Cuando la Argentina no anda bien, aparece el doctor Messi

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A lo Argentina, con sufrimiento y con chispazos de algún jugador con la esencial laboriosidad, una pizca de vergüenza deportiva y la pasta del crack. Argentina 2 (Lionel Messi y Julián Alvarez) Australia 1. Con el alma en suspenso, con la clasificación viva hasta el viernes. Y con esta realidad de un final dramático, cuando en el séptimo minuto adicional al reglamentario pudo ser 2 a 2 si la resurrección oceánica encontraba la fortuna perdida. Habrá que agradecer y mucho. A Messi, y a los Martìnez (al defensor Lisandro por la pierna que cruzó a tiempo, y al arquero Emiliano, por la reacción en la última jugada).

Partamos el encuentro en dos. Una mitad donde no había llegado al arco el seleccionado de Scaloni: en 30 minutos, ni un susto, hasta que llegó Messi, que haciendo un homenaje a los que socorren a pacientes, atendió al arquero con un certero disparo apenas recibió en el área grande.
Fue su gol 9 en una Copa Mundial y puede soñar el 10 con su grito diez si en Cuartos de Final vuelve a estar enchufado ante los Países Bajos. Desde hoy, el rosarino es un jugador “milenario” porque ha disputado su partido 1.000 como profesional. Tiene 789 goles. Sí, Lionel Andrés Messi Cuccittini.

Exultantes en las tribunas, los hombres de la TV Pública también se adhirieron a ese populismo. Cosas de la comunicación, cuando es mal empleada. El comentarista Matías Martin se confundió al mezclar los tantos y resaltar que “la gente grita ‘¡el que no salta es un inglés!’, recordemos que la bandera de Australia tiene los colores británicos”, deslizó con un tinte geopolítico en pleno partido. Comparar nos hizo mal… pero algunos no aprenden y siguen ejercitando los males de la historia trayéndola a una competencia deportiva.

Fin del primer tiempo. Duro desde lo táctico. Abrir el cerrojo de Australia fue una misión posible recién cuando la inspiración tocó al superdotado de las definiciones. ¿Alguna otra virtud? La paciencia. Eso sí, lo tuvimos y no es menor. En las escaleras del Estadio se vio a una gloria de 1986, Bochini, aguardando algo más… Son otros tiempos.

Ricardo “Bocha” Bochini, en un sector del inmenso y lujoso estadio, sin butaca, en la zona de escaleras

Segundo tiempo. Salimos sin variantes, hasta que el DT le dijo adentro Lisandro Martínez y retiró a un mediocampista. “No me gustó nada el cambio, fue como decir ‘Australia se va a venir…” opinó Apo en el aire de Radio Nacional AM 870. Más tarde, se verá a Lisandro en una acción clave para “sostener” el triunfo.
Minuto 57. El que se equivocó fue el Uno australiano (vestido de lila) que quiso salir de un apurón con gambeta en el área, Julián Alvarez se la “picoteó” y en segunda acción le dio rápido con el arco libre. 2 a 0. El relator de la TV empezó a pensar en Países Bajos, pero enseguida recordó que no es bueno empezar a contar la victoria antes de sellarla… Y se detuvo… “ni loco digo nada”.
Cuando la Argentina parecía tener todo controlado, hasta apareció el chiste que buscó descromprimir del experto periodista “Tití” Fernández: “Entra un jugador que corre mucho, Maclaren” (por aquella empresa automovilística célebre de la Fórmula Uno, Mc Laren).
Mientras algunos sonreían, otros se preocuparon cuando en el minuto 76 un bombazo de afuera de Craig Goodwin impactó el balón en el pómulo de un defensa albiceleste y fue inatajable… 1-2.

A quince del final, Australia iuntentó la heroica y tuvo a su merced el empate, con una jugada de potrero donde Adjin Hrustic gambeteó a cuatro y en el momento del remate se le interpuso Lisandro Martínez en un cruce realmente salvador.

Una excelente apilada del jugador de Australia, Aziz Behich, que Lisandro Martínez evitó interponiendo su pierna derecha.

Otra vez las emociones estaban a flor de piel. Ingresó otro Martínez, Lautaro (tuvo dos chances) y Messi (apareció con otro tiro pero desviado). Queríamos respirar un poco, cuando el rival renacía como el ave fénix, de sus propias cenizas. El relator volvió a pronunciar una frase insólita: “¡emocionense como nosotros!” (sic)…. ¿Realmente es posible que un ser humano conciente pueda dar una orden para que otro se emocione? ¡Para el diván!
Perdido en su propia emocionalidad, el relator se iba a quedar sin palabras cuando en el minuto 7 (último de los adicionados al reglamentario) Kuol tuvo el empate, pero falló gracias al achique a tiempo del arquero Emiliano “Dibu” Martínez evitó la caída y un tiempo extra que hubiera sido todo un dolor de cabeza. “Para saber gozar, hay que saber sufrir”, cerró su trabajo la voz principal de la transmisión.

En el horizonte está Países Bajos, el próximo viernes 9, feriado nacional.

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