Boca-Racing, Marcos Rojo y Carlos Alcaraz, familia y barrio para la gran semifinal

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Qué iban a saber que en el futuro les esperaba la Primera división. Eran dos chiquilines de los clubes de las ligas locales, jugaban porque estaba en la sangre, mezcla de la de sus padres, que al mismo tiempo le metían a la pelota en la Liga Amateur Platense. Sus casas se desbordaba de fútbol los sábados, como hoy, pero para un nivel superior, porque todos en estas familias del contorno de La Plata esperan Boca-Racing.

Marcos nació en 1990, mientras el país se preparaba para ver el Mundial de Italia. Su mamá Claudia, su casita en el barrio El Triunfo, en el oeste de la periferia de La Plata, eran sinónimo de alegría aunque no conocían el lujo. El lujo sería la cancha, sacar la entrada del torneo de LIFIPA durante los primeros años en AFI Las Malvinas.

Marcos Rojo, en el fútbol infantil de LIFIPA, la primera liga creada en nuestra ciudad. Jugó en Las Malvinas (foto: Alberto Palacios)

Marcos Rojo arrancó ahí. Y cuando tenía 6 años, terminado su encuentro, se iba con su querido padre, del mismo nombre Marcos Rojo, apodado “El Titi”, quien fue campeón con El Cruce, cuando su hinchada no daba más de ganas por dar la vuelta olímpica que finalmente dio en 1997. Ese equipo de El Cruce, del barrio Ringuelet, era local en una cancha que pasó a ser recuerdo cuando entraron las máquinas para construir el Estadio Ciudad de La Plata. Todos los compañeros dicen que ese Rojo tenía aires a Juan Román Riquelme. Y usaba la 10.

Marcos Rojo, padre del jugador de Boca, define a la red. Se jugaba la Liga Platense en 1997 y enfrentó a Alcaraz en una especie de semifinal

Carlos nació en 2002, mientras el país palpitaba ya el Mundial de Corea-Japón, madrugadas con gritos de gol, mientras en el vientre de Amalia ya flotaba el futuro bebé, el varoncito que a los 4 años llegó a ponerse medias, pantaloncito y camiseta de Curuzú Cuatiá de Villa Elisa. Carlos Alcaraz lleva el nombre de su papá, popularmente conocido por “El Negro Ata”, que fue delantero de Cambaceres, esperando en el banco por si estaban en baja o necesitaban descanso los titulares José Luis Calderón o Marcelo Scrignar. Era un win de los de antes, y tras el título en Primera C, llegó a calzar botines en la Liga donde no hay adversario que no lo reconociera por sus apiladas, a pura velocidad con la pelota al pie, atada. Jugaba despreocupado de la responsabilidad táctica, del qué dirán, como si fuera un Claudio Turco García. ¡Y también usaba la 7!
Ese Alcaraz que dio el gen a éste ídolo del presente fue tapa del suplemento dominical del diario El Día el 29 de mayo de 2005 porque desvió un penal (lo tiró afuera a propósito porque consideró injusto el fallo del árbitro. “Correte, que lo pateo afuera”, le dijo al arquero de Everton, que igual se quedó bajo los tres palos porque no le creyó). 

Alcaraz, padre del goleador de Racing, fue tapa de diario cuando tiró afuera un penal por mal fallo del árbitro. Fue en 2005 por el torneo de la Liga

Rojo y Alcaraz. Apellidos del potrero platense, hoy son parte de una fiesta del fútbol nacional, de un clásico en cancha neutral que definirá un pasaje a la finalísima de la Copa de la Liga Profesional. Cuando la pelota se mueva, desde las 17 horas, en el estadio de Lanús, los “viejos” sentirán la emoción al igual que miles y miles de personas, pero con un cosquilleo en la piel muy especial para ellos, porque los llevaron por el camino del deporte y porque en parte ellos viven el sueño que se les negó.
Marcos en Boca, y Carlos en Racing, probablemente se cruzarán en más de una situación de juego. Como lo hicieron sus padres en la anteúltima jornada de un Triangular de la Liga Platense allá por 1997. Ahí fue Marcos en El Cruce (mismos colores que Boca), y Carlos en el Club Verónica (con la camiseta verde).

“Cuando veo a Racing y al pibe Alcaraz parece que lo veo al Negro Ata. Tenía fuerza, mal, defendía, atacaba, era un jugador completo”, cuenta Rojo, distendido y sólo hablando de esto, ya que no quiere dar notas a la prensa (¡van muchos años ya de exposición y dos Mundiales en el lomo!).

“Con el Titi he jugado un montón de veces, pero nunca juntos. Gran persona afuera y dentro de una cancha. Te hablaba bien, jamás lo vi pelear ni putear a un rival”, asegura Alcaraz, entusiasta por el presente que le toca desde que el crío debutó en 2020 (con el gol agónico en una visita a Aldosivi, aquel 4-3 que significó la clasificación para la Copa Libertadores 2021).

Gritalo, Charly. Desde su debut empezó a tutearse con el gol. Lleva la camiseta 22. Se crió en Villa Elisa

Una tarde de diciembre de 1997, en Magdalena, El Cruce venció 3-1. Hubo goles de Rojo (para el ganador y futuro campeón) y de Alcaraz para el descuento. El “Titi” recuerda que “Alcaraz vio adelantado a nuestro arquero y pateó desde mitad de cancha, fue travesaño”. El “Negro Ata” recurre al idioma del vestuario para afirmar que “ese día los cagamos a pelotazos pero Fernando Comai –el arquero que defendía al equipo de Rojo- estaba agrandadísimo y no dejaba entrar una pelota. Y a la fecha siguiente salieron campeones en cancha de Cambaceres”.

La vida y su devenir los puso en un campito de liga Liga Infantil. Y estos padres, que no presionaron nunca, un día aceptaron que los chicos cambiaran de camiseta incluso antes de terminar la etapa de cancha de 7. Marcos Rojo Jr. pasó de Las Malvinas a San Martín de Tolosa, por un tío materno que allí dirigía. De ahí fue a Estudiantes y a poco de debutar en 2009 ayudó a levantar la cuarta Copa Libertadores del rico historial Pincha.

Carlos Alcaraz Jr. no tuvo problema en dejar Curuzú Cuatiá, pese al pedido del papá que todavía siente un gran amor por esa camiseta que besó ante tantos goles. El hijo hacía lo mismo con la rojiverde, pero como le gustaba el césped de otro club villaelisense cercano, se fue tentando hasta que se produjo el pase. Cada vez que pasaban caminando por DIVE el niño se preguntaba, ¿cuándo voy a jugar acá?. Hasta que acompañó a un mandado a sus padres y entraron a una cerrajería, de Carlos Pizarro; el dueño era un directivo referente de ese club Deporte Infantil Villa Elisa (DIVE). “Apenas entramos al negocio yo sabía que me lo iban a pedir… Y mi señora les dice ‘mañana te lo traigo’, era un miércoles y ya el jueves estaba entrenando con su categoría, la 2002 en la cancha de diagonal 60. Nunca más dejó el DIVE y siempre lo dirigió Carlitos Pizarro”, cuenta Alcaraz padre.

Con la 10 y la pelota, Carlitos Alcaraz, en la cancha que tanto le gustaba de chico, DIVE, en Villa Elisa

Y del DIVE, del campeonato de LISFI, hizo juveniles un tiempo en Curuzú y ahí surgió una convocatoria para la Selección Sub 15 de la Liga Platense, donde estaba la clave de su futuro: lo vieron de Racing en un amistoso y fichó para los de Avellaneda con 15 años.

Carlos Pizarro le entrega la camiseta del DIVE, donde Alcaraz finalizó las infantiles. El DT hoy vuelve a acompañarlo en el estadio de Lanús, como lo hizo el martes ante Aldosivi

Rojo acostumbró a los amigos a grandes actuaciones, tanto como llevarse a caballito a Lionel Messi en el festejo del 2-1 ante Nigeria durante el Mundial de Rusia 2018, con gol de la clasificación a Octavos. Era jugador del Manchester United por entonces. De allí volvió al torneo de nuestro país y tras un corto paso por Estudiantes se puso la camiseta de la que su papá es fanático: Boca.

Marcos Rojo, su gesto feliz, con el orgullo de vestir la camiseta de la que es hincha su padre

Alcaraz empezó a ser noticia y su cara es figurita repetida en la TV y en Internet. Para el partido del martes pasado, por Cuartos de Final (5-0 a Aldosivi, con doblete suyo) lo había llamado a Pizarro, quien hoy apela a una metáfora y no puede dejar de hablar con el corazón: “¿Sabes como lloré con esos goles, hace mucho que no me pasaba… Me invitó y fuicon los padres y la hermana Jana. Después lo veía firmando autógrafos y yo sentía una sensación de quien abre los brazos y suelta una paloma, ya está, ya voló. Verlo jugar es como sentir realizado mi propio sueño de futbolero”. El DT de DIVE sigue: “Ahora me volvió a llamar, ‘te quiero de nuevo ahí, contra Boca’, me dijo. El sábado pasado vino a tomar unos mates en la jornada de fútbol infantil que tuvimos con el Club La Curva”.

Ya se viene Boca… Ya sale La Academia… ¿Quién llega mejor? No importa. Son clásicos. Habrá que jugarlos como lo hacían los muchachos de El Cruce y Verónica en aquel partido de nivel amateur, pero de una entrega de corazón superior al estrato profesional. De eso y otros temas hablan los amigos. Como en el asado donde Alcaraz aparece con la camiseta de El Cruce que allá por 1994 lució a préstamo, un verano, corriendo y gambeteando en las canchas de Alberti, 25 de Mayo y Los Toldos. El “Negro Ata” dice que en esa comida no estuvo el “Titi” porque justo jugaba Boca. Y no se olvidó de retar al “Caña” Vallejos, otro ídolo arrabalero, que jugaba por la camiseta junto a todos estos. Otros no dejaron pasar la chanza… Dicen que el Negro es boquense y hoy va a querer que se quede afuera, por supuesto.

El asadito y el recuerdo de otros tiempos. “El Negro Ata” Alcaraz recibe la camiseta de El Cruce. A su lado, Jorge “El Chueco” Yencheff y Julio “El Chino” Martínez

Grandes que saben que tienen el título al alcance de la mano. Todos hablan del Rojo de Boca y del Alcaraz de Racing, pero hay rincones, existen barrios que ayer los vieron crecer, cuando había más campito, donde están los mejores exponentes de una generación dichosa de ser contenida por clubes como Las Malvinas o San Martín de Tolosa, Curuzú Cuatiá o DIVE, las camisetas que alimentaron sus sueños y renovaron la alegría en sus rostros tantos fines de semana. Claro que no esperaban llevar puestas estas camisetas y enfrentarse en una Semifinal, a suerte o verdad. Esos chicos de ayer y estos hombres de hoy. Esos hijos del “Titi” y del “Negro Ata”.

Por Gabriel “Colo” López

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