliseo Podestá, siendo parte de un ballet con argumento sobre un cuento de Andersen. Un recital coreográfico y poético que formaba el alumnado de Zulma Barros Schelotto de Piccoli, “Coca”, una hermana de Hugo que le llevaba veinte años y era profesora de geografía, historia y de danzas.
Muy joven se inició en la Universidad Nacional de La Plata, siendo médico especialista en obstetricia y ginecología.

3 de diciembre del Año del Libertador General San Martín (1950). Hugo Barros Schelotto ya pone el apellido en los diarios, por una coreografía presentada por Zulma Barros Schelotto

La historia de Barros Schelotto y Gimnasia continuará con el aprendizaje de la pelota y sus momentos de diversión. El matrimonio de Hugo y Cristina dio a luz en 1970 a Carolina, en 1971 a Pablo y en 1973 a Guillermo y Gustavo, mellizos. Empezaron a pasar los sábados en el club más cercano al domicilio, For Ever, en el barrio El Mondongo. Jugaron los tres varones al mismo tiempo el torneo de LIFIPA, cuando el fúbol infantil se iba organizando en patios de colegios, parroquias y campitos despoblados de alambre y tribuna. Los chicos de la Agrupación Infantil For Ever eran locales en 12 y 68, en un terreno de la Iglesia San Francisco de Asís.
En 1980, el jefe de familia pasó a ser el médico de Gimnasia y vocal de Comisión Directiva. Los chicos empezaban a mirar en la tribuna, y los ídolos eran El “Indio” Ingrao y “Charly” Carrió. La primera camiseta que le regalaron al papá después la llevaban sus hijos, era la de “Fito” Pesatti.

Los primeros pasos de Hugo Barros Schelotto en el fútbol, acompañando a Guillermo y Gustavo al Club For Ever

Ante las sucesivas renuncias que se dieron en 1983 (del presidente y los tres vicepresidentes), el estatuto del Club le posibilitó a Hugo, con anuencia de un grupo de socios que propiciaban la unidad, asumir de forma interino el cargo principal. Era el vocal con mayor antiguedad. Puso el pecho y la escritura de la casa como respaldo en plena crisis. Dos meses intensos. “Vamos a jugar al estadio de Deportivo Morón, y ese día me encuentro con que soy presidente pero no tengo médico para reemplazarme. Llovía torrencialmente, y mi familia estaba con el grupo de directivos en el palco. Yo les agradecí la invitación, pero a pesar de ser el presidente interino me debía a los jugadores y tuve que estar en el banco de suplentes”.
Gimnasia, que naufragaba en el último lugar de la Primera B, se salvaba por el surgimiento del nuevo sistema de promedios, sino se hubiera ido a la Primera C.
En las divisiones juveniles, en 1987 llega un título de los Mellizos en Novena, y en 1990 la final de Sexta que pierde con Estudiantes, un ferviente clásico de la categoría 1973 en dos partidos jugados en la cancha principal.
El 6/10/1991, por la sexta fecha del Apertura 91, Guillermo Barros Schelotto entró en el segundo tiempo, en Independiente (2) Gimnasia (3) en el viejo estadio La Doble Visera de Cemento. El Lobo cortó una racha de 29 partidos sin ganar de visitante (la peor de su historia). Guille tenía edad de Quinta.
El 29/11/1992, por el torneo Apertura 92, Gimnasia (2) Platense (2) fue un partidazo en el Bosque, y la primera vez que los mellizos jugaban juntos en Primera, por decisión de dupla técnica Ramacciotti-Sbrissa. Un gol de Guillermo, la respuesta “Calamar” para darlo vuelta con Colombo y Graff, y el gol agónico de Ariel Pereyra en el minuto 90.
En el mes de enero de 1994 Gimnasia, con el 10 Gustavo y el 11 Guillermo, levantó la Copa “Centenario de AFA”. Esa final tuvo de técnico a Perfumo… “Y cuando vino el Mariscal yo pasé a trabajar en la Sede, dejando el plantel superior de fútbol”, comentaría una vez el doctor.

Primero de enero de 1995. Las veredas del barrio de Plaza Rocha. Allí vivían los hermanos Gustavo y Guillermo Barros Schelotto

La familia de diagonal 78, a menos de cien metros de la Plaza Rocha, se fue agrandando con los cuatro hijos que fueron saliendo dedl nido y tuvieron sus críos.
Uno de los hijos de Carolina y Mariano, nacido en 1998, es Juan Cataldi. Sangre de Barros Schelotto que jugó en Primera de Gimnasia a los veinte años, debutando en un partido por la Copa Argentina 2018. Luego marchó a Bolivia y hoy lo hace en Grecia. Otro partido donde jugó unos minutos fue contra Boca, al que dirigían… ¡Guillermo y Gustavo!. “Estaban los equipos entrando a la cancha y me hacían el gesto del cuello, como diciendo que me iban a matar, ja”, evocó una vez Juan. El hermano Tomás Cataldi llegó hasta Cuarta y decidió abandonar, dedicándose hoy a los caballos de polo.
El hijo varón más grande de Pablo, volvió a poner el apellido Barros Schelotto en un campo de fútbol, cuando por la Copa Argentina, el 24/3/2019, Gimnasia goleó a Dock Sud 5 a 0 en el estadio de Temperley. El equipo clasificó a 8vos de final, dirigido por la dupla Messera-Martini. Luego, llegó Maradona y Bauti concentró pero no pudo jugar.

Lo cedieron a préstamo a un equipo de la tercera categoría, Fénix, el club de Pilar que milita en Primera B. Puso el alma en las canchas del ascenso, Defensores Unidos de Zárate, Comunicaciones, J.J. Urquiza, Acassuso.
El pasado domingo, de temperatura agobiante, Sebastián Romero lo llamó para entrar en tiempo adicional, en un partido jugado en Banfield, por la tercera fecha de la Liga Profesional. Bautista Barros Schelotto ingresaba por primera vez en un torneo regular y el empate 0 a 0 ayudó a sumar y cortar una racha de resultados adversos.

Sebastián “Chirola” Romero le da las indicaciones a Bautista Barros Schelotto, mientras la mano de Nicolás Cabrera abraza al juvenil (foto: captura de TV)

“A nuestro padre le gustaba que hicieramos un deporte pero no que sigamos como profesión la de jugador de fútbol”, comenta Pablo Barros Schelotto arquero de los cinco años en Inferiores. “Cuando inicié el primer año de los dos de Cuarta, ya estaba en segundo año de la Facultad de Medicina. El técnico Alberto Fanesi nos dijo que ese año iban a jugar los de la 70 que eran los que firmaban contrato a fin de año, entonces fui a hablar y no fui más”. De los compañeros de la 71 que pudieron llegar están Pablo Fernández, Gustavo Ríos y Gustavo Bengoa. El grupo se sigue juntando. Pablo se recibió y es cirujano. Se perfeccionó en la Universidad de Barcelona y cuando le aprobaron el título, junto a la firma del Decano, se puede leer en catalán la “felicitación” y firma del rey de España. Hoy trabaja en el hospital de la Fundación Favaloro y el año pasado formó parte del equipo multidisciplinario que logró el trasplante hepato pancreáticos de un donante vivo, a un paciente con metástasis de cáncer de colon.
“Pablito tenía una calidad humana, competimos por el arco aunque en Quinta me terminó ganando la pulseada por momentos. Se fue del club y se dedicó al estudio”, contó Alejandro Andrada, el otro arquero, hoy integrante del Departamento de Arqueros de la institución. Cuando él y Pablito no firmaron contrato había razones técnicas de otros colegas: Enzo Noce y Hernán Cristante, ambos de la 69, firmaron antes que ellos y mostraron gradualmente un gran nivel profesional.

La categoría 1971 en el estadio Monumental. Los arqueros (de buzo amarillo) son Alejandro Andrada y Pablo Barros Schelotto

Bautista nació el 13 de enero de 2000. Cuentan que llegó al predio de El Bosquecito con seis años y una sonrisa de ángel. Le dijeron que iba a jugar en LISFI, una de las ligas infantiles de La Plata. El primer profesor fue Gabriel Cufré, quien ofrece un recuerdo desde el corazón: “Mirá esta foto, lo tiene a Bautista Barros Schelotto y a su lado a Agustín Cufré, mi hijo, y sobrino de Leandro Cufré (ex jugador de la Selección en el Mundial 2006). Puedo decir por la experiencia de mi hijo tener un apellido con historia dentro del club es bastante difícil de sobrellevar, pero los hace madurar rápido y esa condición los hace más fuerte aún”.

La categoría 2000 con el profesor Gabriel Cufré. Parados, los dos últimos de la derecha, Agustín Cufré y Bautista Barros Schelotto. Abajo, con la pelota, Tomás Cataldi, hijo de Carolina Barros Schelotto y de Mariano Cataldi. (Foto: Gentileza de Alberto Palacios)

A mediados de 2008 Bautista recibió la primera pechera y las indicaciones para moverse en la cancha de once. Lo pusieron de 4, su posición que mantiene hasta hoy. La segunda Liga fue la Metropolitana. Lo llevó varios años Alberto Banfi, “Beto” para los pibes. “El año que hacemos la transición de siete a once —recuerda Banfi— todos los chicos eran casi de la misma estatura y Bauti sacó un estirón gigante. Estaba en el equipo con uno de sus primos, Tomás Cataldi y con Matías Miranda (actual integrante del plantel de Primera). Los tres eran esos chicos que pasan desapercibidos por la buena conducta. Bautista era aplicado, bueno, dósil, te ayudaba en la tarea”. Curiosamente, Banfi compartió su niñez futbolera con Pablo Barros Schelotto (padre de Bauti) en la 71 de For Ever. Todavía el DT, minucioso y amante de su labor, guarda la primera planilla de la categoría 2000 cuando se ficharon en Buenos Aires.

La planilla de la categoría 2000 cuando pasó a la cancha grande. Dos pibes están hoy en el plantel profesional

Se hace camino al andar. Y al grupo de la 2000 se sumaron más pequeños surgidos de las pruebas. Ignacio Figueroa resultó un hermano, afuera del campo, y un pequeño luchador dentro del rectángulo (hoy es profesional en Chacarita Juniors). “De Novena a Sexta ganamos todos los clásicos de inferiores”, afirma Nacho, que viene de una familia de futbolistas, como su abuelo Carlos Alberto Figueroa, crack de los años sesenta que brilla en Gimnasia y a punto estuvo de firmar en el Santos de Pelé; actualmente, es director de la Escuela de DT “Adolfo Pedernera.
“Bauti ya había debutado con Dock Sud, pero fue por Copa Argentina y en la pandemia. Entrar contra Banfield y con la cancha llena fue una alegría. Esto se lo empezó a ganar cuando se fue a jugar a Fénix. ¿Cómo es Bauti? Se alegra si le va bien a los demás; te digo más, cuando se enteró que yo iba a firmar contrato la primera vez, se puso más contento él que yo”.

Ignacio Figueroa (hoy en Chacarita) y Bautista Barros Schelotto

Nunca Bautista sintió la presión de llegar, aunque se propuso el deporte en serio, dando el máximo de su potencial. Desde su casa paterna de Gorina se levantó cada día con las ganas de mejorar, siguiendo el consejo de los tíos famosos.
Cuando recién empezaba a caminar, su tío Guillermo llegó una vez como campeón del mundo con Boca Juniors, tras la recordada final del 2000 ante el Real Madrid. Ese Mellizo que hoy entrena a la Selección de Paraguay y confiesa haber visto el debut de Bautista desde Asunción, en solitario: “Fue una emoción que juegue Bauti, como en su momento Juan Cataldi que lamentablemente no pudo seguir. Pero Bauti ahí sigue peleándola, con Chirola, entrenando para tener sus posibilidades. Me parece fantástico que pueda hacer una carrera, me encantaría, porque más allá del afecto familiar, también sigue una tradición que empezó con el abuelo, médico del club y Presidente”.
Curiosidades, destinos… Fue ante Banfield, en La Plata, que Guillermo convirtió el golazo más aplaudido en su paso por el club. El 13 de abril de 1997 convirtió el tercero y último del partido, que finalizó 3 a 1. Fue elegido el gol de la temporada y provocó que Maradona lo pida para Boca. Las dos fechas anteriores de local había metido sus primeros tres goles en Primera Sebastián “Chirola” Romero (actual entrenador), en triunfos ante Independiente 2-1 y Racing 1-0.

https://youtu.be/flU_bHOGbVs

Allá por 1995, en una entrevista en los sillones del amplio living de diagonal 78, le preguntaron a los Mellizos cuál era el rol que jugó la familia en la elección de los dos por el fútbol.
Dijo Guillermo: “Mis padres siempre me acompañaron y apoyaron en mi decisión de jugar al fútbol. Ellos prefirieron que siga estudiando, pero terminaron de darse cuenta que jugar al fútbol era lo que más quería y mejor me salía”. Según Gustavo, “eso que a ellos les costó aceptar, luego hizo que no se molestaran cuando vieron que se dio la posibilidad de jugar en Primera”.
“Me hubiera encantado que estudie, pero esto es lo que quiere”, reflexiona Pablo sobre la nueva figura que asoma. “Pero hoy estamos todos contentos porque es algo que venía buscando desde hace mucho tiempo. Tengo cuatro hijos y el domingo no se podía estar adentro del calor que hacía, esperábamos el empate, el partido estaba parejo hasta la expulsión de Nachito Miramón, hacíamos fuerza y cuando no lo esperábamos vimos el ingreso de Bautista”. En la casa, junto al futbolista, están Sol, de 20 (ahora de viaje), Alvaro de 14 y María de 4.
Bautista ya terminó la secundaria y estudia inglés, además de interesarse en temas de nutrición.

Bautista, la primera noche que jugó con la camiseta de la Primera. Ante Dock Sud, por Copa Argentina

“Todos saben que tiene un apellido que le debería pesar, pero no es el caso de Bauti, él siempre me dice yo soy Bautista Barros”, afirma Nacho Figueroa, el mejor amigo que acaba de renovar contrato en Chacarita, y como ex tripero, le da crédito a “los pibes de Chirola, se puede, lo conozco al técnico y labura muy bien, se van a acomodar”. En casa de los Figueroa se festejó el empate del Lobo y es que allí la camiseta fue una religión. “Fue como si hubiera entrado mi hijo Nacho, verlo con esos colores que defendieron juntos y que aman”, resumió “Charly” Figueroa, abogado y ex jugador juvenil mens sana y de Villa San Carlos.
Tres décadas pasaron entre el debut de Guillermo en 1991 y el de Bautista en 2023, cambiaron los estereotipos del jugador, modificó sus físicos y algunos sistemas el fútbol, en eras donde la tecnología cumple un rol que antes no tenía. Ya no quedan potreros, sino escuelas. Bautista es uno de los pibes de esa generación que entrena con perseverancia, con la ilusión de tantos otros. No se apuró, ni se creyó nada. Eligió caminar escalón por escalón, de LISFI a la Metropolitana, a las juveniles de AFA, la Reserva a sus diecisiete años, el asome en Copa Argentina, el préstamo a Primera B, y el reciente debut en la Liga Profesional. La oportunidad buscada llegó a su puerta. Se suma el doble sacrificio por un período de crisis institucional que exigió cambio de rumbo. Es uno de los pibes que pueblan el plantel y que hace una década estaban en las infantiles.

La alegría, atributo de la juventud sana. Bautista está en el centro de la foto (Foto: Prensa Gimnasia)

Don Hugo, que vivió con intensidad y aprendió cosas que no las dan en la Facultad, sabía al igual que René Favaloro (a quien conoció y unió el amor a Gimnasia) que valía tanto el vino y los amigos como las propuestas de ese Nobel de Medicina que nunca le otorgarán. Aprendieron cosas en el sentido común, en la esquina de un barrio y en la cancha en el tiempo donde se cortaban papelitos la noche antes a los partidos.
Hugo había hecho un Museo con los recuerdos futbolísticos de los Mellizos. Invitó al autor de esta nota a un café para conocerlo, pero la salud no quiso. Queda como una bandera el legado de sus conocimientos, y su humor, para decir que a ese museo cada vez que iba Pablo le preguntaba dónde están los diplomas de medicina.
Si todavía pudiera estar acá, ya estaría preparando el piloto para llegar este viernes al estadio de 60 y 118 y sentarse en una de esas butacas que siguió reservando el papá de Bautista, el tercer Barros Schelotto que ya juega en Primera.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *