Ya sesenta años de un grito siempre vivo: “¡Dale Lobo!”
Se imprimió con la tinta sagrada de los escribas; y se habló en asados, cafés, previa de cancha; y se recuperó y conservó alguna imagen en blanco y negro (del Super 8 al VHS, al CD y al formato digital); se reencontraron todos en el Club El Volcán (a treinta años), se hizo una gran cena en el Club Platense (para los cincuenta años); y se hará hoy otro homenaje a un grupo de futbolistas que en 1962 no lograron el título pero arrasaron con el clamor popular y un prestigio con un estilo futbolístico totalmente distinto al actual.
No fueron campeones, por una triste culminación fruto de desinteligencias humanas entre plantel y dirigentes, pero quedó la felicidad de haber visto a Gimnasia en una racha de 9 triunfos seguidos, primero durante muchas fechas y la gente contenta, eufórica.
A partir de las 19, en el estadio del Bosque, el área de Cultura y Museo del Club de Gimnasia y Esgrima La Plata organizó varias sorpresas para evocar los 60 años de aquel enorme conjunto, lleno de valores y con amistad perdurable.
Se pasará un documental de 25 minutos. Los stands con archivos de la época serán parte de una muestra como ya acostumbra ese grupo de socios. Habrá un grande de la historia, dispuesto a conversar con el público y un micrófono para las preguntas del público. La Comisión Directiva que preside Mariano Cowen entregará diplomas de honor y medallas. No faltará un pequeño agape y el brindis.
Las leyendas del Bosque están ahí, al alcance de una visita al estadio de 60 y 118.
Donde hace seis décadas había un Loco de pantalón cortito y endiablado arranque, que en 1960 compraron a River… Luis Ciaccia.
Y había un ídolo nacido en Estudiantes…. El Beto Infante.
Y un par de caras extranjeras, el uruguayo Davoine y el peruano Gómez Sánchez; un dúo que llegó en 1961, año en que Gimnasia ganó en el estadio Monumental por primera vez.
Había un Tanque, que se reía de los que pensaban que era bruto y entonces se intituló El Tronco.
Y había mucha sangre neta albiazul, de unos hermanos que surgieron en la Novena y llegaron lejos. El 5 era Carlos Daniel Bayo, y el 10 Francisco Diego Bayo, que había decidido volver del exterior (en 1958 se lo llevó el Celta de Vigo). “Faltando medio año para que venciera el contrato tuve que volverme porque había nacido mi hija y estaba extrañando mucho. Le pedí a mi suegro y a mi padre que se movieran un poco y el club que se interesó fue San Lorenzo, donde estaba el Toto Lorenzo que me vio jugar en España. También me había pedido Estudiantes, más precisamente su presidente Mangano. Ante ese interés en Gimnasia saltaron enseguida, pagaron el dinero que pedía el Celta y volví”.
Y hubo un verano hermoso de 1962, cuando recibieron al club del momento, el Santos, con el rey Pelé, amistoso que terminó 2 a 2 y fue parte de los festejos por el 75 aniversario de la fundación de Gimnasia. A estadio lleno, el preludio de un campeonato inolvidable.
Hubo vaivenes, esos picos de impaciencia del argentino, cuando más algún otro motivo, que hizo que se fuera el técnico Enrique Fernández Viola y se lo reemplazara con Adolfo Pedernera, un viejo ídolo de River, considerado uno de los mejores centrodelanteros de la historia (jugó en la Selección de 1940 a 1946 y también dirigió al combinado nacional).
Concentraban, no en Estancia Chica porque “la Ciudad Deportiva” todavía era un proyecto en borrador, iban hasta Chascomús, al Hotel del Lago, para encontrar la calma cuando el clima en la ciudad era contagioso.
Los triunfazos repercutieron en todos lados y uno de los trabajadores de la prensa gráfica, dibujante, ya no quiso representar al cuadro de Gimnasia con un tripero con su delantal manchado con sangre y una cuchilla tremenda, sino que entró en los talleres gráficos una figura emblemática, un Lobo, sonriente y saludando a esa hinchada que lo adoptó inmediatamente.
Entre tantas anécdotas, hay una que tiene que ver con el final deportivo donde Vélez y Atlanta se interpusieron en el juego y derrotaron al Lobo, que en las últimas seis jornadas no pudo ganar. En la visita a Villa Crespo perdieron 4 a 0, y uno de los defensores locales era Carlos Timoteo Griguol. “Y…. ¡algo bien jugàbamos para poder ganar así!”, respondió una vez ya siendo DT tripero, con la tonada cordobesa y la pausa para la reflexión ante la inquietud de un periodista que quería saber algo más de aquella goleada impensada.
Lo cierto es que Gimnasia tenía un plantel corto, con poco recambio, y eso lo pagó en un torneo largo donde le tocó pelear con Boca y River, campeón y subcampeón, respectivamente.
El plantel tuvo estos nombres y apellidos:
Carlos Minoián, Francisco Gerónimo, Walter Davoine, José Marinovich, Carlos Daniel Bayo, Domingo Lejona, Antonio Arena, Jorge Mallo, José Perillo, Natalio Sivo, Luis Ciaccia, Héctor Antonio, Alfredo Rojas, Oscar Gómez Sánchez, Eliseo Prado, Hugo Carro, Antonio López, Héctor Trinidad, Guillermo Roletto.