Cómo nos fuimos moldeando al “football” sin darnos cuenta. ¿Por qué no escribirlo así al más popular de nuestros deportes? ¿Por qué no si nos acostumbramos a los anglicismos, como play (vos “dale play”), poster (“estás para el póster de campeón”), o táper (“sos un cabeza de táper”, decía Diego Armando cuando se enojaba). ¿Por qué no volver a escribir el término “football” en ingles, si así fue en un principio, al crearse en 1883 la AFA, con otras siglas pero que eran lo mismo… la organización de este juego.
Y qué bien nos pinta por dentro el ánimo de un gol a favor o en contra. Ese “estás a full” que es cuando sale como con México y Polonia, o “quedamos nocaut” cuando nos sorprendió Arabia, cuando cada uno volvió a la suya y la jornada se hizo larga, con un humor que camina al borde del drama, durante una larga jornada laboral.

Ni muy muy… desastrosos… Ni ahora tan tan… espectaculares. Hacía tres horas de la clasificación y todavía el tránsito seguía cortado en 7 y 50. Caminemos por la vereda, los extremos no hacen bien. Aunque no tenga duda que la Argentina es un país distinto desde el nervio social, apasionado y con ganas de juntarse como en ningún otro lado.
El “footbal” nos espeja, nos muestra tal cual somos. Y el que suscribe cayó en esa tendencia a formatearse como si dependiera de un resultado… La noche previa al partido con los polacos empecé a pensar en Berisso, en aquella Sociedad Polaca cuyas paredes levantaron los que vinieron de una guerra mundial… Y recordé a dos amigos que ya partieron, Drobowlañski, el “Rusito” Aníbal Carlos, que en el barrio Juan B. Justo se enorgullecía de “Ginasia y Esgrima de La Plata” (tal cual lo nombrababa él, con sonrisa gozadora, apenas volvió el Lobo a la A luego de cinco años ausente). Otro polaco que le gustaba tanto fútbol como la filatelia era Buszczak, el “Gordo” Juan Rodolfo, el fundador de Saladero Fútbol Club, a quien le puso el color celeste (porque era de Racing) y el otro mentor, el “Flaco” Pedersoli, le puso le sumó el rojo (por River).
Y uno piensa entonces que el fútbol es una ayuda memoria, que nos lleva hacia el lugar donde nos criamos y, porque nos inculcaron la necesidad de ganar (será por las supuestas “necesidades”) que uno termina recordando cosas insólitas. Por ejemplo, el nombre de aquel muchacho que era un anónimo cuando me puse a charlar en la espera del micro.
“Qué día caluroso… Recién terminé el gimnasio, antes trabajé en una parrilla y fui a la facultad, estudio sistemas”. Joven de veinte años, de esos que salen “a ganar” cada día, tomándose dos micros para llegar después a su casa en El Carmen. Resulta que me llegó primero a mí el transporte, y me preguntó el nombre estrechándome la mano: Gabriel López —le respondí con orgullo luego de escuchar sus esfuerzos y sus ideales—. El pibe contestó dice… “Yo soy Alexis…”
Al otro día, el primer muchacho que veo sonriente en una foto es Alexis… Mac Allister. Lo vi en el anuncio del partido que hizo este portal Vive, me llamó la atención su cara, y después va y mete el 1 a 0 cuando la clasificación estaba enmarañada. Este joven Alexis del “footbal” es cuatro años mayor que el Alexis que busca egresar y ser alguien en un país que anda buscando encauzarse en temas muy importantes. Los Mac Allister encontraron su camino en el fútbol. Cuando este joven recién nacía, su papá y su tío (ex futbolistas de Primera A) abrieron una instituciòn en La Pampa, y le pusieron Deportivo Mac Allister.

Los pincharratas de mi generación, que a fines de los ochenta nos enfrascábamos en el “football”, recordamos al tío de este número 20 de la Selección en Qatar 2022; aquel era delantero, chiquito, le decían “El Patito”, algo talentoso, oportunista para el gol, Carlos Patricio Mac Allister. Nunca perdió un clásico ante Gimnasia (jugó de 1988 a 1991) y se despidió en su último partido en el Pincha con un gol a los triperos, el 30 de junio de 1991, convirtiendo el 2 a 0 definitivo.

En la hilera de agachados, el “Patito” Mac Allister. Foto de la temporada 1988/1989


Curiosidad, fenómeno de repetición, karma, destino o algo debe haber, pero Alexis llega como titular al partido del sábado contra Australia. Y este joven bien encaminado, nacido en la Nochebuena de 1998, lleva los genes colorados de su padre Carlos Javier Mac Allister, aquel marcador férreo de Argentinos, Boca y la Selección que surgió en la previa al Mundial 94, cuando volvía Maradona para buscar la clasificación contra… Australia. De ese partido contra “Los Canguros” (como los gastábamos) se cumplieron 29 años el pasado 17 de noviembre, del triunfo en River, luego de un empate en la ida que nos hizo gritar de madrugada un gol de Abel Balbo, el recientemente designado DT de Estudiantes.

Parados: Vázquez, Redondo, Goycoechea, Chamot, Ruggeri y Maradona; agachados: Pérez, Simeone, Balbo, Batistuta y Mac Allister

El “football”, tradición de los pueblos que erróneamente convierte a ciertos seres humanos en héroes, cuando en verdad podríamos darle la categoría de atletas y embajadores deportivos de una nación, a veces están sujetos a muchos males de la sociedad donde vivimos. Parecería que no pueden fallar, que son más importantes que los políticos que dirigen todo nuestros rumbos. Y algunos como Messi, cuando falla en el remate penal, pareciera dejarnos ese mensaje oculto: “no dependen de mí, no se equivoquen”.
El “football” se asemejó este miércoles a la naturaleza misma, a la Pachamama. Durante el primer tiempo empezó a venir un vendaval de lluvia y viento, que para la sequía actual era tan necesario…. Cuando llegó el 2 a 0 de Lautaro, se despejó el cielo, a tono con la búsqueda de ese grupo de jugadores y cuerpo técnico.
Algo debe pasar que idolatramos tanto. Incluso los periodistas deportivos que rinden pleitesía a Enrique Macaya Marquez, quien fue condecorado por FIFA al cubrir su decimoséptimo Mundial. Antes, la “hazaña” le correspondía a Luis Alfredo Sciutto, que solía firmar como “Diego Lucero” y había visto todos, desde el primero de Uruguay 1930, hasta el último en USA 1994, y luego no le alcanzó el cuerpo, porque partió a sus 94 años. Quince ediciones vio el uruguayo, aunque si no hubiera habido la Segunda Guerra hoy estaría igualado con Macaya. “Fijate que curioso —comentaba don Luis— que por haber ido a todos los Mundiales me ven como a la mujer barbuda del circo o como al hombre araña que anda colgado en los rascacielos”. Estuvimos gritando, saltando, subiendo a upa a niños y niñas, en la calle principal de La Plata, la calle 7, donde últimamente hay vendedores ambulantes con las camisetas de los representantes africanos. Cuántos ghaneses. La ciudad es un mundo pequeño. “Hace unos minutos se abrió al tránsito”, afirma una mujer que atiende el kiosko 24 horas de 7 y 51, donde antes estuvo el café “El Parlamento”. Sonriente, distinta cara a la del debut, cuando nos hicieron la boleta.
Vuelvo a esperar el micro y recuerdo la sonrisa de Alexis, el chico que estudia, trabaja y hace gimnasia. El que necesita de un país más serio, porque no hay tiempo ni recursos que dilapidar en el contexto global. Pero los seres humanos caemos “en el off-side”, la trampa que suele preparar este tipo de competencias donde se exaltan los nacionalismos.
“¿Viste como se emociona Scaloni?” le dice un chofer del micro a su relevo, en tono enamoradizo por la actitud del DT. Después, hablaban de tener libre el sábado, a las 10, contra Australia.
-Che, ¡qué buen volante es Mac Allister!
-No, de qué volante me hablás, no es esto el Automóvil Club, es fútbol, se dice mediocampista.


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *