Mujeres: ¡el honor por encima de la victoria!
Por Gabriel López
Twitter: @cololopez74
Son estrellas espirituales, el regreso a las fuentes del fútbol, el deporte en tiempos donde todo parece ser el resultado logrado. Pero hay algo que está por encima del numerito, que le dio a este Estudiantes y Boca, por la 16a fecha de Primera División de AFA, algo que va más allá de 90 minutos intensos, apasionantes. La nueva jornada (que cierra hoy en Berisso con Villa San Carlos y Gimnasia) tuvo una connotación especial, porque el 21 de agosto es el Día de la Futbolista y la fecha rinde honores a Las Pioneras, un grupo de mujeres que allá por 1971, en el estadio Azteca de México, lograba un triunfo que parecía imposible ante Inglaterra, 4 a 1 y con cuatro goles de una misma muchacha, Elba Selva. Jugaban cuando ni la AFA sabía de ellas, y la propia “madre” organizadora del fútbol, la FIFA, recién organizaría el primer Mundial veinte años más tarde.
En resumen, por la hazaña futbolística de aquellas mujeres argentinas, que se costearon el viaje y buscaban las mismas cosas que los varones, hace poco la Legislatura de Buenos Aires instauró el Día de la Futbolista a través la Ley Nacional 27.596 para “visibilizar y reivindicar a las mujeres que practican este deporte”.
Y esta escuela del carácter, o escuela práctica de la buena conducta, donde si el éxito va acompañado por el honor mucho mejor (y si no, vale igual por la contribución formativa a lo moral que el deporte devuelve a la sociedad) nos presentaron a otras abanderadas. Las Pincharratas que llegaron por cuenta de cada una, o en pequeños grupos, para desayunar juntas en el predio. Las capitalinas que arriban en un ómnibus que nos hace pensar en la realidad presupuestaria que trae la camiseta que visten y que denota el segundo puesto en las posiciones. Si está Boca, está la TV en City Bell y por Youtube hubo un equipo entusiasta y preparado de periodistas deportivas. En cuanto al marco de público, absolutamente igual a cuando las mujeres empezaron a jugar, todo en familia, con las voces que llegan claritas desde adentro del campo con pedido de relevo, de marca o de aliento. En las redes, desde las primeras horas del día 21, el Fútbol Femenino twiteaba saludos y fue común la frase eslogan “Nos une el grito de gol, nos une el grito de lucha, nos une el grito de esperanza, nos une el grito de pasión. Porque el grito de una es el grito de todas”.
Dos equipos bien armados, un dominio alternado de fuerzas, y no demasiadas jugadas enhebradas frente a los arcos. Ni aunque estuviese ahí Andrea Ojeda, la máxima goleadora del torneo, con su promedio de un gol por partido, aunque, ya daba alivio verla a Yamila Rodríguez (joven de la Selección mayor) afuera del rectángulo, con su pelo teñido de amarillo emulando a estrellas del fútbol de los que cobran demasiado dinero.
Se van a descansar 0 a 0. “Pensar que antes Boca te embocaba dos goles en cinco minutos y después te paseaba, y te metían seis cada vez que venían”, coincidían “habitués” a estos espectáculos, paquete de faturas dulces y matecito al sol del mediodía, del tercer domingo de agosto que ofrecía otro motivo más para divertirse con el día de las Infancias (en el Country hubo muchos infanto-juveniles en doble jornada, con Chicago por liga Metropolitana, y con Huracán por AFA).
Las Gladiadoras reciben la orden del DT Jorge Martínez, calvo y aún de físico esbelto como cuando jugaba en tres equipos de los llamados grandes, Independiente, River y Boca (en 2001 fue titular en la final intercontinental ante Bayer Munich de Alemania). El “Negro” habló puertas adentro del vestuario, mientras Daniel Añon, carismático y exigente DT pincha, prefirió al aire libre, como en el romanticismo que trajo de su crianza en el potrero de Barrio Aeropuerto y sus experiencias fuera de casa, dirigiendo en Honduras y Guatemala).
“El empate está bien, es muy parejo, el papel de Estudiantes es muy digno” apuntó Guillermo González, sentado en un tronquito, como buen entrerriano, y sus influencias en el mundo fútbol donde hace veinticinco años es intermediario en la cadena de futbolistas que buscan una vida mejor.
Las Leonas siguieron en la postura táctica de tapar todos los espacios y en ese afán por pelear la pelota, no dejaban de ambicionar los tres puntos ante las últimas campeonas. Arriba, Fanny Rodríguez, una “9” de área con la misma edad que la flamante figura del masculino, José Sosa (ambos 37) fue la esperanza grande de gol cuando iban 2 minutos de la segunda mitad, pero generó la maniobra y falló en la puntada, porque la pelota llegó algo mansita a los guantes de la arquera. En masculino o el femenino, la verdad es el gol.
Los minutos pasaban, el empuje de Boca daba nervios al hincha de Estudiantes, que cruzaba los dedos cuando hubo una serie de ataques que no entraron por esas cosas del fútbol… No hacía falta APREVIDE ni policías, y podían convivir en el mismo sector gente con las dos camisetas, en total respeto y con el placer de ver a esas camisetas de los amores. En los últimos diez minutos logrará Boca su cometido. Utilizando el recurso de los cambios y jugadoras de refresco se renovó el poderío atlético de Boca, que buscaba atacar con proyecciones laterales, “a lo Martínez”. La resistencia local cayó, primero por unos rebotes que cambió por el ansiado gol Camila Gómez, y tres minutos después, Kishi Núñez, debutante, no podrá olvidar nunca este plácido domingo, con gol y brazos al cielo azul… y oro.
Bastante había hecho Eugenia Villafañe, la jovencísima arquera de solo 19 años (segundo partido y primer año como habitante de La Plata, llegada del pueblito rural de Asucena, Tandil), que había barrido varias con la confianza que le transmitía la defensora central Evangelina Alfano, de 38 años, capitana y esa número 11 que la identifica en el club de la leyenda de las Brujas.
“Supimos controlar muy bien el partido hasta el primer gol, que lo gritaron con tantas ansias porque les costó. Fuimos muy consistentes, atacando y defendiendo, y para mí fue un excelente partido”, explicó Euge cuando el sueño ya se les había escurrido de las manos. Gina Yanacón, criada en Isidro Casanova y radicada entre los platenses para llegar a ser otra abanderada del amor al fútbol, juega y analiza con la misma simpleza: “Fuimos a buscar el partido porque nos preparamos toda la semana para eso, pero ellas fueron más eficaces a la hora de concretar”.
El partido finalizó y al rato vimos una escena que sella una amistad, que une épocas, como la levadura que hizo este rico pan de las mujeres en la mesa de discusiones del fútbol. Lorena Berdula, quien allá por los años noventas revolucionó la ciudad y a Estudiantes dando consejos y entrenamiento a tantas pibas en la cancha chica de 1 y 54, se abrazó a su colega Añon, al que felicitó delante de muchos, “porque le das espacio a las más jóvenes, a quienes salen de una Liga Amateur, a quienes tienen una condición trans, y a Estudiantes, que le da espacio a las jugadoras para que se repiensen y se recreen”. Su palabra tiene la carga de la lucha del pasado.
Pasó Estudiantes 0 Boca 2, y para muchos esto será un simple resultado, que otorgó tres puntos a uno y no dejó sumar al otro bando. Pero la cuestión no es aritmética. El goce es espiritual, de futbolistas que se abrazan a la salida del vestuario. La canción de las aves que sobrevuela el cielo es la música para una tarde de invierno con vestido de verano. Una película social que entrecruza miradas mientras se busca la calle larga que atraviesa el Country, desde el gol, la concentración, la escuela, los murales de figuras que ya han partido al más allá dejando sus huellas: Zubeldía, Sabella, Mangano, Malbernat, Brown. El femenino es un espectáculo asegurado. Por ese pasillo de tierra que separa la cancha de fútbol y la de hockey, más estrellas espirituales dejan sus impresiones, jovenes que han hecho del fútbol una escuela de vida, como Jeronimo Croce (el capitán de ADIP, equipo que recientemente ganó el título de 1ª masculino de la Liga Platense) valorando “la dignidad deportiva” de Estudiantes y el placer de ver a un par de amigas a quienes entrena en un gimnasio de calle 12 y 510. La bonhomía de otros dos espectadores, caballeros, relacionados al fútbol infantil del Club La Curva de Ensenada, Pablo Giordano y Martín Giordano, éste casado y con dos hijos junto a Evangelina Alfano, que “volvió contenta con el partido que hicieron, pero obvio que no con el resultado. Ya está estudiando para un trabajo práctico del curso de DT que empezó”.
Así es el ADN de esta humanidad futbolera, que si contamos a ser una multitud si unimos en una sola toma a tantos barrios, tantos protagonistas activos que viven comprometidos si queremos el desarrollo del bien común como sociedad.
Uno, que siente fútbol desde los potreros y se ha alegrado cada vez que algún mocoso/sa se pone la camiseta de un club legendario, recuerda los tiempos que apenas si conocíamos a una o dos niñas queriendo entrar a la cancha de un partido de liga; recuerda que una vez, en un Torneo Bonaerense, gritó de emoción cuando vio jugar al cuadrito de Berisso, entre ellas con Fanny, cuando las ofertas de fútbol femenino tenían su esperanza grande en esa clasificación a Mar del Plata.
Uno sigue recordando y en el rebobine mental observa que la sociedad cambió tanto en este siglo XXI, bicentenario de la República, y ni hablar si vamos al anterior siglo, cuando para el centenario (según se asienta en libros) “las madres de la época temían que el sol que cayese sobre sus hijos les enrojeciera las pálidas mejillas, y amparadas en la frase común de que ‘en la calle no se aprenden cosas buenas’, recluían a sus hijos entre las paredes de las viejas casonas”.
Hoy el mundo es otro, y el país futbolero que construimos avanza en el ámbito femenino, donde hoy ya es semiprofesional, y de a poco seguirá obteniendo derechos y mejores posiciones, como la Selección Argentina que recién subió al podio en la Copa América, tercera y clasificada al próximo Mundial de Australia-Nueva Zelanda 2023. No caben dudas que mejorar la sociedad depende de ser inclusivo y no excluyentes, un principio de complementariedad, que rige al universo y el devenir de las cosas bien hechas. Y a no olvidar, que el honor está por encima de la victoria, siempre, aunque si la pelota entra… la fiesta será completa para alguno de los dos.