Volvió un Maradona y esos goles que dan de morfar

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Gimnasia

“Buenas tardes, Gimnasia” rezaba el trapo que un amigo colgaba en los años 80, uno que dejará de cantar para dedicarse a contar como periodista deportivo. Segunda fecha post clásico, primera de local y con el gastado pero hermoso estribillo de todas las hinchadas argentinas… “esta campaña volveremo’ a estar contigo, te alentaremos de corazón”.

El arquero visitante salió con calzas para bancar mejor la baja temperatura, por más solcito que asomara.

Una historia, el “7” de Patronato, el de los botines amarillos, Nicolás Castro, oriundo de Ranchos, los pagos del “Tata” Brown, prócer Pincharrata, y la tierra de Héctor “Catota” Tobio, ex portador de la camiseta mens sana. A ese Nicolás Castro lo tengo de hace veinte años, cuando lo reportié en el año 2003, medía 1.55, pesaba 42 kilos y viajaba tres veces por semana a La Plata para perseguir sus sueños de futbolista. Integrante de la ’88 albiazul, los sábados firmaba planilla en LISFI, con Hugo Chermulas, y los domingos en AFA, con Marcelo Ramos, dos apasionados técnicos y fanáticos del Lobo. “La Hormiguita Viajera”, vaya si acerté en el título, porque después cuando no tuvo continuidad en Gimnasia se fue a jugar a Crucero (Misiones), Quilmes, Junín, Sarandí y ahora anda bien en el once de Entre Ríos.

Mayo de 2003. Joya del fútbol infantil, una producción de “El Colo” López, con Nico Castro, un pibe del Lobo, ayer jugador de Patronato

Pero la noticia es el otro “7” que está en la cancha y nos deja sin palabras, colombiano, encarador, creyente, reencarnación del Loco Sciacia y resucitador de ovaciones como el Mellizo Schelotto. Este morocho sacó un fulbazo a la velocidad de un meteorito que se incrustó en el ángulo superior del arco de la Facultad. Johan Carbonero. Lo veo a Gorosito frotarse las palmas de las manos… no por el frío de la tarde, sino más bien porque goza de un sublime gesto técnico, que se convierte en gol, y el gol en puntaje y éste en calma. Ah, y dólares, porque el Negro se va… mientras Pipo se queda y se arregla

El gesto al cielo, una de las tantas veces que Carbonero ofrece a Dios su trabajo, el gol (Foto Triperomaníacos)

Hablando de Pipo, recordé que está el hijo del máximo ídolo de todo futbolero. Subió a un palco el napolitano Diego Maradona Jr., presente en el último Estadio donde estuvo su viejo.

El hijo de Diego Armando Maradona vio el partido sobre el lateral de Avenida 60.

Recuerdo de 1990, gira previa de la Selección, afinando detalles para el Mundial de Italia. Tres partidos, con Mónaco, Guatemala y México. Maradona no va y en su lugar es citado Gorosito. El equipo no ganó y Bilardo “tachó” a varios de esos once, entre ellos, Gorosito, que quería cumplir el sueño.

Argentina 1990. Mes de enero. Parados: Batista, Giusti, Falcioni, Monzón, Brown y Fabbri. Agachados: Valdano, GOROSITO, Basualdo, Gabriel Calderón y Olarticoechea.

Segundo tiempo, el Lobo se queda, vacila, no gusta, pero el referí Lamolina no hace la de su padre Pancho (“siga siga”) y va a qhequear el monitor que está al pie de la mítica Techada. El defensor Quintana trataba de disimular su cara de culpable mientras el VAR decide su condena fría. ¡Penal para Ginasia! Va Tarragona y canjea por gol, 2-0.

 Entró el “41”, cuyo nombre rima… Gonzalo González, defensor central, para acobacharse, 1,80, nacido en 2003, cuando Gorosito recién debutaba como DT en Nueva Chicago. Voy al portal gelp.org, de Angelo Clerici (tripero radicado en EEUU) y busco el ítem del Diccionario. Hubo 17 González en la historia gimnasista. Yo vi jugar a Daniel “El Negrito” González –de Ferro-, a Gerardo “Motoneta” González –vino de Platense junto a Gambier-, y a Esteban “El Teté” González –de Belgrano-. Casi ni registro al último González, Miguel Angel –de Platense, que jugó 10 partidos y se fue en junio de 2003 (¡y dale con ese año!). Sumo a otro crack, de apellido compuesto, Gonzalo Choy González, que sería el último, casi idéntico a este pibe, surgido de la cantera (es decir, vale doble).

Gimnasia ganó 2 a 0 y en la presentación en casa cumplió con el objetivo, sin lucir.

Se termina el partido y Patricio Tucci, un entrañable colega que nunca escondió su amor al lobizón (no es el que mencioné al principio, el de la desparecida bandera “Buenas tardes, Gimnasia”), se despacha en su estado de Wathsapp con la foto del atardecer en el Bosque. Poesía, amor, superando toda matemática y cálculo. La piel se arruga y el cabello tiene más canas, hasta el “Colo” Sava, DT de los visitantes, que va perdiéndose en el túnel por donde salió por primera vez como jugador gimnasista hace 25 años.

¡Estás igual!, pero sin botines ni antifaz para después del gol. Facundo Sava, DT, 47 años (Prensa Patronato)

¿¡Tanto tiempo ha pasado!? Sí, la noticia ya está como para la sección del diario El Día, “Pasó en La Plata… Hace 25 años…” Eran los tiempos de Timoteo y los Mellizos pasaban a Boca en 1.800.000 dólares, mientras llegaba Sava por 700.000 dólares. Todo eso estoy recordando mientras ya estamos cerrando con el editor un libro a pedir de la ciudad y de la gente de Gimnasia, la biografìa de Héctor Atilio Delmar.

Nos vemos la próxima fecha, en el Bosque, por supuesto.

Gabriel “Colo” López

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