Daniel Córdoba no podía parar de imaginar la estructura futbolística de Estudiantes de cara al segundo semestre del año 1996, venían de ser terceros. Atendía a todos los periodistas por igual, y hasta una agencia de publicidad lo había tentado para hacer un comercial para Ford. Atender el teléfono celular era como hacer pesitas, porque existían aparatos grandes, con una antena. El llamado traía noticias desde Rosario. Hugo Promanzio, un ex puntero izquierdo que debutó a los 15 años en primera división de AFA, le cuenta pormenores de un par de futbolistas, y uno de ellos es como un diamante sacado de esa tierra del interior, de la famosa cantera de Newell’s. “Tengo una perla, un jugador impresionante, pero va con el hermano”.
Lionel Scaloni había jugado una docena de partidos en la 1ª rojinegra, pero el clima está denso allá, Newell’s pelea el descenso. Tiene 18 años. “Pienso que vas a saber explotarlo”, persuadía Promanzio a Córdoba, que corta con un “Bueno, Huevo, tráelo”. El Profesor Córdoba reconoció siempre a Miguel Ignomiriello como el maestro sacrificado que supo ver a muchos pibes que después triunfaron. “Promanzio fue el que en su momento le recomendó a Ignomiriello a un tal Mario Alberto Kempes, así que no veía mal”, dice Córdoba hoy, con otro celular en mano, mientras se prepara para el almuerzo del sábado. “La salida de Scaloni fue conflictiva, no llegaba la habilitación. Pero seguía entrenando, seguía aprendiendo. Apareció como un mediocampista por derecha no interno, sino externo, con un despliegue, con una garra, igual que juegan los equipos de él y a lo que da esta Selección”, añadió Córdoba, quien buscó la puesta a punto de aquel prometedor crack, en la paz vegetal del predio de City Bell. “Aprendía fácil, cómo cerrar de 4, cómo cerrar cuando la pelota venía por el otro lado”.

Gol de Estudiantes y “el banco” lo vive con adrenalina. Daniel Córdoba era entonces DT de Scaloni. Fue el grito agónico en un partido cerrado ante el Gimnasia de Griguol

Los hermanos Scaloni vivían en un departamento de la calle 45 entre 7 y 8. Ahí entraron agotados al anochecer del domingo 1º de junio de 1997, tras la euforia de un triunfo vital ante Gimnasia sobre la hora (1 a 0, pelota que “bajó” Martín Palermo para que Juan Azconzabal le diera un zurdazo a quemarropa que no pudo atinar a desviar el arquero tripero Leo Noce, en el arco de 57). Leo Scaloni seguramente no pudo dormir, porque a las 7 horas del día siguiente, partía la delegación del seleccionado Sub 20 hacia Malasia para disputar la Copa del Mundo. Aquel clásico tuvo el condimento de la distinta actitud que tomaron los entrenadores por incluir o no a los citados por Pekerman para el gran torneo mundialista; mientras el equipo ganador puso a Scaloni (de titular) y a Bernardo Romeo (en el segundo tiempo), don Carlos Griguol optó por preservar a Leandro Cufré y a Sebastián Romero. “Un mundial de esta categoría se juega una sola vez en la vida y estos muchachos no se pueden perder por una inoportuna lesión esa gran ilusión”, se oyó al cordobés.

Desbordante. el “Galgo” Scaloni encara a la defensa de Gimnasia y deja atrás a otro muy veloz futbolista de aquel torneo de 1996, Andrés Guglielminpietro (foto: Carlos Cermele)

En los Cuartos de Final se juega un clásico con un rival que es favorito, que registra 25 goles en cuatro partidos y se llama Brasil. Apenas va un puñado deminutos del primer tiempo y la transmisión de TV toma el banco de suplentes, porque José Pekerman decide poner al rapadito de la número 18 y el apellido impreso en la espalda: Scaloni. A los diez minutos de estar en cancha  ganará la posición en el extremo derecho para levantar la cabeza y sacar un derechazo inatajable para el 1 a 0. “El paso de los volantes al ataque fundamental para desequilibrar este partido”, apunta el comentarista Roberto Perfumo, aquel símbolo de la Selección en el Mundial de 1966 y convertido en periodista invitado por TyC para comentar aquel clásico sudamericano. La Argentina ganará finalmente por dos goles. El 5 de julio de 1997 Lionel Scaloni empezará a ser nombrado en el mundo al gritar campeón en una final ante Uruguay.

Guillermo González, entrerriano radicado en La Plata, es un empresario del fútbol y a 25 años de aquel Mundial Sub 20 le confiesa a este periodista un hecho trascendental en la vida de Lionel Scaloni, que recién había cumplido 19 años. “Ese gol o el sablazo que le clavó a Brasil lo estaba viendo César Augusto Lendoiro, presidente del Deportivo La Coruña”.
Lendoiro aspiraba a mantener su banca como senador por el Partido Popular. En España faltaba nada para las elecciones. Aquel poderoso político estaba viendo el partido del Mundial Sub 20 por televisión, en el café Trip La Coruña, a una cuadra de la sede. El golazo lo hizo levantar de la silla. “¡Este chaval es el próximo fichaje del Depo!”.
“No se daba cuenta que un periodista del diario La Voz de Galicia estaba en el mismo café y al otro día lo publica grande. Pero Lendoiro lo dijo como una expresión de deseos, en verdad no había ninguna gestión todavía” detalla González en diálogo con VIVE.

Guillermo González, en la actualidad, un platense adoptivo, apasionado por la política y el fútbol en todas sus categorías

En la casa que González habitaba en 50 entre 18 y 19 los llamados desde España empezaron a entrar con frecuencia durante varios días y empezaría a experimentar el pase más importante de su carrera como intermediario. En aquel tiempo, su negocio principal era el gastronómico (la fiambrería “El Gallego” en Plaza Italia, hoy ubicada en la calle 10), además de prestar servicios como asesor de Puma, la primera marca deportiva que vistió a Diego Maradona.
Guillo, tienes que hacernos un favor”. (Se puso firme Richard Moahr, secretario deportivo de La Coruña). “Aquí todos los medios están publicando que Scaloni será el gran fichaje del Depor. El presidente vio el gol que hizo Scaloni. Voy a mandarte una autorización para que vayas a negociar con la gente de Estudiantes de La Plata”.
Eran tiempos donde el fax solucionaba todo acortando distancias, porque la internet aún estaba en desarrollo en el mundo. El “Gallego” González tomó el fax y llegó a la sede de Estudiantes para iniciar las negociaciones. “Fue al otro día del partido Argentina-Brasil. Emocionado me fui a ver a Edgardo Valente, el mejor dirigente que conocí en mi trayectoria en el fútbol”, acota.
-Tengo que hablar con Valente (le explica a Marta Cheves, secretaria de la institución).
-Sí, tendrías que esperarlo porque está reunido con la gente de Villita” (lo recibe “Martita”; que se refería a José Luis Villarreal, un 5 ex Boca y River que compartía el mediocampo con Scaloni, Zapata, Tagliani, Catán, entre otros. Entonces González se acomodó en uno de los sillones de la antesala a la Presidencia, en el preciso lugar donde hoy está acondicionado el Museo con joyas de la rica historia albirroja.
Extrañamente, la cara de Valente no ofrece su habitual gesto distendido, sino impotencia por un planteo económico de los que manejaban el pase del crack cordobés. Se fueron y le tocaba a González con la novedad de Scaloni. “¿Los representantes son todos iguales?”, deslizó Valente en esa segunda casa que habitó durante un par de año todos los días, la de “Cincuenta y tres, seis veinte”, como la bautizó el empresario de la carne. Con el mar embravecido, González tuvo que remarla dos veces. “Creo que no me dejó explicarle nada, me volví a casa caminando, pero Marta volvió a llamarme. ‘Gallego, dice Edgardo que vengas urgente, se quiere disculpar, la calentura no era con vos’. Otra vez Valente y González, dirigente y emisario.

Vení, que te pasa, contame.
-Tengo una oferta por un jugador de ustedes.
-Cualquier jugador está con posibilidades de venta, menos Lionel Scaloni.
-¡Justo ese… presidente! Es el que quiere La Coruña.

Edgardo Valente, presidente del Club Estudiantes de La Plata entre 1998 y 1999 (foto: archivo)

La pulseada tuvo momentos intensos, ademàs del estudio, la especulación, la estrechez monetaria del Pincha y los dólares espàñoles seduciendo por un joven que recién llevaba dos torneos cortos en el fútbol profesional de la AFA. Era la gran proyección a futuro, el jugador con un estado atlético envidiable, personalidad y espìritu de lucha, además de gol. El director técnico no lo quería vender, y lo hacía “volar”. El hincha lo disfrutaba y sabía que era el jugador decisivo del equipo. Cuenta el “Gallego”: “Terminé hablando con Córdoba. Llegué al Country a las 9, temprano, veo salir a todo el plantel y Daniel me dice ‘qué hacés acá a esta hora? Terminamos la práctica y hablamos’. Llegado el momento me dice ‘imposible, a Lionel Scaloni no’. Me iba a ir por la puerta del golf, hice incluso unos metros y me llamó el Profe, ‘si arreglás con el presidente el precio conveniente…” Se la dejó picando.
Hubo temas que demoraron la negociación. La condición que puso don Angel Scaloni (padre) fue que firmaran los dos, pero el Deportivo La Coruña solo quería que firmara Lionel.
En la ciudad de La Plata todavía la Universidad no ofrecía la tecnicatura de Periodismo Deportivo, pero las enseñanzas a los aspirantes a esa carrera podían elegir en 1997 a un par de escuelas. Una de ellas hizo una fiesta grande y el crack albirrojo será protagonista con 19 años de edad. La Asociación de Periodistas Deportivos de La Plata, Berisso y Ensenada, mediante la votación de representantes de todos los medios locales, eligió en primera instancia un ganador en cada deporte (el “Diagonal de Plata”) y luego quedaron candidatos para el “Diagonal de Oro”. La distinción más importante fue para el rosarino de aquel premio que la intendencia del doctor Julio César Alak declaró de interés municipal. La ceremonia se desarrolló en el teatro “Coliseo Podestá”, donde fue aplaudido otro futbolista en la terna del Fútbol Amateur, Hugo Capel, quien ese año 97 venía de ser campeón provincial con la Selección de la Liga Amateur Platense. “Me robó el de oro Lionel Scaloni, pero no hay problema”, larga la carcajada cuando pasaron 25 años de aquello, recordando con orgullo que ese equipo de La Plata tuvo de “9” a Luis Martín (el preparador físico de la AFA, que comparte el proyecto y un gran objetivo este 18 de diciembre de 2022).

La revista de la Asociación de Periodistas local, recordando en 1998 la figura de Lionel Scaloni, la distinción mayor de los premios “Diagonal” en 1997

Pero el sueño de La Coruña se hizo realidad y los bolsos pronto desolaron los placards y muebles de aquel petit departamento cercano a plaza Italia. Se fueron a Europa, por primera vez, y en el avión iba don Angel Scaloni, “un buen tipo, bien campesino, de hablar mucho. El pase estuvo a punto de caerse porque el Milan y el Inter le aseguraron al padre que le hacían el fichaje de los dos, se terminó firmando el contrato esa misma noche. Además, exigió a la hora del contrato que el salario sea por igual”, evoca González, el entrerriano que sigue radicado en La Plata y que en los primeros años del 2000 llegara a ser precandidato a intendente por el Partido Justicialista de La Plata. Cierra con una sonrisa aquella historia inolvidable junto al actual DT de la Selección finalista del Mundial de Qatar 2022.
“Habíamos entrado de callados al césped del estadio Riazor. ‘¡Acá Lionel va a dejar un surcooo’!”, me dice Angel, el papá. De pronto viene uno de los gallegos y nos reta como para el campeonato del mundo. ¡Mándense a mudar de acá! Espere que acá estoy con el padre de los Scaloni. ¡Qué me importa Scaloni a mí, me están caminando por el césped y arruinándolo!”.
Mauro Scaloni jugó finalmente en el Deportivo La Coruña, pero en el equipo B, al tiempo que su hermano menor empezó con el pie derecho en una Liga con récord de extranjeros como nunca antes se había visto.

Ultimo toque por La Plata. Lionel Scaloni sale a jugar un encuentro informal en el Estadio Ciudad de La Plata en vísperas de las fiestas de 2005 que había sido inaugurado hacía dos años. Entre otros, aparecieron en el show Scaloni, Riquelme, Messi y Maradona. Las estrellas del fútbol reunidas en un evento auspiciado por una famosa gaseosa. Noche de viernes del 23 de diciembre de 2005, todo un “milagro navideño” que se hace posible gracias a la “Stars Games”, la empresa que entonces tenía los derechos de la imagen de cada uno de los futbolistas presentes en 25 y 32. Mucha familia. El fútbol sigue su curso y la familia responde, viendo entrar a Diego y enloqueciendo. Jugaron Lucas Lobos, quien vino desde el Cadiz español, y Juan Sebastián Verón, hombre del Inter italiano, pensando en vos alta que su vuelta era inminente a la ciudad donde nació y el club donde empezó. Los fuegos artificiales hicieron el resto. Al otro año se jugaba el Mundial de Alemania y Scaloni llevó la camiseta número 13.

Riquelme y Scaloni (arriba), Maradona y Messi (abajo), la noche del viernes 23 de diciembre de 2005 en el estadio Ciudad de La Plata (gentileza de la fan page: “Se Gozza el fútbol”)

Por Gabriel López
Twitter: cololopez74

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