Todas las “media docena” de Gimnasia, lejos de casa
Tres triunfos en fila, quinto en la tabla de su Zona y ansioso por meterse a la fiesta de los Cuartos de Final. Amigos triperos, contadores de profesión, deben estar con el cálculo matemática a una fecha de la definición, sacando cuentas con los dedos y el corazón. Entre tantos seres queridos, veo a los hijos de dos ex presidentes, Marcelo Héctor Delmar (el tercer crío de “Cacho”) y Hernán Roberto Vicente (uno de los cuatro que trajo al mundo “El Gordo”). Después de la cena del viernes con un agraciado 6-0 en calidad de visitante, en cancha de Patronato.
Y rápidamente la mente se fue como un barrilete a remontar emociones de otro resultado idéntico, pero con otras connotaciones, con otro cielo. De hecho, fue la soleada tarde del 5 de mayo de 1986 (¡ya en fecha del 26 aniversario!) cuando con Griguol en el banco, y Bilardo en el otro, el Lobo aulló en la reinauguración de La Bombonera.
Sin embargo, a esa data que la descubrieron sin pensar demasiado, VIVE agregará a través de este periodista TODAS las veces que Gimnasia convirtió 6 tantos lejos de casa. El primer “set” (diríamos, si nos vamos al tenis) se produjo hace 90 años, contra Atlanta, en el recién creado torneo de Primera “A” del fútbol profesional. Capital Federal, 2 de octubre de 1932, ¡6-1! (Arturo Naón 2, Echevarrieta 2, Farías y Tomás González). En la primera rueda, al mismo equipo lo goleó 6-0 pero acá en el Bosque.
Hay más estadística (un plato que me encanta). Las otras “media docena” sucedieron en la Primera B. “Arriba Gimnasia” fue el eslogan del equipo que ascendió en 1944. En la fecha 17 le pasó factura a Tigre en su propia cancha, 6-3 (Roberto Rodríguez 3, Santiago 2 y Cisneros). Ese 29 de julio quedaba en el primer puesto junto a Almagro.
En 1947, también en la B, no tuvo piedad de Quilmes. El 17 de mayo, por la fecha 7, llevó el marcador a 6-0 (Fizel 3, Montes, Santiago y Gozende). Esa visita se matizó con la trapada al segundo puesto, ¡junto a Excursionistas! Más tarde, los gimnasistas lograron la vuelta a la A con el 75% de los puntos.
Queda otra ensalada de “pepinos”. El 25 de mayo de 1982 (tercera temporada sin salir de los sábados de la vieja B, despachó a Estudiantes de Caseros, 6-3 (Jorge Rodríguez 2, Carrió, Marchi y doblete del “Potro” Domínguez, los 2 de penal). Se jugó un martes y expulsaron a Carrió. El equipo entró al Octogonal y cuando parecía que se venía el ascenso, lo frenó el Temperley de Carlos Pachamé en semifinales.
Estos cracks del presente, los de la abultada suma en Entre Ríos, claro que no alcanzaron a ver a los Mellizos, al Beto, al Chueco o a Leo Noce, discípulos en cancha del querido viejo Timoteo. Hace 26 años ese Braian Aleman era un “botija” de 7 años, Cristian Tarragona era un enano de 5 y Johan Carbonero no había nacido. El otro goleador que tuvo este Lobo Feroz fue Erick Ramírez, quien estaba en el vientre de su madre mientras en La Boca el Lobo tocaba y su hinchada gritaba en la tercera bandeja (el bebé nació cuatro meses después, el 21 de setiembre de 1996, en Concordia, misma provincia donde este viernes metió uno de los goles).
Cosquillas que da la misma vida, semejante a las sensaciones que deja un chivo partido fútbol, con sus facetas de triunfo y derrota. Entre tantos goles alguien, como si un Ser Supremo se pusiera a escribir a mi lado, aparece en mi corazón otro amigo entrañable, que también es Tripero y contador, Gustavo Luis Bianco (el DT histórico de Everton y ex jugador azul y blanco en divisiones inferiores). Su padre Fausto Bianco fue fundador de la Filial Tolosa y rezongaba con alegría como dirigente del fútbol amateur de este club Decano.
Los tres Tripas mencionados ya no tienen a sus viejos al lado, a Cacho, el Gordo y a Fausto. También ya supe del llanto irremediable y del agradecimiento cuando partió el mío, Carlos López, quien siendo gimnasista desde la cuna en el barrio de Villa Lenci, me enseñó “a hacer el bien sin mirar a quién”, a su manera. Era tan fabuloso, que el día que Estudiantes fue campeón del mundo se hizo presente en la plaza San Martín para escuchar el relato de Muñoz, retransmitido por radio Provincia para toda la gente que gozaba del milagro pincha en Inglaterra.
Que viva la memoria. Que los recuerdos solo vengan para embellecer a las almas. Que haya abrazos como los de un 6-0. Y que vengan textos como el del “Poeta del Lobo”, Eduardo Berisa, titulado “¡Si habrás gritado goles!” (en honor a su padre y muy preciso para esta ocasión).
Habrás gritado goles magníficos, brillantes,
te habrás sentido altivo tal vez, quizás soberbio;
habrás subido alegre la piel del alambrado
marcándote en los dedos el óxido del hierro.
Habrás gritado tanto, hasta tu despedida,
pero hubo un gol, y quiero que no lo olvides “viejo”;
aquel que me cantaste cuando me diste vida
y que hoy a las perdidas, lo escucho, lo estoy viendo…
¡El gol del que te hablo rompió la red de mi alma
desde cuarenta metros, de empeine y de boleo!
Al irte me dejaste la llave de la vida,
la idílica poesía sobre mis dedos tiesos,
y el ala de tu viaje sopló sobre mi herida
hasta cicatrizarla con el más fuerte beso.
¡Si habrás gritado goles! ¡Mirá si habrás gritado!
Pero ninguno, creo, como éste que te cuento.
Por Gabriel “Colo” López