Aquel torneo infantil con 105 equipos y la “Pulga” Messi que pedía jugar

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Por Gabriel Alejandro López
Twitter: @cololopez74



Argentina 1999, previo a otro naufragio de un gobierno. El deporte social casi sin desarrollo y la mitad de los fondos destinado a los atletas de elite.
Argentina, fin de siglo, con sus espacios tradicionales de aprendizaje, la calle, las plazas y los parques, convertidos poco a poco en lugares peligrosos. En las instituciones formativas, la escuela primaria y secundaria, no es impulsado el deporte.
El fútbol parece ser la salida. En 1992 Europa liberó cupos y los jugadores argentinos buscan algún lazo familiar que les diera la ciudadanía y así obtener un lugar entre los “comunitarios”.
Argentina, años noventa, florecen más ligas de fútbol infanto juvenil y se organizan torneos internacionales durante las vacaciones de los chicos, los “mundialitos”; el pionero estaba en el Alto Valle argentino, en Roca, Río Negro y Neuquén. De éste germinó el de Mar del Plata, un sueño hecho realidad en 1993 por un profesor de educación física, Carlos Egozcue.
El 16 de enero de 1999 la Ciudad Feliz presentó la séptima edición, con el nombre de Torneo Internacional de la Costa Atlántica “Ezequiel Zapatosky”, con los avales del Club Atlético Aldosivi; hoy se sigue disputando, pero bajo otra denominación: Torneo de Fútbol Infantil “Ciudad de Mar del Plata”.
Hace veinticuatro, hubo una historia que se revelará hoy con detalles inéditos. Allí estuvo quien hoy es el hombre más famoso del planeta, Lionel Messi. Este periodista presenció las diez jornadas. Una fiesta futbolera para niños nacidos en el año 1987, que jugaron en canchas de medidas profesionales; 105 equipos, distribuidos en 27 zonas. Desde el desfile inaugural con noventa delegaciones que llegaron de todo el país y de Chile, hasta la entrega de premios. Había otro torneo “paralelo” para la clase 1989 en cancha de nueve.
Messi con los colores que más vistió en la infancia, pero con cierta incomodidad, en sus desplazamientos (tenía un yeso en el brazo derecho, que le cubría hasta el codo) y hasta hoy podríamos ver que vivía una situación dolorosa, pero que solo experimentaba en su intimidad. Sin embargo, Leo quiso estar con sus amigos de Newell’s Old Boys de Rosario, escuchando los conceptos de un director técnico sano y algo compinche de esos locos bajitos, Antonio Enrique Domínguez, que no estaba obsesionado con la idea de un campeón para el éxito pasajero, sino en sembrar momentos para el disfrute total. Claro que esos infantiles de Newell’s fueron a jugar con expectativas inusuales, porque podía darse el caso de medirse ante equipos de la AFA, teniendo en cuenta que la competencia anual a esa edad se daba en la Asociación Rosarina y en cancha de siete. Sin el 10 Leo, en cancha de once, podía ser más difícil. “¡Imaginatelo a Leo con más espacios”, meditaba “Quique”, el DT.
La fiesta por empezar y ese niño no podía jugar, pero en su cabeza no descartaba que podría hacerlo…

La 87 de Racing saca su primera foto el 16 de enero de 1999 en el estadio de Aldosivi

Catorce clubes marplatenses colaboraron presentando sus canchas lo mejor posible, como en una Copa del Mundo, son las subsedes que giran alrededor del estadio principal, el de Aldosivi, a diez kilómetros del centro marplatense. La competencia con idéntico sistema que el Mundial, es decir, la instancia de grupos, con dos clasificados que se agruparán luego en llaves, los partidos “mano a mano”, el que gana sigue. Además de fútbol a lo largo y lo ancho de Mar del Plata, en Lobería y Miramar también había dos canchas.
La mayoría de los equipos llega del interior del país, de muchas ligas que ni siquiera están afiliadas a la AFA. De pronto, algunos se juntaban con los de la Asociación del Fútbol Argentino, los clubes históricos, que llegaban a la fiesta como “los invitados especiales”, sin paso previo por los clasificatorios que se jugaron durante el año anterior.
La historia de este torneo empezó, en 1993, el mismo año que Aldosivi inauguró su estadio en el Puerto, bajo la presidencia de Oscar Salerno, un alto empresario de la industria del pescado. La primera vez fue la clase 1981, River Plate ganó el trofeo y el pibito imparable fue Javier Saviola, en un futuro campeón mundial con la Selección Sub 20 y crack del Barcelona. Dijo alguna vez Messi (recién llegado a España, en categoría cadetes) que se golpeó la cara con un defensor, desvanecimiento y fractura de pómulo; entonces Saviola (que estaba en Primera) se acercó a saludarlo obsequiándole una camiseta.
Volvamos a “La Cantera”, tal como bautizaron al estadio verde-amarillo ya que se construyó en un pozo. Olor a puerto, a lobos marinos y las conciencias inocentes de esos chicos que llevan sus botines y pesados bolsos; mendocinos, cordobeses, puntanos, chaqueños y chilenos.

El estadio “Adolfo Lus López”, más conocido como “La Cantera”. Allí se inauguró y se cerró el Torneo Internacional de fútbol infantil en enero de 1999

Mar del Plata 1999, enero, con sus copas de verano, pero acá es otro el cantar. Cuando se anda en los once años, ya pisando los doce, este es un viaje más que significativo. La provincia de Santa Fe fue la que más delegaciones movilizó, con Colón, Unión, Atlético de Rafaela, Renato Cesarini, Rosario Central, Newell’s y los pueblerinos Club Náutico El Quillá y Newbery de Rufino.
Por La Pampa, All Boys y Belgrano, ambos de Santa Rosa, el Club Deportivo Mac Allister e Independiente de General Pico.
El Gran La Plata no se quedó atrás con Gimnasia y Estudiantes, Las Malvinas, 12 de Setiembre (Berisso), Cambaceres (Ensenada) y Racing (Bavio).
El hospedaje, todo un tema. Una ciudad que en estos meses estivales vive del turismo había que tener mucha confianza ganada para que los clubes encontraran recepción. La Comisión organizadora, con Egozcue a la cabeza, halló los caminos y los contactos que le facilitaron cosas, entre ellas, el Complejo Chapadmalal, por cesión de la Secretaría de Turismo y Deporte de la Municipalidad de General Pueyrredón. Las instituciones que fueron allí no tuvieron costo alguno y esas eran las más importantes en cuanto a nombres. En el hotel 9 compartieron Boca y Rosario Central, en el 8 River, también estuvo Gimnasia y Esgrima La Plata. Cada día, al despertar, la postal de los pequeños haciendo largas filas con las bandejas donde les servían la leche chocolatada y tostadas con mermeladas. “¡Qué hermoso lugar! Teníamos la playa para entrenar, bajando unos diez metros los acantilados” recuerda Daniel White, entrenador del Lobito platense.

La playa, la pelota y los amigos. Uno de esos días que no pudieron olvidar hasta hoy los equipos que jugaron este torneo. En la foto, todo el grupo 1987 de Racing de Bavio

Concentración, comidas, ejercicios, partidos, siesta, paseos, agua de mar y juego de cartas; a la altura de un plantel de la Primera. El fútbol como herramienta pedagógica para facilitar la inclusión. Vaya si lo veíamos en ese séptimo Torneo. Un fenómeno sociocultural en esa Argentina, con la inseguridad y las adicciones, pero el fútbol va.
Me lleno de sueños entre soñadores, como Carlos Girardengo (ex jugador de Aldosivi) que organizó en La Plata las clasificatorias y el verano anterior llevó con su equipo Fuerte Barragán de Ensenada a un utilero, “Tito” Benrós, el de la Selección en los Mundiales 1986, 1990 y 1994 (todos jugados por Maradona). Estos Mundialitos tienen esas cosas, caricias al alma para los que amamos la historia.

La postal de un torneo de verano que marcó época y aún sigue jugándose con treinta años de historia. En la foto, una inauguración en el viejo estadio de Aldosivi

Otro alojamiento fue la Base Naval Submarina. Estuvo el Centro de Fomento 12 de Setiembre. “Nos despertábamos y desayuno en la playa que la teníamos para nosotros solos porque era privada, de los marinos, ni los papás podían entrar” sonríe Gustavo Gil Sosa, el técnico que armó estrategias dentro y fuera del campo de juego: “A la cancha íbamos en un Motorhome de un papá”.
Vélez llevó a casi todos los padres. Facundo Coria, “El Mago”, era un pichón de crack. “Mi familia había ido todo el mes de vacaciones a Mar del Plata, así que llegué antes que el equipo y yo aproveché a rehabilitar mi tobillo inflamado en la arena. Al final pude jugar, y el día de la presentación ya veíamos la magnitud que tenía el torneo con más de cien equipos”.
El condimento que no a todos les gustaba era permanecer en casas desconocidas. Un chico lugareño hospedaba a un rival visitante, algo tradicional en las cruzadas deportivas infantiles. Al final terminaban en amistades inolvidables. Ramiro Agüero, un pibe que era el 8 de Estudiantes, hoy valora “el intercambio que hizo su club con Kimberley, llegamos a ir de a dos o tres chicos a una misma casa; yo estuve solo hasta que vinieron mis padres”. ¿Se acuerdan del “Negro” Rubén Agüero, defensor campeón con el Pincha 1982-1983 y alguna vez llevado por Bilardo a la Selección? A ése se refiere. Años más tarde, ya con 15 años, Ramiro fue atropellado por un auto y su carrera futbolística quedaría condicionada. Se recibió de preparador físico y trabajó con su padre en equipos del ascenso.

Los chicos de Estudiantes de La Plata colgaron las banderas en una casa donde se alojaron con sus padres

Quilmes de Mar del Plata y Newell’s Old Boys coinciden en los colores rojo y negro de sus camisetas, y además se llevaban bien porque los locales siempre albergaron a los rosarinos en su “Latinoamericano Juvenil”, un torneo para jugadores de Octava División (ésta es otra historia que va a ser contada en otro homenaje). El sentido común de la organización fue poner a Newell’s en la Zona 7, como cabeza de grupo, en la cancha de los quilmeños, donde jugaron los primeros tres partidos. Asimismo, familias de la 87 de Quilmes dieron cobijo en sus hogares a los pequeños deportistas de Newell’s.
Federico Rosso, uno de los “Leprositos”, se acuerda bien de ese chico, “se llama Martín y su papá Carlos trabajaba en el Casino; los seguí llamando durante un tiempo incluso cuando no había internet, pero a medida que pasa el tiempo ese diálogo se va cortando”. Al elaborar esta nota ubicamos a Martín Saez, el arquerito del club quilmeño, que devolvió estas palabras para Rosso: “El año pasado lo rastree en internet y me alegré al enterarme que es un futbolista profesional. En ese Mundialito, los dos equipos pasamos de fase. Nuestro técnico fue Horacio de Pedro“.
Otro relato, del corazón de ese equipo de Quilmes, es el de Augusto Taglioni, hoy destacado periodista en política nacional: “No todos los chicos de Newell’s fueron con familias de nuestra categoría, recuerdo que algunos fueron a casas de chicos de Independiente de Mar del Plata. Nunca supimos con quién estuvo Messi, pero sí sabíamos que siempre estaba con otro compañero de Newell’s”. Ese compañero es Lucas Scaglia, uno de sus mejores amigos.
“La Máquina del 87”. Así llamaban al equipo dirigido por Domínguez, quien fue designado por un famoso delantero de Newell’s en los años ochenta, Sergio Almirón, “El Negro”, mismo que fue campeón con la Selección en el Mundial de México 1986. En el baby fútbol de la Rosarina jugarían ese año por última vez en la cancha chica. “Mis jugadores de elite”, los elogia aún el técnico. También confirma que “todos ellos a los once años ya estaban curtidos, viajábamos a jugar a todos lados”. “Y de tanto ir a torneos ya nos parecíamos a esos circos que no paran”, bromeó Bruno Milanesio, “El Pumita”, uno de los chicos que andaba pegado al popular Messi.
Lo cierto es que ese equipo era espectacular y giraba en torno a Leo. “Lo mismo que le vemos de grande, pero con menos explosión y menos velocidad” define el querido “Quique” Domínguez. En su ciudad todos los que rondan el fútbol de los chicos lo conocían bien. Y el diario La Capital, por referencias, le sacó un recuadro especial esa misma temporada.

Reportaje, tipo “ping pong” de preguntas y respuestas, en el diario La Capital de Rosario. En el ítem “un jugador”, Leo respondió: “Mi hermano y mi primo”. Comida: “Pollo con salsa”.

Pero la aventura de 1999 no arrancó nada buena. El 4 de enero, a solo doce días de salir hacia “Mardel”, en un entrenamiento se lesionó Messi, cuando ensayaba un ejercicio de definición. Les tiraban la pelota y tenían que patear con la pierna inhábil, sólo valía ese gesto técnico, complejo. El profesor Domínguez emitió una advertencia. “Ojo que se pueden pegar un porrazo”. Y especialmente le pidió a Leo que tuviera cuidado. Leo salió desde su hilera y cuando le entró a la pelota, perdió el equilibrio cayendo al pasto. Como buscó el apoyo con las manos, terminó con fisura, con desplazamiento de la muñeca. Yeso para Lionel, y un mes de reposo. “Era la tercera vez que le pasaba; dos veces se fracturó de un lado, y una del otro brazo”, explica “Quique”.
Sobrevino una especie de minicrisis porque alguien de la dirigencia prefirió que no viajara. Hoy el DT apunta: “Los pibes y yo dijimos que si Leo no iba, no iba ninguno. Ese campeonato era el sueño de cualquier chico que se despide de la cancha de siete”.
Vale aclarar que jugar en un club competitivo no es un lecho de rosas. Además de pagar la cuota todos los meses, había situaciones en que las instituciones se volvían rígidas con los que se atrasaban en los pagos y podían retenerle los carnets. Si no pagan al día, no juegan.
El hijo de Celia Cuccittini, “Puchi” y de Jorge Messi ya se habían hecho ilusiones con otro viaje del varoncito menor de la casa, pero la situación no era fácil, por la reciente visita al hospital. Pero habrá una idea, un plan de los Messi que le dio viento a favor al sueño de Leo. La familia Scaglia (con la que solía ir a los entrenamientos) viajaba completa a Mar del Plata. Don Daniel Scaglia (papá de Lucas) no es un hombre al que el fútbol le diera lo mismo; jugó en Newell’s hasta las categorías de inferiores. No dudó en recorrer los 700 kilómetros y cuidar a Leo por el yeso. Se conocían mucho, de hecho, su hijo y el de Messi habían fichado el mismo mes de marzo de 1994 en la Escuela de Fútbol “Malvinas Argentinas”, ubicada en el centro geográfico de Rosario; Scaglia y Messi llegaban y se iban juntos.
Un hallazgo más. Una sobrina de Daniel y prima de Lucas, Antonela Roccuzzo, también se sumó contenta a la odisea en la Ciudad Feliz.

Mar del Plata, 1999. Lionel, con su camiseta de Newell’s, no podía jugar por una lesión. A su lado, Antonela Roccuzzo, la prima futbolera de Lucas Scaglia (foto: Infobae)

“A los once años Leo ya sabía absolutamente todo lo que sus compañeros y otros pibes podrían aprender en los próximos seis años, iba muy adelantado en la forma de juego, la pegada, la gambeta, la finta. Si hay algo que lo diferenció siempre es su valentía. Es un pibe muy valiente a la hora de disputar la pelota y competir”, define Domínguez.
El pibe ya era considerado un “distinto”, no podían sacarle la pelota cuando la tenía, cortita y al pie en sus botines. Desparramaba rivales y convertía, o esperaba que llegara un compañero para tocársela y que defina otro. Sin egoísmos.
Sin embargo, en Newell’s no todos confiaban en la potencialidad de Messi. En diálogo con Atilio Lai, uno de los que trabajó en la cantera durante esa década, “voy a ser sincero, uno no creía que iba a llegar adonde llegó. Le veías la pasta, pero no podes saber que diera tanto”. Atilio participó de aquel viaje junto a su mujer. En la 87 de Newell’s, allá en la Ciudad Feliz, los mayores que firmaban la planilla eran Domínguez y Lai.
El momento de mayor fama en la niñez de Messi se vivió en Perú, en el verano de 1997, un campeonato organizado por la Academia Acantolao. “Salimos campeones”, recordó Leo, de buena memoria. Allá empezó a atraer cámaras de televisión, y fuera de la cancha, hacía demostraciones de jueguitos. Los peruanos hacían cola para saludar a la criatura. “Hacé cien y te regalamos un helado”, escuchó de un adulto, pero hizo mil y se llevó diez helados.
En 1998, en un torneo jugado en Racing de Balcarce, Leo fue el goleador con quince gritos en seis partidos. Y se volvió a su casa con un premio enorme, el Trofeo “Eduardo Gargiulo” para el máximo anotador. En una jornada con fecha libre, el grupo de chicos y las familias que fueron a acompañar a Newell’s, pasaron la tarde en una tarde de playa en Punta Mogotes. Se desplazaron esos 74 kilómetros que separan la capital nacional de la papa (donde se alojaban) de la gran urbe marplatense. También esa vez viajó la familia Scaglia, y estuvo Antonela, esa niña que adoraba el fútbol y pasear. Una foto que se hizo viral hace unos años los muestra a Leo y a Anto, junto a un grupo de pibes y pibas.

Punta Mogotes, enero de 1998. Antonela Roccuzzo y Lionel Messi. Amigos son los amigos, dicen. Un amor para toda la vida.

El primer partido sin Leo, en el torneo “Ezequiel Zapatosky”, fue a las 10 de la mañana del domingo 17 de enero de 1999. Debutaron ante un combinado B de San Lorenzo de Mar del Plata, que presentó a chicos clase 88, un año menor. Le metieron catorce goles, con Leo sentado en el banco de suplentes. El día 18 se presentaron ante San Vicente de Pinamar y ganaron otra vez.
La tercera fecha que cerró la primera etapa fue el 19 de enero, a las 11.15 horas, cuando Quilmes y Newell’s (ya clasificados) se abrazan para la foto en el campo de deporte de la Avenida Colón al fondo. Ganaron los visitantes 3 a 1 y fue el tercer triunfo en igual cantidad de partidos. “Le hicimos un buen partido, ojo. Nos sorprendió el despliegue del número 4 (Romero) que iba y venía, nos llegaban por ahí, siempre les sobraba uno en ataque, ¡y eso que no jugaba el mejor! Después nos eliminó Boca, que nos ganó 6 a 1 y tenía chicos que parecían cinco años más grandes”, recuerda Saez, el número 1 del “Cervecero”.
Messi posó para la foto con un buzo deportivo de los que llevaban los suplentes. Quería jugar, pero debía permanecer en reposo. Además, no estaba incluido en la lista de buena fe.

Quilmes de Mar del Plata, en su cancha, con Newell’s. Leo Messi es el tercer de la hilera de agachados. El arquero que hace monerías es Juan Cruz Leguizamón

En la parrilla “Lo de Linari” (de Juan Linari), frente al Balneario 1 del Complejo de Punta Mogotes, se compartían sabrosos platos y vivencias de distintos orígenes. Allí comían los directores técnicos de AFA y este periodista; en épocas sin celulares, las sobremesas se alargaban con el cafecito y una postal que permanece en mi retina: con las migas de un pan planteaban distintos esquemas tácticos.
Sereno y amigable se mostraba Eduardo Daniel Hernández, “Pino”, el DT de Vélez, a los 36 años ya con el cartel de ex wing derecho de Vélez, Racing, San Lorenzo, Chacarita y retirado en Laferrere. Recién empezaba a dirigir y el año anterior había ganado este torneo con la categoría 1986. “Nací en Villarreal, el mismo barrio de donde es Carlos Bianchi“, me dijo aquella vez. Pregonaba la empatía por el chico, el compañerismo, insistiendo que el estudio era primordial en las cabecitas y si se podía crecer en el fútbol, bienvenido sea. “En Vélez no me piden tenés que salir campeón. Esto no es tan difícil, es ver quien juega bien y, si es muy chiquito, tenerlo, ir formándolo como persona”. Y para el DT el mar fue un aliado para el propósito de estar bien. Es motivo de alegría recordar a Juan Pablo Kresser, el 5 de Vélez, imitando al cantante Alejandro Sanz y tocando la guitarra a la orilla del Atlántico. Entre los velezanos, un par eran de linaje famoso: Mauro Zárate, un rubio de ojos pícaros que asomaba como gran delantero (sus tres hermanos ya eran profesionales: Sergio, Ariel y Rolando); Damián Escudero era otro, rapidito, como su viejo, Osvaldo Escudero, “El Pichi”, campeón mundial con la Selección Juvenil en Japón 1979.

Cuatro amigos de la gran 87 de Vélez Sarsfield, Facundo Coria, Agustín Protas,Silva y Mauro Zárate (foto:revista “Reporte de Inferiores” – archivo)

Pasaban los partidos y se comentaba sobre la contextura física de los chicos San Lorenzo de Almagro: varios medían un metro setenta. Y se soñaba despierto con la chance de que se diera un Boca-River, un Estudiantes-Gimnasia o un Central-Newell’s, si coincidían las llaves. En cuanto a los conjuntos marplatenses, un buen exponente era Independiente, que había hecho pretemporada y tenía en buen nivel a Imanol Iriberri, hoy jugador profesional en la Liga de Malta, en el continente europeo. “Tuvimos solo en ese torneo a un profe que vino de Independiente de Avellaneda, Osvaldo Carrica, que era un scouting que miraba chicos. Eramos un equipo de barrio, muy unido, diría de hermanos, y cada vez que vuelvo a Mar del Plata para ver fútbol ya no se ven valores como esos”, dice Imanol, que al igual que Gonzalo Fulcos, “El Oso”, otro chico del Rojo, señalan la diferencia que les sacó Vélez “por un rubio que nos metió cuatro goles, Mauro Zárate, que metió un gol de media cancha”.
¿Ya vio jugar a Ñubels, periodista? (una pregunta que modificará mis planes periodísticos para el día siguiente).
Esa voz firme era la de “Quique” Domínguez, con la chomba con el escudo bordado de NOB (Newell’s Old Boys), un empleado bancario, ex jugador amateur y como técnico ya en lan décima temporada en su querido rojinegro. “Usted ya nos habló bastante de los equipos de La Plata, pero debería conocer a la 87, tenemos una maquinita”, redobló la oferta.
Caminamos hasta La Casa del Deportista donde estábamos alojados, pasillo de por medio. “Mañana puntual en la puerta, ¿lo espero? ¡No se pierda el fútbol de Newell’s!”.
El jueves 21 de enero de 1999, con un programa de 28 encuentros, seguirá rodando la pelota. En la Villa Olímpica de Independiente, en el Alto Camet (pasando el Parque) subí al micro en la que la delegación me sorprende por su disposición en los asientos; estaban todos de un solo costado, del lado de las ventanillas por donde se observa el mar. Eran las 14 horas y unos 30 grados de temperatura, como para quedarse con los bañistas, pero allá vamos con nuestro bendito fútbol. Newell’s juega a suerte o verdad con River de Mar del Plata.
Mirá a ese chiquito, el de flequillo (señaló Domínguez al más chico). Ves que tiene el yeso, ése… Te digo que si pudiera jugar les pasamos el plumero a todos… ¡No yo, sino ellos que son los que juegan!
-¿Cómo se llama?
-Lionel Messi.

En mi cuaderno, apunté directo: “Lionel Messi, figura excluyente”.
“El archivo es el guardaespaldas permanente”, recomendó Dante Panzeri, periodista estricto. Y en eso lo seguí.

Lapicera y cuaderno, para el apunte de este periodista especializado en fútbol amateur. Me lo cantó el entrenador Antonio Domínguez, mientras viajábamos con la 87 de Newell’s

Lo puedo recordar perfectamente, callado, concentrado, casi con la vista en el respaldo del asiento que tenía enfrente, un “Pulga” auténtica. Pero lo percibí preocupado, me lo decía la intuición del corazón y no el cerebro. Ahora puedo saber qué le debía estar pasando: siete meses antes había dejado de existir en este plano su abuela Celia, esa alma especial a la que le dedica sus goles (con los dos brazos elevados el cielo). Se fue para siempre en mayo de 1998. Es de suponer que Leo vivenció en esos días la finitud del ser, empezó a comprender de chico eso que duele. Dejaba de ver a quien le dijo una vez que se anote en un club.
“Conociéndolo un poquito debe haber sufrido muchísimo estar fuera del equipo”, opina Domínguez luego de veinticuatro años que no hablábamos, un tiempo preciado en el carretel de la vida, y nada mejor que esperar a la charla cuando su pupilo ganó el Mundial.
Más datos fehacientes. Uno que le daba dolor en el cuerpo. A Leo y familia en esa época ya le habían informado sobre el problema hormonal. El crecimiento primario (el de brazos, tronco y piernas) se frenó, aunque esa deficiencia podía ser momentánea y solucionada si era combatida a tiempo. Día tras día, la terapia con la hormona “GH” le permitía recuperar unos centímetros.
“A Mar del Plata llevó una caja de telgopor rectangular con hielo seco y todas las mañanas él mismo se aplicaba la inyección en sus muslos”, asegura el técnico.
En Mar del Plata, “Quique” notó que Leo siempre llevaba bajo el brazo una carterita, un neceser de viaje, siempre que salían para jugar los partidos. Pero como respetaba su intimidad, averiguó qué tendría el chico que no podía jugar. Lo supo a través de una mamá.
-¿Qué llevás Leo?
-Vendas, canilleras y los botines…
-Pero vos estás con yeso, no podés jugar Leo (reaccionó la mujer)
-Ya sé, pero si Quique me necesita, me lo puedo sacar y juego.
“Era una especie de secreto. Una locura que pasó solamente dentro de su cabecita de niño”
, reflexiona Domínguez desde su ciudad natal, La Paz, Entre Ríos, donde pasa las vacaciones 2023 y donde los amigos lo conocen por “Russo”.
“Durante todo el torneo le pedíamos permiso al árbitro e iba al banco con nosotros”, dice Domínguez. Los compañeros recuerdan que si era por él se sacaba el yeso. Nunca se despegaba del grupo y en las entradas en calor se ponía a hacer suavemente sus clásicos jueguitos.

La producción fotográfica que compartió para este informe especial un hincha de fútbol (Gentileza: Diego Ñuls – Facebook)

“A los once años Leo ya sabía absolutamente todo lo que sus compañeros y otros pibes podrían aprender en los próximos seis años, iba muy adelantado en la forma de juego, la pegada, la gambeta, la finta. Si hay algo que lo diferenció siempre es su valentía. Es un pibe muy valiente a la hora de disputar la pelota y competir”, definió Domínguez.
Los chicos de Buenos Aires todavía no sabían de él. En ese momento, en el conurbano, en Wilde, había un chico llamado Sergio Agüero, “El Kun”, que tenía la categoría ’88 de Independiente, y ya me decían que no lo ponían tanto con ciertos rivales porque corrían el riesgo de que se “lo saquen” al Rojo. Debutó en primera a los 15 años.
Messi daba ya para ídolo y ésa era la sensación en su ciudad.
Ramiro Gulino, un pequeño de La Plata, fanático del Lobo, por primera vez defendía esa camiseta. Algo tímido para el grabador y el reportaje.
-¿Lo más lindo de Mar del Plata?
-Los partidos, la playa y salir a la noche.

-¿Lo más feo?
-Dormir la siesta, sino nos mandan de vuelta a La Plata.
El 22 de enero Gimnasia se enfrentó a Atlético Batán, un “invitado de honor” de los torneos barriales, algo que explicará el por qué del referí Santos Gabriel Milla advirtiendo a un nene marplatense.
-¿No te pusiste las canilleras?
-Juez… pero ninguno trajo las canilleras (esgrimió como recurso el DT)
-¿Usted se hace cargo?
-Sí, sí.
Ya en Tercera Fase, Estudiantes de La Plata y River Plate. El Pincha contaba con la dupla técnica de Gustavo Scorza y Omar Rulli (padre de Gerónimo Rulli, en ese entonces un arquerito de sólo seis años y hoy, a sus treinta, uno de los consagrados en el Mundial de Qatar). Apasionado, “El Negro” Rulli, un confeso “bilardista”, se dedicó a estudiar al rival el día previo. Conversaba con cuanta persona había visto a los Millonarios y sacó la ficha: no podían descuidar a Gonzalo Higuaín, un pibe que tendrá futuro de copa mundial. Su papá Jorge Higuaín (había sido futbolista de Boca y de River, entre otros) observó el partido en la cancha de River de Mar del Plata, atento a los detalles que otros que nunca jugaron pueden ver. El apodo de “El Pipa” lo heredó Gonzalo, en diminutivo, “El Pipita”.
Los de La Plata se pusieron arriba a los 15′ de juego con gol de Alan Olivieri, de penal, y cuando se encaminaban a lograr el objetivo, una falla defensiva le permitió a River llegar al empate y a la definición desde el punto penal. Higuaín pateó uno que iba a darle la clasificación y se lo atajó el “Vasquito” Maximiliano Izaguirre; siguieron uno y uno, hasta que River fue ganador. Lo que más permanecerá fue ver a los chicos ganadores armando un “pasillo humano” para despedir con aplausos al Pincharrata, gesto al que se al se sumaron los de Vélez y Kimberley,
Todo marchaba bien y la frase de “la prioridad son los chicos” tenía ejemplos concretos. Dos de Racing de Bavio, Ezequiel Cabezas y Archivaldo Sives, además de su club de origen ya eran jugadores hacía un tiempo del gran Estudiantes, club que no tuvo inconvenientes en que ambos viajaran a Mar del Plata con sus amigos del pueblo. Todas las “perlas” que veía o me enteraba las iba atesorando para la próxima edición del suplemento “El Clasiquito” (hoy fuera de circulación), que apareció en la calle el sábado 6 de marzo de 1999 en La Plata y alrededores.

La tapa del suplemento de fútbol infantil. Arriba, los chicos de Gimnasia celebran una clasificación en “La Cantera”. Abajo, los de Estudiantes gozan del mar

Cuarta Fase: el mejor cruce fue el de River-Vélez, una panzada de fútbol a la que solamente le faltaron goles. Empataron y desde los once metros pasó de ronda “El Fortín”.
Gimnasia y Esgrima La Plata y Las Malvinas fue una topada entre platenses. Pasado el tiempo, uno puede confesar alguna simpatía por el más débil, el club de barrio que pasó días y noches en el camping Arroyo Lobería. Esas “Malvinas” que ofrecía a dos cracks en la delantera, el 10 Nelson Puccio y el 11 Luciano Aued, “El Luly”, de pegada especial. Tanto que a los 3 minutos tiró un centro que ayudado por un mal pique se metió adentro. El equipo de Lobitos llegó a la igualdad por una “palomita” de Jonatan Brandt (años más tarde será uno de los tantos socios que fletaba micros de visitante). El 1 a 1 fue un cúmulo de nervios. “Vas a ver que en penales que gana Malvinas”, me susurró al oído el árbitro del SADRA. Mala intuición, juez, porque la clasificación fue gimnasista.
El tiempo se encargó de tejer más historias con momentos de una película de esas de Hollywood. Aued (el de Malvinas), que fichó para Gimnasia tras este torneo infantil, llegó a la Primera división siendo clave en un gol que en 2009 lo mantuvo en Primera. El Luly siguió carrera en Racing, Católica de Chile y este año 2023 se sumó a Unión de Santa Fe. “No puedo caer, pero recién caigo, en el camping compartimos con Unión y los técnicos me pidieron referencias por tres chicos, Puccio, Lucas Vega y Aued”, dice José Pietrosimone. ES que Luly, acaba de firmar para Unión.
Otra anécdota más. Muchos padres de Las Malvinas no pudieron viajar a la costa por temas de laburo, y uno de ellos Mario Barbarino (papá de un arquero, Marito Barbarino) recuerda que de alguna manera el fútbol y la vida compensan. Barbarino, que fue DT de Marcos Rojo (surgido de la 90 del mismo club Las Malvinas) quince años más tarde viajó a un Mundial invitado especialmente por Rojo, para verlo en la Selección Argentina.

El banderín de Unión de Santa Fe en manos de un papár de Las Malvinas, y la camiseta auriazul que se llevan los entrenadores del club santafesino

Boca-Newell’s significó un día histórico para la famosa 87 rojinegra. Nunca habían jugado ante los chicos que el Xeneize tenía en el torneo infantil de AFA. No jugaba Messi, pero arriba se mandó un partidazo Diego Rovira, tan imparable en sus arranques que el DT boquense Maddoni retó a la defensa y la modificó varias veces durante el juego. Terminaron 1 a 1. Por la vía del punto penal, el último tiro fue para Federico Rosso, que hoy narra con emoción “le pegué cruzado, inolvidable, le ganamos a Boca”, dice a sus 35 años, siendo profesional de Chacarita. Por supuesto que Messi, enyesado, corrió como un loco detrás de todo el grupo de compañeros que clasificaban. “Deseaba que la Selección Argentina ganara el Mundial muy especialmente por Leo; lo castigaron, a él y a otros jugadores que son fuera de serie. Me gustaría que antes de hablar la gente se ponga en los zapatos de un jugador”, deslizó Rosso.
Los duendes de la nostalgia recorren más pensamientos de Federico, que recordó otra situación especial, un paseo de la 87 de Newell’s a ver un partido de básquet en el gimnasio “Once Unidos”. Fue la noche del 20 de enero, donde Quilmes de Mar del Plata cayó sorpresivamente por 111 a 99 con Newell’s (vaya destino). El partido se jugó por el Torneo Nacional de Ascenso, que terminará con buena cosecha para los marplatenses: lograrán el ascenso a la máxima categoría, la Liga, cuatro meses después.

20 de enero de 1999. Torneo Nacional de Ascenso, a pleno básquet con Quilmes y Newell’s. En la platea del gimnasio se ven muchos chicos (Foto: gentileza del Diario La Capital)

Boca en sus infantiles se había hecho fama de tener lo mejor. En Mar del Plata tuvo sentados en el banco a dos sabios con acento porteño, Luis Andretto, “Yiyo” (se enloquecía con los langostinos) y Ramón Maddoni, “El Gordo” (buen observador, silencioso, famoso cazatalentos que había acompañado desde chicos a consagrados como Cambiasso, Riquelme y Sorín). En 1997 esta dupla había sido contratada por la presidencia xeneize de Mauricio Macri.
Maddoni, cuando hablaba, era para decir algo importante. Antes del partido con Newell’s, en un almuerzo se refirió a uno de los chicos que ese año se sumaba a Boca.
-Este año viene un chico para Octava. Vive en Fuerte Apache. Cuando vuelva a Buenos Aires le vamos a buscar un lugar más seguro para vivir. Se llama Carlos Tevez“.

El periodista Gabriel López, “El Colo”, dialogando con el profesor Carlos Egozcue, director general del Torneo Internacional de Fútbol Infantil. Lindos tiempos en Aldosivi

¡Semifinales! Gimnasia La Plata-Estudiantes de Río Cuarto; Vélez-Newell’s. Qué equilibrio. Dos de Buenos Aires y dos del interior.
La sorpresa es color celeste por Estudiantes de Río Cuarto que superó a los Lobitos. “Oiga… es la primera vez que siento placer de dirigir, ¡qué bien juegan!”, escucho al juez de línea.
La otra llave regaló lo mejor de los diez días de competencia. Vélez y sus once: 1 Pablo Báez, 2 Agustín Protas, 3 Pablo Zárate, 4 Matías Barcos, 5 Juan Kresser, 6 Darío D’Amore, 7 Ezequiel Filipetto, 8 Matías Lengen, 9 Mauro Zárate, 10 Facundo Coria, 11 Damián Escudero. Newell’s y sus duendes: 1 Juan Cruz Leguizamón, 2 Mariano Miró, 3 Federico Rosso, 4 Marcelo Romero, 5 Lucas Scaglia, 6 Bruno Milanesio, 7 Leandro Giménez, 8 Emanuel Correa, 9 Diego Rovira, 10 Juan José Gómez, 11 Leandro Benítez. Se jugó en el viejo estadio de Aldosivi. Los rosarinos se pusieron dos veces en ventaja, con Giménez a los 5’, lo empató Vélez a los 8’ vía Lengen; el rojinegro por Gómez a los 15′ volvía a saborear la clasificación, y antes del silbato final a los 29′, luego de un córner, Zárate puso el 2 a 2. Fueron a los penales y un tiro defectuoso del “Negro” Benítez le dio la clasificación a los de Liniers.
“Eran grandotes los de Vélez. No nos achicamos, nos sentíamos los mejores y en eso tenía que ver Quique que nos daba mucha confianza. Hice un gol y me anularon otro, la pelota me rebota en el pecho y me cobraron mano”, dice Juanjo Gómez, que con el mejor humor dice “la 10 la llevé puesta yo, siempre digo que Messi era suplente mío, en chiste, a mis hijas”.
“Nos volvimos invictos, pero con Leo habríamos robado en ese torneo”, se consuela Domínguez en una charla informal.
“Decile a Quique que ni con Messi nos iban a ganar, en la 87 teníamos un equipazo”, se emociona Hernández, con un aire amistoso y nostálgico, guía técnico de las infantiles de Vélez (hoy cumple ese rol en Boca).
“Yo creo que con Messi nos ganaban porque fue muy parejo ese partido”, tiró Coria, como para desempatar con honestidad a sus 35 años, atendiendo la llamada desde Italia, donde ya está en las últimas andanzas en una liga regional de Sicilia.
Aquel tridente ofensivo de Coria, Zárate y Escudero tuvo destino carrera larga al más alto nivel profesional. Escudero debutó en 2006 y le metió su primer gol justamente a Newell’s.
Messi se distraía con los chicos en esa Ciudad Feliz de los sueños, y pese a no jugar, se tomaba todo con una sonrisa. Con una sonrisa de travesura, con una frase memorable que hoy atesora ese entrenador paternalista de Quique, que llevaba una campera rompe vientos roja con vivos negros que ataviaba su cuerpo voluminoso.
-¿¡Qué hacés Papa Noel, como andás!?

Lucas D’Alessandro, arquero de Newell’s, con el entrenador Antonio Enrique Domínguez. Sus dos hijos llegaron a jugar fútbol profesional y hoy son entrenadores

El miércoles 27 de enero llegó la despedida. El cielo seguía con un manto gris. Un día a pura lluvia había retrasado la “finalísima”. Aún llevo la sensación rara cuando un rumor decía “de no parar de llover, puede que el torneo quede sin definición”.
Los pibes escuchaban cuarteto, las canciones del “Potro” Rodrigo“En una villa nació, fue deseo de Dios, crecer y sobrevivir a la humilde expresión”. Para los adolescentes y adultos ya se escuchaba el disco de Fito Paez y Joaquín Sabina“Y después de llover, un relámpago va deshaciendo la oscuridad, con besos que antes de nacer, morirán…!”.
La ceremonia fue conducida por el periodista Hernán Hamame; éste, por las cosas de la vida, fue uno de los que crucé en la infancia gracias a la pelota, allá en Berisso, y que coincidió también en elegir la profesión. Allá, en la Ciudad Feliz, me invitó a participar como su segundo micrófono. Hice entrevistas (entre ellas a “Quique”) que se podía escuchar en toda la cancha.
En primer lugar, se realizó la premiación a los campeones del paralelo de la clase 89: Atlético de Rafaela.
Pasamos al partido por el tercer puesto. Las 87 de Newell’s y Gimnasia no se sacaron ventaja alguna. Una anécdota de Héctor Casas —DT platense, fallecido en pandemia— con el arquero suplente Emanuel Armendi. “Chila, esta tarde vas a tener tu chance de titular”. Durante los cuatro partidos anteriores, en tres de ellos el titular fue responsable de achicar los arcos en definiciones por penales. Armendi recuerda que “estaba contento por jugar ante Newell’s, pero faltado 5 minutos y ya ilusionado porque venían otra vez los tiros penales, Casas me sacó. Y puso a Lugüercho que era una bestia, pero igual perdimos”. El DT tenia una cábala en los penales, que se rompió en la cuarta y última ocasión: se ponía en la boca del túnel mirando hacia adentro, de espaldas al campo de juego.
Newell’s se impuso 5 a 4 desde los once metros. Así quedó en el tercer puesto, con el fabuloso Messi que se había aguantado nueve presentaciones viendo jugar a sus compañeros.
Lugüercho —el atajapenales— guarda una sensación especial que hoy está generalizada entre los chicos gimnasistas. “Se decía que Newell’s tenía un chico que jugaba muy bien pero no jugaba, lo cual representaba para nosotros una ventaja deportiva. La realidad es que me di cuenta que ese chico era Messi varios años después cuando  un compañero del trabajo vio una nota en el diario. Che, ¿vos jugaste con Messi? ‘No, nada que ver’, le dije. Mirá esto, ahí están en la cancha de Aldosivi”.

El Lobo y los Leprosos ya habían terminado 0 a 0 y la copa del tercer puesto quedó para los rosarinos en los penales. El pequeño Lionel Messi está recostado sobre el césped

Haciendo historia, durante ese año el equipo de Newell’s le dijo adiós al baby fútbol. En Malvinas o en otro predio, Jorge Messi solía ver los partidos tranquilos en compañía de Daniel Scaglia, sin presionar, disfrutando.
Decir baby fútbol en Rosario no es lo mismo que en la Capital Federal (CABA) y puede prestar a confusión. Allá es en pasto y de siete, y acá en salón y de cinco titulares.
Para saber, en la Asociación Rosarina, Newell’s competía en clase 87 con cuatro equipos, “líneas”, como les dicen. Las diferencian con letras, Newell’s A, B, C y D. “No significa que la A sea superior y que la D sea un relleno, no son niveles”, aclaró Rosso. “Te aclaro que no era fácil estar”, asegura Romero, a quien le sobraban condiciones.
Para el gran torneo de Mar del Plata se armó un combinado de todas las líneas. Además, “Quique” llevó a dos pibes a prueba, Bruno Milanesio, confeso hincha de Central, que con el tiempo dijo “yo quería ir a Newell’s para jugar al lado de La Pulga, que a los diez años ya era conocido en todo el baby de Rosario”. El otro “nuevo” de La Maquinita fue Facundo Roncaglia, entrerriano de Chajarí, pero seguirá en Boca y no jugó más con la rojinegra luego de ese viaje. Con un ingrediente que hoy sabe a extraño: se probó como delantero quien hoy es defensor y figura de Boca, ex de la Selección. Roncaglia se fue a Boca por un contacto que hizo el técnico Griffa, célebre maestro de juveniles en Newell’s y entonces coordinador del Xeneize.

Leo Messi (con yeso y short de la Selección Argentina), Bruno Milanesio (con el trofeo) y un niño entrerriano que llevó Roncaglia (foto: Messismo10)

Falta escribir sobre el último partido. “Los Leones del Imperio”, tal se apoda a Estudiantes de Río Cuarto, la revelación. El manager había sido jugador de Belgrano en los torneos Nacionales y lleva el honor de ser el único DT que tuvo la Escuela de Fútbol de Carlos Bilardo en el interior del país. Ese señor, don Humberto Mansilla, minutos antes de jugar la final me confiesa temblando de emoción: “Hace un año, a esta hora, moría mi padre”.
Del lado de Vélez, el técnico “Pino” Hernández, tenía la fortuna de estar esa tarde con su padre ubicado en las tribunas: “Llamé al viejo para que viniera a ese partido”.
Un encuentro parejo, con la diferencia del único gol velezano a los 13 minutos: la bocha viboreó por el borde del área grande y de ahí sacó la zurda con cara interna Facundo Coria, al primer poste, 1 a 0, definitivo. Facundo se enterará después que sus familiares no vieron el gol porque “a mamá se le hizo tarde, pero llegaron para la vuelta”, explica con buen humor, remontándose a la figura de un ser amado, el abuelo que siempre lo llevaba a los entrenamientos junto a Zárate. Coria llegará a la gloria en 2010 siendo campeón en la Primera de Argentinos Juniors.

Final del Mundialito. Vélez se quedó en 1999 por segundo año consecutivo, con el torneo internacional “Ezequiel Zapatosky” de Mar del Plata. Esaa vez, con la 87

El 28 de enero emprendieron la vuelta a casa. Juanjo Gómez la tiene anotada, junto a una frase que la lee y se emociona. “Es de la familia que me tuvo en su casa, y que como jugaba mucho al crucigrama, me escribió la dedicatoria y me regaló un juego que todavía guardo. Me pusieron que me iban a extrañar y la firmaron Adriana y su marido Alberto, y los chicos Ramiro, Gustavo y Juan Manuel. Me trataron de maravillas”.
Más historias quedaron en el corazón del elogiado 4 de Newell’s, Marcelo Romero, quien confiesa que conoció el mar, ypor Newell’s viví lo mejor de mi vida. Soy hincha de Central, de los que nos ponemos mal cuando no gana, y siempre se lo digo a mis amigos y a mi hijo la importancia que tuvo haber pasado por ese club y la formación que me dio. Igual no fue fácil lo que me tocó a los 15 años, me lesioné y sentí frustración cuando me bajaron de AFA a la Rosarina. Mi decisión fue pedir el pase, y no me lo querían dar en la época del presidente Eduardo López” .
¿Un recuerdo de Leo? “Un día vino a casa. Lo que hacía me dejaba sin palabras, cuando de una conservadorita sacaba la aguja para hacerse el tratamiento él solito. En ese momento uno es inocente y hay cosas que ni preguntás, pero lo veías y era de no creer”, remató “El Lagarto”, un apodo que nació en la intimidad de aquel equipo de Messi y compañía.

Jonatan Brandt, un pibe del “Lobo”, saluda a Marcelo Romero, después del partido que empataron en Mar del Plata

Adiós a “La Cantera”, curioso escenario en la historia de la Argentina. Porque allí hubo fútbol durante siete años. La clausura llegó por varios hechos policiales. La raíz del problema residía en el único acceso para el público, según se desprende de un informe que hizo para el diario La Capital de Mar del Plata el periodista Víctor Molinero.
Ya cuando se jugaba el “Mundialito” el organismo de Seguridad Deportiva lo tenía clausura para la Primera del “Tiburón”, que pasó a tener su localía en el estadio “José María Minella”. En poco tiempo hubo dos espectadores fallecidos: una mujer que cayó de una tribuna y un hombre que se infartó al quedar en medio de disturbios.
Allí también terminó la vida de Ezequiel Zapatosky, por causas naturales, jugando un partido amistoso. Era un muchacho de 16 años que tuvo un paro cardiorrespiratorio jugando un preliminar de un partido de Nacional B, Aldosivi-Douglas. Eze jugaba para la categoría 81 de Aldosivi ante Unión de Mar del Plata.
No conocí a Ezequiel pero sí a su madre Liliana, a sus hermanos Ivo y Michael, y a un bello ser humano que me concedió una entrevista.
-¿Usted es el padre?
-Sí, y él fue más que un hijo… fue el padre de sus dos hermanitos menores. Yo me casé muy joven y Eze fue creciendo y aprendiendo junto a mi esposa y a mí.
-¿Usted lo iba a ver a los partidos?
-Sí, pero me quedaba adentro de la camioneta, o lejos de los demás padres, porque la verdad que todos gritaban mucho y a mí eso no me gusta. Ezequiel me pedía que lo vaya a ver. Me acuerdo que era el último en salir de los vestuarios, se tomaba su tiempo para cambiarse, hasta las vendas quería tener limpitas y bien enrolladas, no sabes cómo se lo pedía a la madre. Era un fanático, cuando se fue a probar a Aldosivi, de chiquito, nos empezó a sorprender, y siempre supo que era primero el estudio y después el fútbol. Quería las dos cosas por igual.
-Disculpe la pregunta, pero después de lo que pasó, ¿encuentra alguna explicación?
-Vos sabes que mi hijo dejó de respirar en una cancha, ¿no? Bueno, él nos había dicho una vez, en casa, que si moría quería que fuera jugando al fútbol. Cuando pasó lo del desmayo, era la tercera vez en casi dos meses. Habíamos ido a dos médicos distintos y no le encontraron nada. Mi hijo estaba sano. Pero ese día no quiso seguir más. ¿Sabes lo que le había dicho a un primo la primera vez que se había caído? Que si volvía a desmayarse no haga nada, porque en el lugar donde estaba se sentía bien… Esto recién lo supimos después.
Durante la entrevista con Rubén Zapatosky, chaqueño de cuna y mecánico de profesión, parecía que Ezequiel nos iluminaba desde algún lado o nos abrazaba con el sentimiento que llega cuando alguien querido se va.

A los buenos atajadores de penales se los apodaba “Goyco” hace varias décadas. Desde diciembre de 2022 pasan a ser “El Dibu”. La nota se refiere en el título a un arquero de Gimnasia

Este 14 de enero de 2023 arranca otra edición del campeonato infantil, ahora denominado Ciudad de Mar del Plata. Seguramente, con muchas historias que alguien podrá vivir para contar.

Todos los protagonistas que jugaron el Torneo Internacional de la Costa Atlántica “Ezequiel Zapatosky” (7º edición, entre el 16/1 y el 27/1/1999.
Zona 1: Aldosivi de Mar del Plata, EFIL de Lobos, Aldeas Infantiles de Mar del Plata, Tilisarao de San Luis.
Zona 2: Colón de Santa Fe, Talleres de Mar del Plata, Excursionistas de Tandil, Aldosivi B,
Zona 3: Mitre de Mar del Plata, Libertad de Charata (Chaco), All Boys de Trenel (La Pampa), Talleres de Mar del Plata.
Zona 4: San Lorenzo de Mar del Plata, El Quillá de Santa Fe, Deportivo Alberdi (Bs.As.), Racing de Balcarce.
Zona 5: Palermo de Necochea, San Lorenzo de Almagro, Atlético Serrano (Córdoba), Villa del Parque (Tres Arroyos).
Zona 6: Nación de Mar del Plata, Sportivo Atenas de Río Cuarto (Córdoba), Independiente A de Junín, Libertad de Mar del Plata.
Zona 7: Quilmes de Mar del Plata, Newell’s Old Boys, San Vicente de Pinamar, San Lorenzo B de Mar del Plata.
Zona 8: River de Mar del Plata, Boca Juniors, Círculo Italiano, Matienzo FC .
Zona 9: River Plate, Huracán de Parque Patricios, Deportivo Castelli de Dolores, CF 12 de Setiembre (Berisso).
Zona 10: Independiente de Mar del Plata, Vélez Sarsfield, Atlético de Rafaela, Huracán de Tres Arroyos.
Zona 11: Argentino del Sud de Mar del Plata, Universidad de Chile, Deportivo Español, Roque Saenz Peña (Chaco).
Zona 12: Jorge Newbery de Lobería, Juventud Unida de San Luis, Tiro Federal de Mendoza, Independiente de Lobería.
Zona 13: Kimberley de Mar del Plata, Estudiantes de La Plata, Atlético Maipú (Buenos Aires), Cambaceres de Ensenada.
Zona 14: Atlético Mar del Plata, FUITAR de Tartagal (Salta), Estación América (Rivadavia), Atlético Chapadmalal.
Zona 15: Rosario Central, Bella Vista de Bahía Blanca, Jorge Newbery de Rufino (Santa Fe), Sarmiento de Vedia.
Zona 16: Sud América A de Miramar, Sud América B, Unión de Bordenave (Buenos Aires).
Zona 17: Círculo Deportivo Otamendi (Mar del Plata), Estudiantes de Río Cuarto, San Telmo (Capital Federal), Independiente B de Junín.
Zona 18: Boca de Mar del Plata, El Recreo de Santa Rosa (La Pampa), Racing de Bavio (Buenos Aires), Talleres de Mar del Plata.
Zona 19: Cadetes San Martín (Mar del Plata), Argentinos Juniors, Atlético Chajarí (Entre Ríos), Unión de Maipú (Buenos Aires).
Zona 20: Renato Cesarini de Rosario, Ciclón Racing (Santa Fe), Las Malvinas (La Plata).
Zona 21: All Boys de Santa Rosa (La Pampa), Atlético Ameghino, Tiro Federal de Puán, Eveready de Dolores.
Zona 22: Peñarol de Mar del Plata, Independiente de Gral. Pico (La Pampa), EFIL 2000 (Lobos), Al Ver Verás de Mar del Plata.
Zona 23: Aldosivi B, El Linqueño (Lincoln), Jorge Newbery de Saliquelló, Argentinos del Sud B de Mar del Plata.
Zona 24: Unión de Santa Fe, América de Rivadavia B, Talleres B (Mar del Plata), Huracán de Mar del Plata.
Zona 25: Ministerio de Quequén (Necochea), Ciudad de Necochea, San Miguel de Las Heras (Mendoza), Argentino de Lincoln.
Zona 26: Atlético Batán de Mar del Plata, Deportivo Mac Allister (La Pampa), Alvear FC (La Pampa), Once Unidos de Mar del Plata.
Zona 27: Belgrano de Santa Rosa (La Pampa), Gimnasia y Esgrima de La Plata, Unión B (Mar del Plata).

Segunda Fase
Aldosivi c. Independiente B de Junín; Colón SF c. EFIL, Mitre c. Alberdi, San Lorenzo MdP c. All Boys de Trenel, San Lorenzo AFA c. Atenas; Newell’s c. River de Mar del Plata; Boca AFA c. Quilmes MdP; River AFA c. Rafaela; Vélez AFA c. Huracán AFA, Estudiantes AFA c. Español AFA; Kimberley c. Saenz Peña; Juventud San Luis c. Lincoln; San Miguel de Las Heras c. Independiente de Lobería; América c. Rufino; Rosario Central c. Atlético MdP; Estudiantes Río Cuarto c. Unión de Bordenave; San Telmo AFA c. Sud América de Miramar; Boca MdP c. Atl. Chajarí; Excursionistas de Tandil c. Racing de Bavio; Ciclón Racing c. All Boys de Santa Rosa; Renato Cesarini c. Puán; Independiente de Pico c. Arg. del Sud MdP; Saliquelló c. EFIL 2000; Unión de Santa Fe c. Batán; Mac Allister c. Huracán de Carlos Tejedor, Gimnasia AFA c. FUITAR de Tartagal; Las Malvinas c. Belgrano de Santa Rosa; Independiente A de Junín c. Villa del Parque.

Tercera Fase
Aldosivi 4 Mitre 1; San Lorenzo MdP 5 EFIL 0; San Lorenzo AFA 0 Boca AFA 0 (penales 5-4 Boca); Newell’s 4 Independiente de Junín 1; River AFA 1 Estudiantes AFA 1 (penales 5-4 River); Vélez 1 Kimberley 0; Tiro Federal de Chajarí 3 San Telmo AFA 0; Estudiantes Río Cuarto 3 Excursionistas de Tandil 0; Ciclón Racing 0 Independiente de Pico 0 (por penales Pico); Renato Cesarini 1 Saliquelló 2; Batán 0 Gimnasia AFA 0 (por penales Gimnasia); Newbery de Rufino1 Juventud de San Luis 0; Rosario Central 3 San Miguel de Las Heras 0; Las Malvinas 1 Huracán de Carlos Tejedor 0.

Cuarta Fase
Aldosivi 0 c. San Lorenzo MdP 3; Boca 1 c. Newell’s 1 (por penales Newell’s); River 0 c. Vélez 0 (por penales Vélez); Rosario Central 4 c. Newbery de Rufino 0; Estudiantes Rio Cuarto 2 c. Chajarí 1; Independiente de Pico 1 Newbery de Saliquelló 1 (por penales 5-4 Independiente); Gimnasia 1 Las Malvinas 1 (por penales 5-4 Gimnasia).

Quinta Fase
San Lorenzo MdP 1 Newell’s 1 (por penales Newell’s 4-3); Vélez 3 Rosario Central 1; Estudiantes Río Cuarto 2 Independiente de Pico 0; Gimnasia 2 Newbery de Saliquelló 1 (mejor perdedor en 4ª Fase).

Semifinales
Newell’s 2
Vélez 2
(Por penales Vélez)

Gimnasia de La Plata 1
Estudiantes de Río Cuarto 1
(E. de Río Cuarto ganó por penales)

Por el tercer puesto
Newelll’s 0
Gimnasia 0
(NOB ganó por penales)

La Final
Vélez 1 (gol de Facundo Coria)
Estudiantes Río Cuarto 0.

Con la campera y la copa, Eduardo Hernández, aquel entrenador de Vélez durante el torneo marplatense. “Pino” ganó dos veces el torneo “Ezequiel Zapatosky”, con la 86 y la 87

¿Qué fue de cada uno de los niños de Newell’s Old Boys que viajaron a ese torneo marplatense de fútbol infantil?
En el arco “El Loco” Juan Cruz Leguizamón llegó a jugar B Metropolitana para Central Córdoba de Rosario y Deportivo Morón y fue héroe de ADIUR de Rosario en 2016 atajando los penales que le dieron el ascenso al Federal B. El suplente fue Lucas D’Alessandro.
Con la 2, Mariano Miró, “El Hueso”, cuyos pelotazos fuertes buscaban rápidos contraataques. En Newell’s firmó contrato pero sin lugar se marchó a Douglas Haig, Juventud Antoniana de Salta (Argentino A) y Gimnasia y Esgrima de Jujuy (Nacional B).
Federico Rosso se convirtió en un trotamundos del ascenso: Chacarita, Central Córdoba de Santiago, CAI de Comodoro Rivadavia, Desamparados de San Juan, Brescia (serie B de Italia), Crucero del Norte de Misiones (ascendió a Primera A), Atlanta, Agropecuario de Carlos Casares y el último año volvió a Chacarita.
Marcelo Romero, lateral derecho, se lesionó en las inferiores de Newell’s y lo bajaron de línea, momento en que tomó la decisión de dejar el club; siguió la pasión en el Alianza Sports de Rosario donde fue compañero de Ever Banegas (crack de Selección Argentina en el Mundial Rusia 2018). Al “Lagarto” Romero lo llamaron de Banfield y Lanús, pero no fue.
Bruno Milanesio, “El Pumita”, debutó en Central Córdoba de Rosario y de allí saltó al Girona, de la segunda división de España, club donde hoy es entrenador con un rol formativo.
Lucas Scaglia, “El Pulpo”, combativo y claro en el medio juego, integró el plantel profesional de Newell’s pero no alcanzó a tener minutos en Primera y se largó a un buen periplo internacional: España, Grecia, Bolivia, Colombia (Deportivo Cali y Once Caldas), Croacia y Estados Unidos donde colgó los botines en 2022.
En el mediocampo, Leandro Raúl Benítez, “El Negro” (de pibe también fue bautizado “Betún” por los amigos), entrenó con la Primera de Newell’s pero no debutó; fue a préstamo a Lanús donde en 2007 fue parte del equipo que ganó un título histórico, pero no jugó ese torneo (al otro jugó un partido en Primera división). Lo prestaron a Atlanta y se reencontró con Rosso.
Emanuel Correa compitió en la Asociación Rosarina para Tiro Suizo de Rosario y Coronel Aguirre de Villa Gobernador Gálvez, el club del que es hincha Ezequiel “Pocho” Lavezzi (ídolo de la Selección en el Mundial Brasil 2014).
Los delanteros fueron Diego Rovira, quien firmó contrato con el Elfsborg de Suecia.
Juan José Gómez llegó hasta Octava en Newell’s y terminó en la Cuarta de Rosario Central, entrenando con Primera, agradecido al fútbol (“pese a que tiene cosas que no son nada buenas”). Conoció el país jugando el Argentino A para Talleres de Perico de Jujuy, jugó en el Smoha de Alejandría (Egipto) y terminó en ligas, para Sport Cañadense y ganando un título de la Liga de General Villegas para el Club Cosmopolita del pueblo bonaerense de Piedritas.
Franco Casanova, “El Pollo”, vistió la camiseta de San Martín de Firmat, equipo santafesino.
Facundo Roncaglia fue del rojinegra a préstamo solo en aquel Mundialito y siguió camino en Boca. Su paso triunfal se resume en tres estrellas del máximo nivel en la Argentina: 2010 con el Estudiantes de Sabella; 2011 y 2022 en Boca.
Walter Avella, “Barullo”, no siguió en el fútbol y se fue a vivir a España con sus padres.
Lucas Molina Rojas se dedicó a la medicina y obtuvo ese título que le inspiró su papá.
En lo dirigencial, Atilio Lai fue un referente en la Escuela ñulista que viajó a Mar del Plata. Se desempeñó en el área de coordinación desde 1993 a 2000, y reconoce a dos maestros que le enseñaron mucho: Bernardo Griffa y don José Vivas (papá de Claudio Vivas). Atilio volvió a Newell’s desde que es presidente Ignacio Astore, siendo hoy uno de los asesores en fútbol amateur.
Antonio Domínguez dejó la dirección técnica en el 2000. La Escuela de Fútbol de Newell’s había sido todo para él, muy especialmente “después de tener a Leo, ya no quise dirigir más”. Empezó a seguir a sus hijos en fútbol, y a una hija en hockey. Curiosamente, en esos días de enero de 1999, mientras “Quique” dirigía en Mar del Plata, ahí mismo Sebastián Domínguez (clase 1980) fue llevado a la primera pretemporada por el recordado profesor Jorge Castelli y el 10 de abril de 1999 debutó en Primera, contra Boca, en el “Coloso” (hoy trabaja como ayudante del DT Hernán Crespo en Qatar, junto a su hermano Nicolás Domínguez).
En ese año 99, Newell’s A se retiró con un titulo, el tercero y esta vez invictos. En el 2000 pasaron a jugaron en Undécima, cancha de once, el último torneo completo de Leo.
Los técnicos que dirigieron a la clase 87, del principio al fin en el baby o escuela, fueron Gabriel Digerolami (siguió kinesiología), Ernesto Vecchio (el que más partidos los dirigió), Carlos Morales (el pasado 7 de enero, en momentos que se elaboraba esta nota, nos atravesó la noticia del fallecimiento), Antonio Domínguez (retirado como técnico) y Adrián Coria (fue ayudante del “Tata” Martino y técnico interino de la Primera de Newell’s en las últimas fechas de 2022).

El 18 de diciembre de 2022 la Selección ganó el tercer Mundial. Lionel Messi fue figura decisiva junto a Emiliano Martínez, “El Dibu”, otro pibe que vivenció el fútbol infantil en Mar del Plata, en una categoría del Club San Isidro.
“Nunca vi una explosión de alegría tan grande”, opinó Egozcue, el profe que organizó aquel torneo y este verano va por la edición trigésima.
Los días posteriores son de felicidad, de puro reconocimiento y de memorias abiertas.
Te lleva a recordar que uno en la vida, incluso en los mejores momentos, pasa por el dolor de las pérdidas de un ser querido.
Te conecta al tiempo de juventud en que uno da sin temores cuando realmente haces lo que elegís.
Te confirma lo conveniente que es seguir las corazonadas y uno siempre está cerca de quienes ama.
Te pone sensible y de pronto querés agradecerle a alguien (a Leo, por ejemplo) que vino a ser alguien especial con lo que hace especialmente bien, y que en el momento de la mayor gloria deportiva, sonrió y no emitió ningún rastro de soberbia.

Mural de Messi que hoy está en el predio del fútbol amateur de Bella Vista, donde juegan los equipos juveniles.

A continuación, un escrito de puño y letra de “Quique” Domínguez  luego de finalizado el Mundial. Una gentileza que compartió con este periodista. Se inspiraba entre tantas imagenes de TV con la dorada Copa que besaba Leo, mientras en su mesa miraba la foto de la 87.
“Recordé lo que alguna vez me hizo llorar de emoción. Y lo busqué.  Dije ¡ahhh…! ¡Esta vez no!  ¿Cómo debo hacer? Otra vez lloré de emoción. Y en algún momento volveré a verlo, porque lo que te hizo bien ayer, te hace bien hoy, y seguramente mañana también.
Yo conocí al hombre pero a los 11 años cuando nos hacía soñar sus sueños. Y nos convencía con sus gambetas. Y nunca se  entregaba cuando algo no salía bien, metía la pelota bajo el brazo y arengaba, marchando delante de todos, ‘¡Vamos, vaaamos! Sin armas, sin escudos, sin levantar la voz, poniendo el pecho. Invencibles, mal calificaron alguna vez. Con el código de justicia bajo el brazo, invitaba a sus compañeros a la vendetta. Un pase, una pared, una doble, un sombrero, un caño y a las duchas. Los osados que desafiaron al Rey del fútbol y su ejército fiel, sus compañeros categoría 1987. En Malvinas, la Escuela de Fútbol de Newell’s Old Boys, en cualquier canchita de Rosario, en Balcarce, en el mundialito de Aldosivi de Mar del Plata, enyesado en la muñeca derecha. Fuiste con nosotros. Eras el estandarte de aquella comparsa futbolera donde bailaban, el Loco Juan Cruz Leguizamón en el arco, el Hueso Mariano Miró que le pedía documentos a todo quien quiera entrar al área, cuando  Emanuel Correa se cagaba de risa al hacer un lateral porque no se acercaban y él no llegaba; y lo dejaba a Marcelo Romero, con esa cara seria y una fuerza poco común. Federico Rosso  y Franco Casanova lustraban tobillos en el fondo, y el Pumita Bruno Milanesio, pecoso lindo y divertido, siempre con una sonrisa, salía por la izquierda tirando paredes con Lucas Scaglia, el General del medio, el de la voz en cuello, el que los ordenaba a todos, el motor trifásico del equipo, que le pedía a Diego Rovira que baje un  poco a dar una mano y el grandote (de la gambeta fina o larga y tremendo disparo) ya no podía con su alma. Pero aparecía el Negrito Leandro Benítez para correr a todos y había que avisarle que los de rojo y negro eran los nuestros, porque también los gambeteaba. O del otro lado, por la derecha, subía Geri Grighini y la pedía a los gritos porque él (Leo) no hablaba. Mientras el Negrito Leandro Giménez metía en cinco metros con esas patas reboleadas para que dentro del área arrugara más de uno. Y disfrutó de la comparsa Lucas D’Alessandro  en el arco, siempre jovial y compañero de sus compañeros, y la saeta Juanjo Gómez hincha número 1 de cada integrante de la fiesta porque así era su espíritu. Lucas Molina Rojas era la elegancia y el silencio en defensa, la sombra de los delanteros rivales. Ema San Gregorio endiablado por derecha picaba hasta estando off side. Y el recuerdo para mi coterráneo, Facundo Roncaglia, que en Mar del Plata hizo que Maddoni reemplazara a la defensa de Boca porque nadie lo podía parar. En aquel equipo las luces de colores, la mejor música, la letra exitosa donde siempre aparecía la palabra Campeón, la ponía Leo. Lionel Andrés Messi. No hacía falta tantos títulos y récords  para que supiéramos que eras, sos y serás siempre el mejor de la historia del fútbol del mundo. Gracias por habernos invitado a subir a tus sueños. Disfrutá. Sólo tus padres y toda tu familia, solo ellos saben cuánto costó. Aunque algunos no crean en los méritos, ¡vos te merecés ser feliz siempre!  Ya no habrá lágrimas de angustias ni pañuelos de papel de Antonela. Porque estas nuevas lágrimas son por las que luchaste tanto. Larga y buena vida a nuestro capitán campeón del mundo Qatar 2022”.

A la izquierda, el DT Domínguez con los chicos de Newell’s Old Boys en cancha de once

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